La columna de aire por Abel Hernández

La nueva internacional latina, digital y oceánica

10 octubre, 2014 20:01
En el post anterior nos quedamos escuchando el recién publicado tercer álbum de Chancha Via Circuito. Quizá podría resumirse éste, Amansara (del verbo amansar), diciendo que logra reproducir un sistema temporal muy distinto al que rige nuestra vida hoy. Sus canciones cíclicas parecen interrumpir el cada vez más acelerado tiempo multi-pantalla actual para llevarlo a un trance hipnótico de otro mundo. El de esa pulsación de los vientos y las tormentas, de las aves, los ríos, las estaciones, las rocas y las tierras de cultivo, el de las metamorfosis del reino vegetal. También el de la gente que vive más cerca de todo ello. La música de Amansara  casi permite atisbar la cosmovisión de esa otra aldea global que llegó a existir hace siglos: la civilización rural pegada a los periodos de la naturaleza, a los nombres y a los sonidos, formas, colores, olores y sabores inmutables y cambiantes de las cosas básicas. Suena a camino a pie con el ganado, a cielos con luminarias de estrellas, a selvas, nieblas, desiertos y páramos hirviendo en polvo. También resuenan ecos de ese otro pulso distinto, del contacto con fantasmagorías y el mundo de los muertos, de fiestas-ritual en lugares remotos para santos igualmente remotos, de chamanes y cultos del yagé. Suena a ecos de un pasado latinoamericano pre-industrial, casi pre-urbano, mestizo, sincrético, desprovisto en lo material, socialmente apaleado, pero sabio en lo espiritual. “Hecho rigurosamente cierto que, sin embargo, parece fantástico", así parece ser que definió en cierta ocasión García Márquez el centro del llamado “realismo mágico”. Algo así es lo que ha atrapado con sus composiciones el bonaerense Pedro Canale. Sí, pero entonces hay que explicar inmediatamente que, a la vez y sin atisbo de paradoja, Amansara también suena a banda sonora incrustada en el rabioso presente. Como si fuera el sonido que escuchara un viajero hechizado en una máquina del tiempo; o, mejor, como si un robot de última generación procesara ese registro del misterio pasado. Amansara tenía complicado estar a la altura de las dos píldoras adictivas que había ofrecido como adelanto. Esa maravilla de Coplita con la que nos despedíamos la semana pasada, con la voz de Miriam García, brújula en la senda de los cantos atávicos del noroeste de Argentina. Y el potencial éxito masivo de ese híbrido (pop, cumbia, dub, digital) sueño caribeño que es Jardines, interpretada por la colombiana establecida en Canadá Lido Pimienta.
Pero se puede sacar mucho jugo de sus partes instrumentales (TarocchiGuajaca y en especial el fantasioso vapor de Sueño en Paraguay con su arpa, la cristalina Sauce y la selvática Coroico) así como el potente hip hop de Camino de posguerra que entra como una exhalación con su ritmo de tambor legüero y pizcas de metal, su detalle melódico jamaicano y el flow de la MC y activista argentina Sara Hebe. Entre flautas, sintetizadores, ecos, percusiones, bajos golpeadores, crujidos de microchips y madera, los detalles poco a poco van desvelándose con las sucesivas escuchas y el disco va desperezándose en su aparente sencillez, en su invisibilidad camuflada, como el paisaje escondido del suelo de la selva. Finalmente, Amansara, más orgánico e interpretado, menos sampleado que su anterior LP, no queda por debajo de tal predecesor, el admirable Río Arriba (2010) que catapultara internacionalmente la figura de Chancha Via Circuito, especialmente tras la inclusión en un momento cumbre de la última temporada de Breaking Bad de su remezcla de Quimey Neuquén.
