Image: Fernando González Molina: En Palmeras en la nieve nuestro referente era David Lean

Image: Fernando González Molina: "En Palmeras en la nieve nuestro referente era David Lean"

Cine

Fernando González Molina: "En Palmeras en la nieve nuestro referente era David Lean"

24 diciembre, 2015 01:00

Fernando González Molina. Foto: Alberto Di Lolli

El director adapta el best-seller de Luz Gabás y nos traslada a la Guinea de los años 50, cuando era colonia española, Un filme que su director ha querido "a la antigua usanza", uno de esos "peliculones" con amores imposibles, aventuras exóticas y grandes sacrificios.

Después de tres películas que arrasaron entre los adolescentes como Fuga de cerebros (2009) y la saga de Tres metros sobre el cielo (2010) y su secuela Tengo ganas de ti (2012), todas ellas grandes éxitos de taquilla, el director navarro Fernando González Molina (Pamplona, 1975) da un salto hacia un cine más ambicioso en todos los sentidos con Palmeras en la nieve, superproducción de más de diez millones de euros basada en un best seller de Luz Gabás que nos traslada hasta la Guinea de los años 50 cuando era una colonia española. Hasta allí viajan dos hermanos de Huesca (Mario Casas y Alain Hernández) para encontrarse un mundo de esclavitud y dominación brutal en el que ambos aprenderán a vivir revelando una mentalidad y sensibilidad completamente opuestas. Caín y Abel perdidos en Africa en una película romántica y épica en la que el hermano bueno (Mario Casas) se enamora de una negra, viviendo una pasión prohibida con ecos en un presente en el que Clarence (Adriana Ugarte) sirve como motor de la historia al viajar a la antigua colonia española para desempolvar los recuerdos familiares. Un filme que su director ha querido "a la antigua usanza", uno de esos "peliculones" con amores imposibles, aventuras exóticas y grandes sacrificios escrita por Sergio Sánchez (El orfanato).

Pregunta.- Palmeras en la nieve podría parecer una película muy distinta pero su huella sigue muy clara. ¿La siente como una ruptura o una continuación?
Respuesta.- No es una ruptura y he llegado a esta conclusión ahora que estamos a punto de estrenar. No la tenía cuando la escribíamos o la rodaba. Una diferencia clara es que va para un público más amplio, de 12 a 80, y no a los jóvenes como las otras. También es más sobria. Pero mi manejo de la emoción, la intensidad, mi gusto por el drama o esta estructura de película operística, esa manera de contar intensa, se repite. La he visto con ojos más serenos y es una película mía, obviamente, y a mucha honra. Es distinta pero no una reinvención.

P.- Sí hay un salto claro en cuanto a la temática. De los problemas adolescentes de las anteriores a cuestiones más complejas: la historia de España, el racismo, los prejuicios o las relaciones familiares.
R.- Todo eso viene de la novela. Creo que el tema principal es la identidad, la búsqueda de la identidad individual, pero también está relacionado con la historia de todo un país que es el nuestro. Lo afronté con temor, básicamente, porque parece fácil de digerir pero toca muchos temas y mantener el equilibrio entre hacer una película para el gran público como yo sé hacerlas, entendida como comercial que queremos que la vaya a ver todo el mundo, y que al mismo tiempo sea respetuosa con la ambición narrativa de la novela fue lo que más nos costó. Fue difícil encontrar el tono que equilibraba todas las cosas y que también me saliera del corazón y la cabeza. Era fundamental ser fiel a mí mismo. Mis películas han sido un fenómeno para mucha gente pero muchos críticos las destrozan. Tuve una pequeña crisis por ello y pensaba en cómo hacerlo distinto, pero al final la respuesta estaba en ese ser fiel a mí mismo.

P.- Ese tema de la identidad está muy relacionado con las posibilidades efectivas que les ofrece la época, su nacionalidad o su propia clase social. ¿Quería plantear una dicotomía entre ambos conceptos?
R.- Vemos cómo ese cúmulo de decisiones que tomas en la vida te marcan no solo a ti, también a los que vienen detrás de ti. Por eso en la película es tan importante el uso de los dos tiempos porque el pasado tiene sentido en las decisiones que tiene que tomar el personaje del presente que es el de Adriana (Ugarte). Y cómo quién eres tú tiene que ver con quiénes fueron tus antepasados. Para soltar el nudo, tiene que solucionar lo que sucedió hace cuarenta años. Aunque puede parecer lo contrario, el conflicto de identidad es mucho más fuerte en el presente. En los años 50, aunque la libertad estaba mucho más constreñida, los personajes tienen más clara su identidad. El personaje del presente está absolutamente perdido. No sabe muy bien quién es. No creo que sea una película de amor aunque mucha gente pueda pensarlo. En el filme hay amor, hay muerte, y hay política.

