Image: Moretti compite con Sorrentino

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Cine

Moretti compite con Sorrentino

22 enero, 2016 01:00

Nani Moretti y Paolo Sorrentino.

Vuelve el cine italiano. Dos directores, Nanni Moretti (63 años) y Paolo Sorrentino (45), competirán en la cartelera con Mia madre y Juventud, respectivamente. Pese a sus distancias formales y a representar dos tradiciones muy distintas, ambos trabajos coinciden en abordar el paso del tiempo a través de la mirada de artistas atormentados por la inevitabilidad de la muerte. John Turturro (Mia madre), Harvey Keitel y Michael Caine (La juventud) serán los reclamos.

Es posible que el cine italiano, que durante los años 40 y 50 marcó la pauta al resto del mundo brillando con intensidad aún en los 60 y 70, jamás vuelva a tener el esplendor de antaño pero el éxito internacional de directores como Paolo Sorrentino, que ganó el Oscar a la Mejor Película extranjera el año pasado y arrasó en los cines de medio mundo con La gran belleza, así como de Matteo Garrone (Reality) o Emanuele Crialese (Terraferma) han vuelto a colocar en el mapa a una cinematografía que estuvo treinta años sin rumbo. Muy tocada por el maligno "efecto Berlusconi" a pesar de algunos nombres de éxito como el de Nanni Moretti, con un cine muy personal y con ecos claros del último neorrealismo, la proyección comercial de cineastas como Roberto Benigni (La vida es bella, 1997) o Giuseppe Tornatore (Cinema Paradiso, 1988) o triunfos puntuales como el de Gabriele Salvatore (Mediterráneo, 1993) o Marco Tullio Giordana (La mejor juventud, 2003), el país se alejaba de los grandes focos internacionales.

Desde hace más de un lustro, el cine italiano lucha por resurgir de sus cenizas. Si no alcanzando la gloria que le dieron Rossellini, Pasolini, De Sica, Fellini o Antonioni, al menos ocupando el lugar central en la cultura europea que le corresponde. Coincide el estreno de dos filmes que ofrecen el mejor rostro de una cinematografía vibrante como La juventud, de Sorrentino, en la que Michael Caine y Harvey Keitel interpretan a dos maduros artistas retirados en un lujoso hotel de Suiza, y Mia madre, de Moretti, la historia de una directora de cine que atraviesa una crisis creativa. Dos filmes muy distintos en lo formal pero que cuentan ambos historias interpretadas por artistas y que, en último término, tratan el mismo asunto: el paso del tiempo y la inevitabilidad de la muerte.

Exuberancia formal

Son dos rostros de un cine con profundas raíces en la cultura más antigua de Europa. Nos encontramos ante dos polos aparentemente antagónicos en lo que se refiere a la exuberancia formal, a sus derivas a lo barroco (Fellini), al esteticismo de Antonioni o a un seco realismo que hace gala de austeridad para buscar el retrato social y que no rehúye el humor o la ternura. Puede buscar tanto lo intelectual (Pasolini) como lo sentimental (De Sica). Moretti es hasta la fecha el más digno heredero de éste último con unas películas de marcado carácter autobiográfico que sirven como reflejo del desconcierto, más que de la pureza ideológica, provocado por el desorden del mundo.

En Mia Madre, el director de Brunico presenta a una cineasta en crisis (Margherita Buy), su alter ego confeso, para plantear una reflexión sobre el propio oficio de cineasta y sobre la idea del compromiso. En definitiva, plantea una película sobre la pérdida y la memoria. La enfermedad de la madre, una situación que Moretti acababa de padecer en carne propia, se contrapone a un rodaje caótico en el que la cineasta quiere reflejar la crisis económica. "¿Por qué llevo diciendo lo mismo durante años?", se pregunta la protagonista en off en una rueda de prensa rodeada de fotógrafos, "todo el mundo piensa que sé lo que hago, que soy capaz de interpretar la realidad, pero ya no entiendo nada".

A la próxima muerte de la madre, que es incapaz de afrontar, se suma el distanciamiento de su hija y de su pareja y la dificultad para relacionarse con la estrella de su filme (John Turturro), un actor norteamericano enloquecido e histriónico que complica el rodaje de una película sobre una huelga en una fábrica. Todo ello hace que se sienta más insegura que nunca respecto a su trabajo. "Me gustaría decir que soy como el personaje que interpreto, el hermano generoso y entregado, pero la realidad es que esa directora se parece mucho a mí", explica a El Cultural el cineasta en conversación telefónica.

"Es una mujer que se siente confusa e insegura pero que, frente a esa vida líquida suya, está haciendo una película muy sólida, muy estructurada, con los obreros por una parte y los patronos por la otra. No quería que hiciera una película sobre sus vivencias personales ‘a lo Moretti' sino una película llena de certezas que surge de una persona llena de dudas. En una escena que corté Margeritha está cenando con su hija y dice: ‘Hago una película con temas sociales importantes pero dentro estoy yo'. Así, rueda un filme sobre la realidad de todos los días pero ella solo consigue hacerla con mucha dificultad. Es la primera en confesar que se siente muy confusa".