El éxito de esa remezcla de la añeja e indigenista Quimey Neuquén (canción del poeta y cantante descendiente de mapuches Marcelo Berbel y Napoleón Milton Aguilar grabada en 1967 por José Larralde, cantautor folklórico argentino con antepasados árabes y vascos) tras aparecer en una serie gringa de impacto global, no deja de ser una buena metáfora de lo que ocurre con Chancha Via Circuito. Igual que la trayectoria de éste representa a la perfección lo que está ocurriendo con esa música nueva que está surgiendo desde las urbes de América Latina del encuentro digitalizado entre la híper modernidad acelerada global y los orígenes culturales populares y folklóricos. Seguramente Pedro Canale aún no es muy consciente de que su proyecto acaso sea una de las tres o cuatro principales referencias a seguir ahora mismo para las nuevas oleadas de músicos latinoamericanos. De esos que están usando su capacidad de auto-producirse música con accesibles herramientas de procesamiento digital y un sentido musical basado en la herencia dance y techno, para acercarse a esa clase de raíces culturales y a ese realismo mágico. Un bagaje de ritmos y sonidos ancestrales y otros surgidos en el siglo pasado como la tan protagonista cumbia colombiana y todas sus derivaciones mexicanas, peruanas o argentinas, o el reggae y el dub jamaicanos. Una pócima universal ya que todo ello es procesado y esquematizado con cierto minimalismo y reparto de frecuencias, efectos y espacialidad virtual. O sea, con ese arte y artificio secuencial de la llamada música electrónica, música por excelencia de la globalidad, que no deja de reinventarse pero ya casi va camino de veterana. Pedro Canale dio sus primeros pasos pinchando y haciendo remixes bajo el techo del club Zizek que había comenzado como fiestas organizadas por dos DJ de Buenos Aires y un norteamericano errante que reaccionaban contra las leyes restrictivas contra el baile que las autoridades comenzaron a imponer tras el trágico incendio del Club Cromañón, en 2004. Zizek terminará por asentarse en la capital argentina. Sus organizadores buscaban desde el primer momento explorar, mostrar y difundir nueva música latinoamericana y bajo una premisa conceptual clara: atender a aquella que exploraba la fusión de las raíces con música electrónica global. Zizek nace por tanto pegado a esa búsqueda que ya había sido emprendida por el aún muy activo y determinante Gaby Kerpel en discos como Carnabailito de 2001, y aproximado por Marcelo Fabián y otros músicos del entorno del electro-tango, o por mexicanos como el colectivo Nortec de Tijuana, con su mezcla de electrónica con norteña y otras músicas tradicionales y populares como la tambora sinaloense, el Instituto Mexicano del Sonido o Toy Selectah. O incluso como el holandés Dick Verdult, Dick El Demasiado, en su momento asentado en Argentina (ahora en Aragón) con sus cumbias experimentales. La cumbia electrónica, el raverton o el tribal guarachero se desplegaban en lo que daría lugar a esa escena que ha acabado por llamarse con el difuso término de cumbia digital 2.0, una segunda versión que tiende a construirse en procesamientos mediante software de aquella otra primera hornada más basada en teclados, percusión electrónica y sampler. Y también acostumbra a ser más psicodélica y misteriosa. Canale vivió de cerca la implosión y explosión de varios músicos-productores-DJ en Zizek, se impregnó bien junto a otros como Villa Diamante o Fauna, pronto fue uno de ellos, y en seguida pasó a ser protagonista como Chancha Via Circuito. Sobre todo vivió en primera persona el paso que dio el club Zizek en 2008 al montarse el sello discográfico ZZK. Algo después, su Río Arriba fue uno de los elementos esenciales que ayudaron a convertir a ZZK en la referencia principal que es desde hace un lustro de esa