P.- ¿Hemos pasado de identidades demasiado rígidas a demasiado volátiles?
R.- El personaje de Adriana es un paradigma de lo que somos ahora. Ese personaje un poco perdido que en mi cabeza tiene unos 33 años. Está trabajando probablemente por no mucho dinero en algo a lo que ha dedicado toda su energía y de repente se planta con una determinada edad sin tener ni idea de lo que ha hecho su padre o su familia y ni tiene muy claro qué significaba Guinea. De repente me di cuenta de que yo mismo tampoco sé demasiado sobre qué hicieron mis padres o mis abuelos más allá de lo básico y que quizá debería saber más para entenderme a mí mismo.

P.- Rescata un pasado colonial español en Africa nunca tratado por el cine y no demasiado conocido. ¿Ha sentido la responsabilidad de ser el primero?
R.- Lo abordo desde la absoluta falta de pudor. Cuando leí la novela conocía muy poco de esa colonización española en Guinea. Me parecía fascinante como terreno para la ficción porque no lo hemos explorado más. Es un país hipertropical, muy interesante, y es una historia llena de episodios fascinantes: cómo vivimos allí o cómo salimos. Para una película es increíble. Creo que nunca se ha hecho porque es caro. Nosotros hemos sufrido mucho por el presupuesto y hemos tenido 10 millones de euros. Hemos tenido que reconstruirlo entero porque allí no queda nada y las condiciones del país no ayudaban. Una vez empecé con Sergio a investigar nos dimos cuenta de que era inabarcable y nos entró un ansia de fidelidad para que todo fuera como era precisamente porque nunca se había hecho. Para la gente que estuvo allí era muy importante.

P.- ¿Qué le impactó más al investigar en ese episodio histórico?
R.- Lo que hemos visto en otras películas sobre el colonialismo y que tiene mucho que ver con el ser humano: hasta qué punto podemos ser depredadores los seres humanos unos con otros. No es una película política, no es un biopic de un revolucionario, pero sí mete bastante caña a los españoles. Los guineanos te contaban que más que con desprecio los trataban con condescendencia. Es una película que me ha generado muchas preguntas sobre la importancia que tiene en todos nuestros orígenes. A veces preferimos no saber para no alarmarnos pero es mejor saber para entender.

P.-¿Tiene alguna teoría sobre por qué ese episodio ha permanecido oculto?
R.- Por lo que he hablado con colonos que volvieron a España, gente del Pirinero que nos ayudó a trabajar la historia… La salida fue bastante traumática, dejaron allí muchos recuerdos y no quisieron desenterrarlos. La autora se basa en su propia historia familiar y lo que vemos es que al volver se quisieron reinventar y no recordarlo mucho. Uno por esa salida traumática y dos porque sabían que dejaban el país con una dictadura y en un estado lamentable. No hay una sola historia sobre nada y cuanto más profundizas más te das cuenta de que cada uno tiene su propia versión.

P.- El conflicto de base es muy clásico: Caín y Abel, el hermano bueno y el hermano malo.
R.-Respetamos la esencia de la novela. Uno, los dos tiempos. Eso encarecía la película pero así la película cobra todo su sentido porque el pasado actúa como refleja de las preguntas que se hace Clarence. Y luego esta estructura clásica de estos dos personajes que van cruzando sus líneas de la luz a la oscuridad y al revés. Y también decidimos que respetaríamos ese carácter coral de la historia. No solo el hermano, también el personaje de Macarena García que representa a esos colonos que consideran Guinea como su casa y el personaje de Emilio Gutiérrez Caba, el padre, que es un poco el emigrante eterno que siempre ha estado lejos de su casa. Y la tensión de la película se crea entre esos hermanos que son el colono bueno y el colono malo, aunque hablamos en términos absolutos porque uno no es tan bueno y el otro tan malo, y el viaje de conocimiento y descubrimiento del protagonista en el que se produce ese distanciamiento. Y en ese entorno se produce la historia de amor. He oído en algún sitio que los mimbres clásicos de esta película son negativos y no lo entiendo. Hay muchas maneras de contar una historia como ésta y sería muy interesante que alguien deconstruyera esa historia de la Guinea española pero quizá mejor primero lo contamos bien y luego que venga alguien y la reinterprete.

