Image: La salvaje catarsis de Damián Szifrón

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Cine

La salvaje catarsis de Damián Szifrón

17 octubre, 2014 02:00

Una de las piezas de Relatos Salvajes, de Damian Szifrón, sobre las injusticias cotidianas.

Tan salvaje es lo que cuenta como el eco de su éxito. Relatos salvajes, la película argentina más taquillera de su historia, reúne en seis historias hiladas por la indignación sucesivos "días de furia" que funcionan como catarsis colectiva.

Existen dos maneras de mirar el mundo. Considerar la "civilización" como la normalidad y la explosión emocional como lo extraño, lo que rompe las reglas. O podemos hacer lo contrario, ver la contención y la resignación ante un sistema perpetuamente injusto como una anomalía y la rebelión contra la injusticia como la verdadera normalidad. Esta es la opción de Relatos salvajes, tercera película de Damián Szifrón (Buenos Aires, 1975), la más exitosa de todos los tiempos en Argentina y un hit mundial desde su presentación en Cannes. "La idea del límite está siempre presente", nos cuenta el director, "todos sabemos que este sistema no está organizado en nuestro beneficio. Pagamos nuestros impuestos, nos comportamos como buenos ciudadanos respetuosos con la ley y compramos los productos que nos ofrecen pero al mismo tiempo nos sentimos incómodos, como si nos faltara el oxígeno. Todos sufrimos la falta de tiempo, la necesidad de hacer muchas cosas en las que no estamos interesados y la extrema dificultad para ganar dinero. Ante esta realidad, mucha gente se deprime y otros explotan".

Relatos salvajes trata sobre los que explotan. Estructurada en diversos capítulos no relacionados entre sí más que conceptualmente, presenta una serie de historias en la que ciudadanos comunes se enfrentan a situaciones de injusticia y en vez de resignarse como suele suceder deciden liberar sus impulsos más primarios. "Reflejamos el eterno conflicto entre el individuo y el sistema. En el capítulo de la boda, por ejemplo, flota esa presión social para que encontremos una pareja de por vida, más acentuada aún en el caso de la mujer. Vemos cómo nos solemos comportar. Es un teatro porque nada es lo que debiera ser pero tenemos que interpretar un papel del que muchas veces somos conscientes. En el episodio de Ricardo Darín, cuando va a recoger el coche a la grúa, los dos tienen razón. Darín la tiene porque han retirado su coche injustamente. El tipo de la cabina simplemente está haciendo su trabajo soportando una gran carga de negatividad diaria y las personas que de verdad están ganando dinero con ello están en otra parte. El mundo podría ser mucho mejor de lo que es y estas reglas no son inocentes".

Estos Relatos salvajes son, efectivamente, muy salvajes y más que una exploración en las tendencias oscuras y violentas del ser humano lo que Szifrón nos propone es un reflejo de las sutiles pero contundentes dinámicas agresivas de una sociedad desquiciada dominada por el consumismo y una reglamentación extrema que nos impide ser felices. "La idea de libertad es fundamental, todos estos personajes en realidad se rebelan contra su falta de ella. Hay una línea de diálogo de Queimada (Gillo Pontecorvo, 1969) en la que dicen que la libertad nunca será algo que te den, tienes que agarrarla tú mismo. Debes tener la capacidad para saber qué es lo que de verdad deseas porque nos pasamos la vida luchando por cosas que en realidad no queremos y corriendo para no llegar a ninguna parte. Por muy listo que seas, la violencia del consumo te acabará atrapando".

Con una hilarante secuencia inicial, Relatos salvajes se propone el reto de hacer cine popular de la máxima calidad: "Shakespeare y Miguel Ángel fueron artistas muy populares en su época. A partir de los años 50 se levantó una muralla entre el cine de autor y el cine de masas en la que yo no creo. Las películas que me gustan, como El padrino, 2001 o El exorcista no tuvieron ningún problema para llegar a su público". Lanzado al estrellato mundial, Szifrón prepara, nada menos, una película de ciencia ficción de cuatro capítulos, situada en Buenos Aires, titulada El extranjero, y una película romántica, La pareja perfecta. Prepárense para la catarsis colectiva.