cumbia digital 2.0. Ahora, en 2014, de nuevo la música de Chancha Via Circuito parece enmarcar o reflejar el momento en que se encuentra la escena. Un momento de madurez artística que corre paralelo al de internacionalización más allá de la región Latinoamericana. En ese sentido parece obligado fijarse en el hecho de que Amansara sea el primer disco que Canale no publica en su sello nodriza ZZK, sino en la pequeña compañía de Brooklyn, EEUU, Wonderwheel (en Europa lo licencia el sello belga Crammed). Además no para de girar por el mundo. En mayo de este año ya estuvo por el viejo continente (visitando Suecia, Francia, Portugal y España) y, tras presentarse en varias citas importantes de EEUU, ahora anda tocando por el Cono Sur (Chile, Argentina y Colombia) mientras prepara una segunda mini-gira europea del año (en Zaragoza, el 7 de noviembre y en Madrid, el 15) que se cerrará en el Festival Transmusicales de Rennes. No es el primero ni será el último en emprender el vuelo cosmopolita dentro de una escena Global Bass cuyo peso y dimensiones resultan cada vez menos calculables. Por ejemplo, desde el año pasado cuando publicara su álbum Viene de mí, La Yegros, proyecto que produce el mencionado veterano Gaby Kerpel (King Coya) para la voz de Mariana Yegros, con su mezcla de esa especie de cumbia del norte de Argentina llamada chamamé y de milonga con electrónica y también con aroma tropical, reggae, dancehall y música árabe, empieza a consolidar un público en Francia o Bélgica y da una gira con más de 50 fechas, una buena parte en Europa. En ello siguen: el 24 de octubre estará en la Sala Caracol de Madrid y 25 en el WOMEX de Santiago de Compostela. Otros integrantes de la escudería ZZK como Frikstailers o El Remolón también han volado fuera de Sudamérica recientemente. La internacionalización no deja de ser una ampliación de lo plurinacional que ya era esa escena en Latinoamérica. Pero se ve también en cómo una parte de ésta, sin llegar a abandonar el influjo de la cumbia (esa especie de pegamento sonoro y rítmico de la región), sí amplía sus horizontes de recuperación e inspiración tradicional. Amansara nos sirve como guía en esa ampliación notable de influencias electro-folk más allá de la cumbia digital. Nombres consolidados como los peruanos Dengue Dengue Dengue!, sin duda una de las propuestas más fascinantes que han emergido de ella, escapan intencionadamente de su corsé, por elástico que sea, y con su último EP Serpiente Dorada (publicado por el sello portugués Enchufada) se acercan a ritmos africanos, fijándose en el sonido afro-peruano y en el Kuduro angoleño de Buraka Som Sistema. Amansara de Chancha Via Circuito no deja ser el broche de la excelente cosecha en 2014 de escena de folklore digital 2.0. En los últimos meses se han publicado varios trabajos importantes de esta música de bailes. El entorno de ZZK ha rugido a toda potencia con discos como el EP de Frikstailers Crop Circles, el álbum Selva del ya experimentado El Remolón o el mencionado éxito de La Yegros. Pero el despegue de esta parte sustancial del Global Bass coincide también con el trabajo recién salido del horno del proyecto peruano Elegante & La Imperial El Sonido de las Lobas y con el interesantísimo proyecto dirigido por Diego Gómez de la discográfica colombiana Llorona Records Dub de Gaita: El Fin del Mundo Vol.1, donde se ha conectado el folklore colombiano de unos magos de la flauta indígena, Los Gaiteros de San Jacinto, con el legendario productor londinense Adrian Sherwood, jefe del sello y estudio On-U Sound. Por último, ello coincide plenamente con una nueva generación que está surgiendo y que empieza a mostrarse. Músicos muy jóvenes como Animal Chuki o Super Guachin (ambos en ZZK) cuyos principales referentes de modernismo ya no son artistas foráneos de su región