P.- Mario Casas no sé si sale en todos los planos de la película, por supuesto en la parte del pasado no, pero casi. Es una historia de iniciación incluso decimonónica, ese personaje joven y romántico que llega a un lugar totalmente desconocido y distinto a su Huesca natal.
R.- Al llegar a África lo descubre todo. La oscuridad de su hermano que no conocía, a un padre del que no sabe nada y un continente completamente nuevo. Y en ese viaje comienza a tomar decisiones sobre quién quiere ser. Es una película iniciática en el sentido clásico. No es La guerra de las galaxias y es La guerra de las galaxias. El héroe clásico se forma, debe elegir entre el bien y el mal y elige el bien, el hecho de elegir el bien le hace sufrir, cae y sufre. Crece, madura y tiene que tomar una decisión que pesa sobre su propia vida que incluye el sacrificio. La renuncia es fundamental para el héroe clásico y en esta película hay muchas renuncias. Son las renuncias y las ausencias las que marcan la película mucho más que el amor porque ellos dos están muy poco juntos en la pantalla. El contexto político lo marca todo y por eso trata más en realidad sobre la historia de un país. Es una película sobre círculos que se cierran y me parece muy bonito cómo acaba.

P.- No es una película de amor pero tiene muchos elementos del romanticismo, ese gran amor o ese viaje intercontinental "más grande que la vida".
R.- Desde luego es romántica en ese sentido. La idea del viaje ha cambiado muchísimo. Ahora hay McDonalds en todas partes y por muy lejos que te vayas a vivir en Navidad vuelves a tu casa. En esa época, emigrar significaba no ver a tu familia durante muchos años. El mundo se hace menos inabarcable y eso significa que tiene menos épica. Cuando Kilian descubre Guinea lo contamos de una manera épica que no tiene nada que ver con el viaje de Clarence. Baja de un avión, llega allí y lo que le molesta es la aridez del lugar. Su viaje es otro. Cuando Kilian llega le encomiendan un esclavo al que llamaban "boy". Y poco a poco hay una revuelta de los habitantes nativos que desemboca en que los echan.

P.- A Mario Casas lo retrata como un héroe de los años 50, acentúa sus facciones y hace un papel de galán clásico. Es una especia de Gary Cooper, no tan blanco como James Stewart, más guapo que Spencer Tracy y no tan duro como Humphrey Bogart.
R.- Lo fotografío como una estrella clásica. Es una película de lucimiento de un actor entendido de la mejor manera posible. Hacemos el viaje con él y no hay una búsqueda de la naturalidad sino de la empatía. Para mí Mario es como un muso, no porque haga películas con él sino porque es un elemento inspirador, construyes la película alrededor del personaje. Si la película tuviera otro actor sería completamente distinta. Su manera de mirar, que es franca, muy empática, que tiene poco que ver con la mirada de otros actores españoles, lo marca todo. Esa pureza tiene algo que ver con cierta ingenuidad de la época. Hay algo de Gladiator, Master and Commander o incluso Titanic. Me gusta ese tipo DiCaprio de Titanic, blanco, de una pieza. Eso no se premia tanto como los personajes oscuros pero es muy difícil de hacer. Y es muy de héroe clásico ese no lugar en el que se sitúa, no es un líder ni un revolucionario, pero no está de acuerdo con la dominación, y se coloca en un lugar de la soledad.

P.- Hay una clara inspiración en David Lean, ese dramatismo que surge en una mezcla entre el contexto histórico y las decisiones de los personajes.
R.- Totalmente. Todo el rato con Sergio Sánchez nuestro referente era David Lean. Cada vuelta que da la película está basada en las acciones de los personajes. Aunque el país se caiga a pedazos los personajes actúan en base a ellos mismos y aunque los acontecimientos los arrastren.

@juansarda