David Lynch, este martes en Madrid. Foto: Bernardo Díaz

La idea de David Lynch no se corresponde con David Lynch. El espectador tiende a pensar que detrás de los angostos y extraños pasillos de sus películas se esconde una psique atormentada, pero lo cierto es que el director apunta a la felicidad como motor único para la creación. Nadie hubiera imaginado tampoco que podía resultar tan convincente. No hablamos de cine, sino de meditación trascendental. Su forma de explicar las bondades de esta práctica en la que se enroló hace 40 años, para la que creó la Fundación David Lynch y que es lo que le trae por Madrid, a poco ha estado de engatusar a los más de 60 periodistas que este martes acudieron a escucharle disertar mucho sobre filosofía, poco sobre cine y nada sobre música. "¿Vas a meditar mañana?", le increpó a uno de los asistentes. Sin embargo, esta pasión suya que centra el festival multidisciplinar Rizoma que ha venido a clausurar sí tiene mucha relación con la creatividad, pues según el director de Blue Velvet el arte está íntimamente ligado a la felicidad.



Dicharachero, sonriente y con su impecable tupé blanco, Lynch ha contestado a todas las preguntas de los periodistas llevándose la respuesta siempre a su terreno. La meditación trascendental (MT), una técnica introducida en Occidente por Maharishi Mahesh Yogi -el mismo que inició a los Beatles en los sesenta- es la puerta, según el director de Carretera perdida, al disfrute "sin límites" de la paz, el amor, la energía. "Se preguntarán por qué alguien que ha hecho películas tan oscuras viene aquí a hablarles de felicidad. Pues bien, no es algo que esté reñido. Nuestro mundo es oscuro y problemático, y yo tomo ideas de este mundo de las que me enamoro. Una película no puede transmitir felicidad de principio a fin, necesita un conflicto, pero no tiene por qué ser así en la vida. Como director intento entender el sufrimiento de cada historia, pero en la vida trato de ser feliz y no sufrir. Mi cine es oscuro, qué le vamos a hacer, yo me enamoro de lo que me enamoro, pero el artista no debe sufrir para contar el sufrimiento", ha explicado.



Ante el deseo de la audiencia de escucharle hablar más de cine (no dirige desde 2006, cuando estrenó Inland Empire), Lynch ha confirmado que tiene un proyecto en mente: "Tengo algo escrito y estoy contento con el trabajo que he hecho, pero quisiera mejorarlo. Nada es perfecto en este mundo y eso te impulsa a buscar lo próximo, así que no sé qué haré en el futuro, pero las ideas están flotando en alguna parte". Las ideas, de hecho, han marcado buena parte de sus respuestas, fueran del tema que fueran: "Cuando te enamoras de una idea, ves claro lo que tienes que hacer. Luego sólo tienes que expresarla a través de cualquier medio", ha dejado dicho. Su discurso abraza la metafísica y se aleja de la concreción, por eso tampoco se ha pronunciado demasiado sobre el cine actual: "No soy un experto en cine, no sé nada de cine yugoslavo, alemán o español. Conozco a Almodóvar, es amigo mío. A mí lo que me gusta hacer películas, sin más. No sé demasiado sobre lo que se cuece, simplemente disfruto y soy feliz haciendo este trabajo".



En su misma línea de reflexiones etéreas, ha definido al Gobierno de su país con el adjetivo "extraño", para luego referirse a la despreocupación absoluta que éste tiene hacia el cine: "No sé cómo es aquí en España, pero en mi país el Gobierno no invierte nada en el cine. En cambio, en Francia y en otros países veo una preocupación maravillosa por el cine. Es vergonzoso que Estados Unidos no actúe así".



El resto del tiempo, Lynch ha regresado a lo suyo: "La meditación trascendental es una llave que abre una puerta con un gran tesoro detrás, nos sirve a todos los seres humanos y es una bendición (...) La palabra clave es trascender, ir más allá. Experimentar el nivel eterno de la vida, eso es lo que importa en la mente. Es lo único que consigue que todos los aspectos de la vida mejoren y mejoren y mejoren. La negatividad se va". Su visita a Madrid contempla, además de la clausura del festival de cine, arte y música Rizoma con una conferencia sobre la meditación que imparte este miércoles en el Reina Sofía, una Master Class que inaugura el curso en la Escuela Tai, moderada por el crítico de El Cultural Carlos Reviriego y en la que -se espera- se pronunciará más sobre cine y menos sobre abstracciones. Antes de este acto, por la mañana, el cineasta presentará la proyección de su primer trabajo, Eraserhead, en el Cine Doré, de la Filmoteca Española, donde se le dedica este mes un ciclo retrospectivo de su obra.