sino precisamente los latinoamericanos de la generación de Chancha Via Circuito. El impacto y encaje global atrae a nuevos talentos, multiplica las opciones de combinatoria estilística y permite las conexiones entre toda la región. ¿Será 2014 un año bisagra? Desde luego parece un momento de amplitud y diáspora estilística positiva, un momento de expansionismo que no parece tener fin, que se despliega, dando lugar a una de las ramas musicales más fructíferas y, quizá por ello, polémicas de las últimas décadas. Un auténtico nuevo mundo lleno de especies y especias desconocidas que es algo más que una puesta al día del orgullo folklorista latinoamericano. Creatividad en cadena, contagiada como un baile. Tanto que la escena se vuelve inabarcable. A la hora de intentar hacer un resumen de la misma no dejan de surgir nuevos nombres, matices de producción, variantes de sonido más electrónicas o menos, influencias de distintos tradiciones. Podría hablarse de micro-escenas nacionales, de por qué países como Venezuela, Chile y Colombia parecen menos fértiles en esta escena que en otras como la del pop de producción inquieta, la música electrónica conectada con las corrientes más internacionales o, incluso, una variante de nueva cumbia pero abordada desde el rock psicodélico y surreal y desde el revivalismo. Cuesta ver como parte de esa propuesta de folklore electrónico a proyectos sin duda cuidados y por momentos muy interesantes como los colombianos Los Pirañas, Frente Cumbiero, Meridian Brother u Ondatrópica; o, en otro plano, Kumbia Queers de Argentina, o la gente del colectivo de Ciudad de México Supercumbia Futurista con Sonido Desconocido II o los imprescindibles Sonido Changorama (D.E.P., Zaratustra Vázquez) y su mezcla de política, humor y baile para la revolución, casi todos más pegados al rock y métodos y sonidos distintos. ¿Cómo afecta el florecimiento local de unas músicas en que no salgan otras? No hay hueco aquí para tratar de explicarlo. Quizá en otra ocasión.   Apéndice: Un intento de navegación, un rayo láser en la selva De momento, siguiendo la guía de Chancha Via Circuito, con mirada hermanada pero extranjera y sin duda ignorante, con la limitación sumada de no conocer la escena sobre el terreno, nos permitimos brindar este listado de posibles nombres que no intenta ser un catálogo completo ni una relación exhaustiva sino más bien una aproximación plural a esta corriente global, diversa y suculenta. Se agradece cualquier aportación. Por ahora, estos son los hitos de la ciudad que encontró nuestro rayo láser en la tupida selva. Villa Diamante: DJ y productor Diego Bulacio, fundador de Zizek, cruza cumbia, reguetón, dubstep y dancehall. Su último trabajo (2012), Empacho Digital, casi nos sirve como título para esta lista. Frikstailers: Dúo de Córdoba, Argentina, ahora emplazados en México. Desde el 2008 definen su música como “electrónica tropical extraterrestre”, adictivos y psicodélicos encuentros en la tercera fase del baile en su último EP Crop Circles. La Yegros: el mencionado proyecto de mezcla de folclore con sabiduría y experiencia electrónica. Van camino de ser los más populares en la escena global. Con su último LP Viene de mí  han logrado un importante tirón. King Coya: proyecto individual del histórico productor y DJ argentino Gaby Kerpel de experimentación electrónica con el folklore del norte de Argentina, también conocido por su incesante labor de remezclador. Ritmos andinos, cumbias, bombos legüeros y loops . El Remolón: proyecto ya veterano del productor Andrés Schteingart, uno de los fundadores de la cumbia digital. Su último disco Selva (2014) resume muchas cosas de esta escena. Cumbias peruanas, cantos chamánicos, copla andina, dub y la psicodelia. Alquimia neotropical. Tremor. El proyecto capitaneado por Leo Martinelli