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Otras pantallas por Carlos Reviriego

'Family Romance, LLC', absolutamente Herzog

Mubi estrena la nueva película de Werner Herzog, una historia de suplantación familiar en la que lo cómico y lo dramático, lo inimaginable y lo verídico, se intercambian sin solución de continuidad

7 julio, 2020 16:28

A vista de pájaro, solo el concepto, ya es absolutamente Herzog: un actor que interpreta a un actor contratado para ocupar roles familiares en la forma de una ficción con las pulsaciones (y esencias) de un documental. Capas y capas que se superponen para diluir el acto de la representación en un magma de complejas mascaradas: narrativas, visuales, fílmicas... Japón, su tradición cultural en diálogo con su eclosión tecnológica, sumado a la alteridad lingüística, actúa como escenario de una brillante, a veces genial fábula sobre la virtualidad de las relaciones sociales. La película se titula Family Romance, LLC, es el último trabajo del gran cineasta Werner Herzog, y puede verse en Mubi, en su estreno mundial, a lo largo de todo el mes de julio. Es magnífica.

El actor protagonista, probablemente el catalizador del filme, se llama Ishii Yuichi. Es el propietario de la agencia japonesa Family Romance (en la realidad y en la ficción), que ofrece los servicios de actores que simulan encarnar roles familiares como el que “escenifica” el caso central del filme. Una joven madre contrata a un actor para ocupar el papel del padre que desapareció cuando su hija tenía dos años. Ahora tiene doce. El filme arranca con ese “reencuentro”, precisamente, el de Ishii y Mahiro, desde los cielos, un dron que sobrevuela la ciudad y los cerezos en flor y desciende hasta encontrar al falso padre en el puente, esperando a que llegue Mahiro, a quien le hará creer que es su padre y que ha vuelto para quedarse.

Otras películas han tratado dramática o cómicamente esta premisa de suplantación familiar. Pensamos obviamente en Familia de Fernando Leon, donde un señor muy solitario contrataba a varios actores el día de su cumpleaños para que se hicieran pasar por su familia. En todo caso, a Herzog le interesan otras cuestiones. Aparte de que el drama que pone en marcha lleva más lejos sus efectos, acumula toda una serie de situaciones en la ciudad nipona que construyen un discurso mayor sobre las virtualidades y simulacros que conforman las dinámicas de la sociedad contemporánea. Lo cómico y lo dramático, lo inimaginable y lo verídico, como es característico en el cine del autor bávaro, se intercambian sin solución de continuidad.

Un hotel de tecnología robótica punta (como si el sueño eléctrico de Segundo de Chomón se estuviera haciendo realidad), atendido obviamente por robots, o el modo en que Ishii se hace pasar por un empleado de tren para asumir la responsabilidad de una negligencia que ha cometido el ferroviario que le ha contratado, devienen en secuencias supuestamente imaginadas, pero que están plenamente basadas en casos, escenarios y personajes reales. Cada “situación laboral” en el caso de Ishii retrata una forma de excentricidad de la naturaleza humana. El trabajo que acepta haciéndose pasar por el padre de Mahiro se convertirá, sin embargo, en una verdadera “situación existencial”.

El filme navega con frágil equilibro, sin pertenecer a ninguna de ellas, por las aguas del mockumentary o falso documental, del docudrama y la ficción especulativa. No pertenece a la vertiente documental tan característica del autor de Grizzly Man, sino más bien a sus excéntricas, incatalogables ficciones, que generalmente siempre tienen un reflejo o base documental. No hay voz en off ni entrevistas a cámara, todo es una escenificación de situaciones de naturaleza ya de por sí performativa. Se trata de un círculo que se cierra sobre sí mismo. Mubi nos permite disfrutar del filme en streaming con una interesante introducción previa y una entrevista posterior con el director.

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