El heredero de Fellini

Una imagen de La juventud

En un terreno muy distinto se mueve Paolo Sorrentino, el gran esteta del cine europeo contemporáneo. El heredero de Fellini viene de hacer su propia Dolce vita con La gran belleza. Ahora parece fijarse en otro filme del maestro, Y la nave va (1983), en la que Fellini reunía a la alta sociedad europea en un barco para contarnos el "funeral" de la clase alta y un modo de vida en los albores de la primera guerra mundial. El cineasta sitúa La juventud en un sanatorio de lujo suizo, lugar que nos remite de forma inmediata a La montaña mágica de Thomas Mann (de hecho la película sucede en el mismo hotel donde escribió su famosa novela, al parecer por casualidad) y en el que, como en el barco de Fellini, se reúnen celebridades de todo el mundo como Maradona (no él mismo, un actor que lo interpreta) o un compositor y director de orquesta (Michael Caine) deprimido por la enfermedad de su esposa o un cineasta estadounidense (Harvey Keitel) que tras dos fracasos quiere recuperar el brillo de antaño con su "testamento" fílmico.

Ya sabemos desde Mann que los sanatorios suizos son lugares idóneos para la reflexión filosófica y Sorrentino trufa su película de reflexiones sobre la vejez y la juventud contraponiendo la decadencia física de sus dos protagonistas con la espectacular belleza, por ejemplo, de una Miss Universo que visita el hotel. "La idea que está en el origen de todo es qué perspectivas de futuro tienen las personas de edad avanzada, qué relación tenemos con el porvenir cuando dejamos de ser jóvenes", explica el director. "Quería abundar y explorar en la idea de qué es el futuro. Me interesaba explorar cuál podría ser el mío, mi relación con el cine cuando pasen los años y el entusiasmo y la fuerza física y mental decaigan. Quería intentar entender qué podría suceder entonces".

El paso del tiempo y la cercanía de la muerte son temas esenciales en La juventud, donde aparece Jane Fonda interpretando a una vieja y tiránica estrella de Hollywood o Paul Dano a un actor millonario traumatizado porque el mundo entero le conoce por haber interpretado a un robot. "No es una película sobre la nostalgia o la melancolía, ni sobre el arrepentimiento por el tiempo perdido, sino sobre el hecho de que, con el paso de los años, la memoria de las cosas se pierde porque las cosas se acumulan, y eso sucede tanto para una persona de 80 años como para una de 45 ó 50, como es el caso de la hija. Y todo ocurre en un lugar de vacaciones, un hotel, que es un lugar donde, por definición, se tiene más tiempo libre. El espacio para pensar vuelve dolorosa la perspectiva de perder la memoria de lo que hemos hecho a lo largo de nuestra vida".

Algunas certezas

Una imagen de Mia madre

En Mia Madre, Moretti refleja un presente convulso como es el de la crisis actual, en el que esa directora que se siente incapaz de entender la realidad sirve como paradigma del espectador contemporáneo, cada vez más confuso ante los desequilibrios del mundo, pero en el que, como dice Moretti, sí hay algunas certezas. Y esas certezas, como se ve en el filme, tienen que ver "con la falta de escrúpulos de la clase dirigente", a la que da vida, no por casualidad, John Turturro, el personaje más antipático de la película. La nueva entrega de Moretti es un filme con aspecto un tanto descuidado y formalmente sencillo pero con la marca del cineasta. Aunque de manera muy distinta a Sorrentino, también se confunden en su argumento la fantasía con la memoria: "Quería que interactuaran las distintas capas de la película. Está la realidad, está la película dentro de la película, y están los sueños, las fantasías...", dice Moretti.

En Mia madre, la muerte sirve al cineasta para reflexionar sobre la transmisión entre generaciones: "La película también trata sobre lo que queda de nosotros cuando las personas que amamos mueren. Cuando mi madre murió, ella era profesora de latín y griego, me reuní con muchos de sus alumnos a lo largo de las décadas y me sorprendió descubrir a una mujer nueva que no conocía. Incluso en la gente más cercana, hay aspectos que no llegamos a conocer".

Las cosas bellas

En La juventud, la existencia del protagonista, Caine, está marcada por la ausencia de una esposa a la que quizá sólo logró amar cuando ya no estaba, una hija (Rachel Weisz) a la que trata de acercarse cuando sufre una pérdida y un amigo (Keitel) con el que mantiene una relación basada fundamentalmente en "las cosas bellas". Cuenta Sorrentino: "Va más allá de una idea banal de la amistad para convertirse en un sentimiento mucho más cercano al verdadero amor. Que dos personas se empeñen, de manera sistemática, en alcanzar una especie de feliz simbiosis entre ellos, es algo que tiene que ver más bien con el amor. Otro tema importante es la relación entre Michael Caine y su hija. Es en esa dirección en la que él ve lo indigno del paso de los años".

En Mia madre, sin embargo, una artista se enfrenta a un dilema insondable cuando a la enfermedad terminal de su pariente se contrapone al profundo y visceral compromiso con su trabajo: "El egocentrismo no tiene por qué ser inevitable pero en muchas ocasiones ayuda, desgraciadamente", remata Nanni Moretti.

@juansarda