es otro de los históricos de la nueva latintrónica. Suma de instrumentos acústicos (charango, acordeón, bombo legüero, violín, ronroco) y experimentación sonora para dar lugar a malambos chacareras, sachas y  huaynos electrónicos tocados por glitchs, música concreta y aires de IDM. Discográficamente inactivo desde la recopilación de remixes Para armar (2011). The Peronists: el electro-folk del DJ y productor del Tucumán argentino Federico Sánchez donde conecta la iconografía histórica de Argentina y los Andes profundos usando techno, ritmos tropicales, krautrock, reguetón y cumbia. Electrocumbia justicialista como un artículo de coña. Los Reyes De La Milanga: incipiente y prometedor proyecto de Ramiro Aquiles, de Córdoba, Argentina. Remezcla y mixtapea mientras da forma a su primer álbum de temas originales. Tu Guaina: multi creativo y prolífico artista de Misiones Argentina, que viene del mundo VJ y produce temas de tropical bass y cumbia-dubstep. Sacó el EP Hola! en 2012, en el sello peruano Folcore, pero después ha seguido remezclando y subiendo temas a su soundcloud. Makina y Orquesta: de regreso a su país, Hernán Ambrogi, productor, DJ y guitarrista argentino que organizaba las mejores fiestas de cumbia en Ámsterdam (Fantástica), se centra en su proyecto musical. Tras haber construido temas de house, dub con guiños de moombahton a partir de samples de chicha peruana, cumbia clásica colombiana, bullerengue y cumbia argentina “villera”, ahora prepara su primer LP donde mezclará electrónica, bandoneón y guitarra criolla con las referencias de Atahualpa Yupanqui, Murcof y el Deep House. Super Guachin: los jóvenes hermanos Brasolin de Mendoza, Argentina, mezclan dub, dubstep, chiptune y techno roto y fragmentado con cumbia digital para construir lo que llaman chipcumbia. Por despegar. SidiRum: muy interesante proyecto paralelo electrónico de Nicolás Bruschi, experimentado cantautor rock de la provincia de Buenos Aires que ha encontrado en la herramienta digital un nuevo cauce de expresión para una cumbia y otros ritmos de folklore de vuelos cósmicos y ecos dub. Ha publicado en el netlabel de Santiago de Chile de vocación latinoamericana Regional (que es parte de un colectivo muy activo en la producción de eventos y fiestas, la música y las artes visuales). DASH Slktr: igualmente emparentado con el sello Regional, este experimentado blogger, organizador de fiestas, productor y Dj de Cali, Colombia, llamado Diego Arias, ha derivado desde el house y el progressive a una mezcla que incorpora cumbia, moombahton y zouk bass. Cero39: Mauricio Álvarez, maneja samples del folklore de la costa norte colombiana, sonido de la cultura negra colombiana, campesina, indígena y de favela y mezclados con downtempo, funk, reggae y breakbeat, para crear atmosféricos temas de psicodelia electrónica. Orihuela M.S.S.: alias del joven DJ Raúl Orihuela, asentado en la Ciudad de Puebla, México, ha comenzado a darle fuerte a una cumbia sonidera digital descoyuntada, divertida y experimental que promete mucho goce. Javier Estrada: Uno de los nuevos héroes del Global Bass mexicano, este jovencísimo DJ y productor de Monterrey, se va incluso a los rincones ancestrales de los instrumentos precolombinos, sin dejar de lado el norteño, la cumbia, el tribal guarachero, boleros, mariachi y otros géneros populares de su país, que realmente acaparan la atención en su mezcla digital. Mantiene una postura de máxima independencia con respecto al mercado y los intermediarios, subiendo su enorme proliferación de canciones a la red de redes, y casi siempre gratis. Dj Chakruna: desde Lima este experimentado músico, también productor y DJ ha entregado discos como El Sonido Brutal o Chakruneando donde da con una mestizaje novedoso entre cumbia amazónica de guitarras o chicha, la onda dembow