Image: Salmerón, entre Chávarri y Berlanga

Image: Salmerón, entre Chávarri y Berlanga

Cine

Salmerón, entre Chávarri y Berlanga

15 diciembre, 2017 01:00

La pelicula de Salmerón se realizó "a fuego lento".

Gustavo Salmerón cuenta las contradicciones de España a través de su propia familia en Muchos hijos, un mono y un castillo. Documental y comedia se funden en una propuesta con ecos de El desencanto.

Presentada en el último Festival de San Sebastián, Muchos hijos, un mono y un castillo se convirtió en la gran sorpresa del certamen con una propuesta en apariencia modesta pero que está recorrida de forma subterránea por la propia evolución de España en los últimos cien años. En un país de madres fuertes, Paco León convirtió a la suya en diva y en un personaje popular en Carmina o revienta (2012) y ahora Salmerón, al que hasta la fecha conocíamos como actor, retrata la odisea de su propia familia durante tres lustros en los que los ha grabado cámara en mano. Una familia quizá convencional en la que, eso sí, se da una curiosa circunstancia: gracias a una inesperada herencia de repente pasaron de ser "normales" a ricos. Años de esplendor finiquitados cuando, durante la última crisis, perdieron el fastuoso castillo familiar que habían comprado durante las vacas gordas.

"En esta película hay una manera muy natural de decir las cosas", cuenta Salmerón a El Cultural. "Tengo una familia que es tan buena a la hora de moverse delante de una cámara que me dan mil vueltas a mí, que llevo muchos años trabajando como actor. Si quieres hacer algo con verdadero interés te tienes que desnudar, lo decía Gabriel García Márquez. Toda expresión es sanadora y mostrarte tal cual en una película da una relajación tremenda". Hay en Muchos hijos, un mono y un castillo, ecos de El desencanto (1976), la película de Jaime Chávarri sobre los Panero que nos ofrecía al mismo tiempo una rocambolesca saga familiar y un hondo retrato sobre las contradicciones de los vencedores de la guerra. En el filme de Salmerón, la carismática protagonista, Julita, esa matriarca socarrona que observa con pasmo la decadencia familiar sin perder la ironía, es, "por supuesto", de derechas, víctima como ha sido su familia de la violencia ejercida por los rojos. "La película empieza a principios de siglo e iba a ser una metáfora sobre España y la guerra con mi familia como protagonista, partiendo de una matanza del cerdo en el castillo. Al final la he hecho a fuego lento. Está el miedo a la muerte, el desastre de España, la historia de amor de una pareja… y todos esos temas conviven entre ellos".

Contradicciones y miserias

A primera vista lo más sorprendente del filme es quizás que sea un documental y al mismo tiempo una comedia, una combinación peculiar en nuestro cine. Más allá de la cuestión de género, es fácil detectar la huella del maestro Berlanga, que tan bien supo ahondar en nuestras contradicciones y miserias sin caer en caricaturas ni perder de vista la dimensión humana, y por tanto cómica, de todo drama.

"La película es un retrato de una generación que está a punto de desaparecer, que vivió la República, muy poco, pero la vivió. En el caso de mi madre, sus padres eran maestros en un tiempo en el que estaban bien valorados y vieron cómo todo se destruía con la guerra. A mí siempre me ha gustado mucho escuchar a los viejos. Hay historias de la guerra fascinantes. Nosotros somos más débiles y en esa época las mujeres eran muy fuertes, madres que sacaban adelante a sus hijos. Ahora nos hemos desencantado con la política y hemos sido muy duros con ellos. Podrían haberlo hecho mejor, pero ahora nos toca a nosotros y no sabemos si podremos superarlos", explica Salmerón.