Image: Andrés Ibáñez

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Cine

Andrés Ibáñez

Ir al cine como osos polares en pleno Madrid

8 agosto, 2015 02:00

Noche, oscuridad, calor. Cine de verano en la plaza del pueblo. Una de tiros, de amores prohibidos, de aventuras míticas... De Jamón, Jamón a Lawrence de Arabia, escritores, artistas, cineastas, músicos, actores y directores teatrales recuerdan aquí aquella película que vieron en plena ola de calor.

Toda mi vida ha estado marcada por una carencia, por un gran vacío original: no tengo pueblo. Nací en Madrid, y en esta ciudad vivían mis tíos y mis abuelos. Muchos de mis amigos hablaban con toda naturalidad de "ir al pueblo", lugar donde cazaban ranas, robaban manzanas y, supongo, verían ese mítico cine de verano que yo no conocí hasta muchos, muchos años más tarde.

Para mí el cine de verano eran los cines de Madrid que nos gustaban en la época: el Tívoli, con sus temibles decoraciones del techo, que parecía que iban a caer sobre la audiencia masacrándola, el Gran Vía, el Palafox o el más cercano a mi casa, el López de Hoyos. En esa época, los cines eran los únicos lugares donde había aire acondicionado.

En verano íbamos al cine sobre todo para disfrutar de un poco de frío. Y todos los cines anunciaban su gran frío colocando enormes carteles que representaban osos polares caminando por un paisaje de hielo. Creo recordar que era en verano, también, cuando ponían las películas de Walt Disney que adorábamos...

Andrés Ibáñez Segura (Madrid, 1961) vivió siete años en Nueva York, donde estrenó dos obras de teatro escritas en inglés, Nympho Lake y Ophelia. Pianista de jazz, narrador y poeta, a su regreso debutó en la novela con La música del mundo (1995), Premio Ojo Crítico, a la que siguieron El mundo en la era de Varick (1999), La sombra del pájaro lira (2003), Memorias de un hombre de madera (2009), La lluvia de los inocentes (2012) y Brilla, mar del Edén (2014), con la que ha conquistado el último Premio de la Crítica.