José Mota, Maribel Verdú y Pablo Berger durante el rodaje. Foto: Yuko Harami

Tras el enorme éxito de Blancanieves, Pablo Berger regresa el 4 de agosto con Abracadabra, una comedia ruidosa y colorida que, según su director, "funciona como una muñeca rusa de géneros". Protagonizada por Maribel Verdú y Antonio de la Torre, la película se presenta como un alegato contra el machismo y la violencia de género.

Nadie esperaba que en 2012 un melodrama mudo basado en un cuento clásico de los hermanos Grimm, rodado además en blanco y negro, pudiera convertirse en la película del año en España. Sin embargo, Blancanieves, de Pablo Berger (Bilbao, 1963), no solo arrasó en los Goya alzándose con 10 galardones sino que viajó por todo el mundo, llegando a estrenarse con éxito en un país culturalmente tan distante como Japón.



Berger acompañó el filme durante un tour que se prolongó durante dos años y cuando todo acabó, de regreso a su oficina de Madrid, empezó a bucear entre los guiones y libretos que tenía más o menos desarrollados para decidir cuál sería su siguiente proyecto. Uno de ellos llamó poderosamente su atención. "Abracadabra se presentaba ante mis ojos como el reverso de Blancanieves, ya que la visualizaba como una comedia ruidosa, de colores saturados, contemporánea. Y mi idea era hacer algo muy diferente manteniendo la misma exigencia y el mismo rigor para, entre otras cosas, evitar las comparaciones".



Abracadabra arranca en el extrarradio de Madrid, en un pequeño piso de una de esas enormes colmenas que se ven desde la M-30. Allí vive Carmen, interpretada por Maribel Verdú, una ama de casa resignada a compartir el resto de su vida junto a su celoso marido Carlos (el omnipresente Antonio de la Torre), un gruista más preocupado por el Real Madrid que por su familia. En la boda de una sobrina Pepe (un divertido José Mota), primo de Carmen, metrosexual de barrio y aprendiz de hipnotizador, hace una demostración con el incrédulo Carlos como conejillo de indias. Pero algo sale mal y a partir de ese momento Carlos empieza a comportarse de una manera extraña. "El detonante de Abracadabra es un espectáculo de hipnosis que presencié en una discoteca hace más de 30 años", explica Berger. "Un amigo mío quiso boicotearlo y se ofreció voluntario, pero fue hipnotizado de manera fulminante y yo me quedé anonadado. Hasta ese momento creía que todo estaba amañado y quizá por eso la imagen se me quedó grabada".



Pregunta.- ¿A partir de ahí cómo fue creciendo el guión?

Respuesta.- Fui alimentando esa imagen con un montón de obsesiones. El director de cine es como un barman que mezcla sus obsesiones en una coctelera. Por un lado quería hacer una película sobre el Madrid contemporáneo, pero también me interesaba la mezcla de géneros y aquí me empleé a fondo. Como es habitual en mis películas, en Abracadabra vuelve a haber una protagonista femenina. Aunque no es el tema fundamental, la violencia de género está reflejada también.



Un madrid intemporal

P.- En este sentido, parece que Carmen sufre una especie de Síndrome de Estocolmo en la relación con su marido...

R.- Ella vive bajo el refrán de que más vale bueno conocido que malo por conocer. Carmen está secuestrada psicológicamente por su marido, pero no es menos cierto que también le quiere. Existen infinidad de mujeres así en el metro, en el autobús, en El Corte Inglés... Es una España que convive con esa otra más progresista y abierta. El machismo sin embargo lo impregna todo y quería reflejarlo en la película.



Abacadabra es una película de época contemporánea. No pretendíamos hacer un documento de la realidad sino estilizarla"

P.- ¿Por qué le interesaba retratar la ciudad de Madrid?

R.- Vivo en Madrid desde hace casi 20 años y llevo mucho tiempo deseando hacer una película en la que la ciudad fuese uno de los protagonistas. Aquí conviven las torres de Chamartín con el bar Brillante, las cupcakes de Malasaña con los torreznos… Hay algo caótico en la Gran Vía que quería mostrar, al igual que ese extrarradio en el que viven los protagonistas.



P.- Aún así la ambientación no parece verse del todo realista...

R.- Aunque es un filme que se desarrolla en la actualidad, nos lo planteamos como una película de época contemporánea. Por eso había que cuidar cada detalle, ya que no pretendíamos hacer un documento de la realidad sino que lo que queríamos era estilizarla. Hay teléfonos móviles y pantallas planas, claro, pero no es necesariamente el año 2017. Queríamos jugar con esa ambigüedad y trasmitir una cierta idea de intemporalidad.



Siendo películas diametralmente opuestas, Berger ha querido contar con el mismo equipo de Blancanieves para esta nueva entrega. De esta manera repiten, además de Maribel Verdú, el productor Ibon Cormenzana, el director de fotografía Kiko de la Rica, el director de arte Alain Bainée y el diseñador de vestuario Paco Delgado. "Hacer una película es una misión suicida y, como en aquellos filmes de la II Guerra Mundial de Hollywood, lo mejor es ir acompañado del mejor equipo posible para sentirte protegido". Todos ellos arrimaron el hombro durante las ocho semanas de rodaje para sacar adelante un filme que corría el riesgo de diluirse en una arriesgada mezcla de géneros.



P.- ¿Encontrar el equilibrio fue complicado?

R.- Desde el principio está planteada para funcionar como una muñeca rusa. Abracadabra es una comedia, pero dentro hay un drama social, y más adentro está una película de género fantástico, y si abres esa muñeca encuentras una película de terror... Quería sorprender al espectador. Es un riesgo, pero el público disfruta más con una película si existe la posibilidad de caerse.



P.- ¿Le parece apropiado hablar de Almodóvar y David Lynch como referencias?

R.- Lynch me fascina y en el origen de mis historias siempre está metido el subconsciente. Me gusta pensar que el teclado de mi ordenador es una especie de güija que me guía desde el punto de partida. Además, en Abracadabra está presente ese surrealismo tan lynchiano y hay una cierta noción de universos paralelos. En cuanto a Almodóvar, que es un cineasta al que admiro, creo que este filme es hermano de ¿Qué he hecho yo para merecer esto? (1984). Es más, era totalmente consciente mientras lo escribía.



@JavierYusteTosi