Image: Jacques Audiard: La frustración no tiene otra forma de expresarse que la violencia

Image: Jacques Audiard: "La frustración no tiene otra forma de expresarse que la violencia"

Cine

Jacques Audiard: "La frustración no tiene otra forma de expresarse que la violencia"

El cineasta francés relata en De óxido y hueso el romance entre un luchador clandestino y una entrenadora de delfines discapacitada

12 diciembre, 2012 01:00

Jacques Audiard. Foto: archivo.

Jacques Audiard (Paris, 1952) es uno de los cineastas más prestigiosos de Europa gracias a títulos como Lee mis labios (2001), De latir mi corazón se ha parado (2005) y la reciente Un profeta (2009). Su nuevo filme, De óxido y hueso supone un doble salto mortal al contarnos una historia ciertamente peculiar, el romance entre un vigilante de seguridad que gana un sobresueldo luchando en peleas clandestinas sin reglas ("a hostia limpia", como dice él mismo) y una entrenadora de delfines y orcas de un parque acuático interpretada por Marion Cotillard que pierde las piernas en un accidente. Audiard vuelve a indagar en ese mundo de marginación al filo de la ley en una película de un sutil romanticismo que no alcanza sus mejores gestas pero tiene capacidad para conmover.

Pregunta.- La película es ante todo una historia de amor.
Respuesta.- Después de dirigir Un profeta me quedé con la frustración de trabajar con personajes femeninos. También deseaba intensamente contar una historia de amor que es la base de esta película. Al leer la novela de Craig Davidson (en la que está inspirada la película) me gustó su universo con esos personajes rotos pero tuvimos que hacer muchos cambios para ello. Ahí no había ningún romance y quien perdía las piernas era un hombre, no una mujer.

P.- Es una película extrema desde su propio planteamiento.
R.- Son personajes más grandes que la vida, yo los veo como héroes de estos tiempos de crisis en que vivimos. La dificultad era combinar dos dimensiones. Por una parte, esa estilización que vemos en escenas como las de Marineland o los combates de boxeo, y al mismo tiempo no perder de vista el realismo. Nos vemos en esa frontera en la que si te pasas de realista puede parecer demasiado duro y si te pasas de estilizado, inverosímil.

P.- La figura del discapacitado pocas veces es presentada en un contexto realmente romántico, no tiene nada que ver con la compasión habitual como en Intocable.
R.- No he visto Intocable, se estrenó cuando preparaba esta y preferí pasar de ella. A la hora de plantear un tema tan excesivo el modelo sigue siendo Freaks de Todd Browning. La pregunta es cómo contar algo parecido en una sociedad como la actual. Los problemas que vivimos hoy en día acentúan esa condición de héroes.

P.- Es un drama en el que los cuerpos de los protagonistas adquieren un gran significado, todo sucede a través de lo físico.
R.- Los cuerpos son muy importantes, esos cuerpos rotos y apaleados. La protagonista al principio siente lástima por ella misma, se refugia en la autocompasión, es una reacción muy comprensible. Pero a mí me interesaba la forma en que ese cuerpo mutilado se convierte en un objeto erótico. En el caso del protagonista, es un bruto, es una persona que no sabe expresarse con palabras y es su cuerpo el que habla.

P.- La frustración es un tema esencial, eso y cómo puede generar violencia.
R.- La frustración no tiene otra forma de expresarse que no sea la violenta. Ellos mismos no son conscientes de ello pero es la raíz de esa agresividad que les sobrepasa. Lo interesante es ver cómo se confrontan dos personas tan distintas. Cada uno a su manera va encontrando la forma de hacerse fuerte mentalmente y salir de su papel de víctimas. Es un proceso por el que encuentran su autonomía mental después de asumir que llega un punto en el que estás siempre solo con tu mierda.

P.- A pesar de lo truculento que es todo, es una película con final feliz.
R.- A todos nos gustan las tragedias, sobre todo cuando cuentas una historia como ésta pero es más fácil dramáticamente. Yo la veía como la historia de un niño que acaba encontrando a una madre. Hasta cierto punto, podríamos hablar del cuento que le cuentan a ese hijo indefenso sobre el amor de sus padres. Están los monstruos y los ogros porque también tiene ese tono de fábula.

P.- Hay un aspecto dramático: el protagonista, de clase obrera, se dedica a espiar para las corporaciones a otros como él.
R.- Los pobres vigilan a los pobres, es terrible. El protagonista es un oportunista que no ha pensado nunca en lo social o en lo afectivo. Sus relaciones con las mujeres, aquí te pillo, aquí te mato, dan una buena idea de ello. Por eso no podía haber un final trágico porque es un personaje que avanza a lo largo del filme, que acaba descubriendo quién es y lo que importa gracias a esa mujer.

P.- Es curioso que en tantas películas suyas las discotecas tengan un papel tan presente.
R.- En el caso de un personaje como él es bastante lógico que termine en un club. A mí la vida nocturna siempre me ha gustado mucho: la música, la belleza de la gente... me resulta muy fácil imaginarme en una discoteca y son como un microcosmos de la sociedad con esa lucha que se establece. La discoteca que aparece existe en la realidad, es un lugar muy popular de la Costa Azul.

P.- Marion Cotillard tiene el papel más complicado. ¿Qué instrucciones le dio?
R.- No hicimos ensayos y comenzamos a trabajar el primer día de rodaje directamente. Marion había trabajado mucho por su cuenta y lo único que le pedí es que rebajara el tono dramático para que el filme no quedara demasiado excesivo.