dominicana y el sonido espacial y entre Terror negro y el netlabel venezolano-peruano El Flying Monkey Records. Dr. Paniko: obsesión de samples en bucle, guiños irónicos, electrónica dura, aromas peligrosos, cumbia arrastrada y discos como Lokumbia de un remezclador solicitado que hay que ubicar dentro de la parrilla de Terror Negro. Elegante & La Imperial: el proyecto del productor peruano Daniel Martinetti de cumbia digital de múltiples caras ya comentado en este post. Acaba de sacar El Sonido de las Lobas con el limeño Colectivo Auxiliar. Animal Chuki: también nos hemos referido a ellos. El dúo compuesto por Andrea Campos y Daniel Valle es uno de los valores emergentes y de estos recicladores digitales de cumbia del amazonas, cuartetazo Argentino, vallenato colombiano y otras músicas. Empezaron en el sello Folcore pero su último EP lo han sacado con ZZK. Dengue Dengue Dengue!: el dúo formado por los siempre enmascarados Felipe Salmon y Rafael Pereira quizá sean, junto a Chancha Via Circuito, el nombre más representativo de toda esta comunidad musical. Empezaron con una infusión de cumbias en dancehall jamaicano y techno de aires psicodélicos y tribales pero en su último EP Serpiente Dorada se alejan algo de la predominancia de la cumbia para desplazarse hacia el moombathon, el zouk bass y el folklore afro-peruano. Tremendos. Sonidos Profundos: reciente proyecto donde Eduardo Otayza (también desde Lima) combina reggae dub y cumbia (la llamada dumbia) con folklore y algo de hip hop. Sonidos profundos y ahumados. Deltatron: seudónimo de Paz Ferrand, dueño del netlabel peruano Terror Negro y artista que trabaja en diferentes formas de licuación de electrónica, zouk, moombathon y cumbia digital y dumbia, recuperando el sonido de las guitarras punteadas herencia de la chicha. Qapac: muy poca información sobre este singular y prolífico proyecto peruano que parece haber arribado hace meses a la cumbia digital con samples, sintetizadores y guitarras, aire forzadamente añejo pero atemporal y momentos de vocación jazzy, experimentales o cercanos al chill-out. Qechuaboi: desde Lima, Perú, a través primero del netlabel Cabeza!), luego de Folcore y más recientemente de Terror Negro, Qechuaboi genera cumbia peruana digital pasada por música de baile global, hip hop y zouk, en parte basada en técnicas de improvisación. Suena a peligro. Tribilín Sound: Álvaro Ernesto, la mente tras de Tribilín Sound, es todo un veterano de la escena peruana y uno de los varios DJs y productores que han impulsado el sonido latino en la electrónica local. Mezcla folklore andino y chicha con tropical bass, cumbia digital y dancehall. Ha colaborado con Regional, con Terror Negro y más recientemente con Folcore.

Esto podría no parar. Podríamos fijarnos en lo que pasa en los límites y perímetros más exteriores del folklore digital, por ejemplo en un recopilatorio como La Psicotropia de Pakapi Records con nueva cumbia cósmica y experimental de Chile (False Sir Nicholas), Perú (Efraín Rozas, Tomás Tello, Diego Bodego), y Argentina (Panchasila, Los Siquicos Litoraleños, Ø+yn). O, por irnos más lejos, lo que hacen en Alemania René Gamez y Pocho Gonzalez con su plataforma de distribución Kúmbale o el sello berlinés Chusma Records o el DJ Andrés Digital. Podríamos mirar hacia Holanda, al dúo holandés UMOJA o ese proyecto de nueva cumbia desde Ámsterdam llamado El Búho. Incluso viajar hasta Australia con el dúo de productores de Melbourne Cumbia Cosmonauts. Visitar en París a Pierre Lara (Pedrolito Radioglobal) o a Rafael “Rafiralfiro” Aragon. O quedarnos más cerca y reconocer la misión cósmico tropical de Chico Trópico como productores, difusores y organizadores, hablar de si el guatemalteco afincado en Madrid Meneo se encuentra en esta estela, o referirnos a ese colectivo y netlabel sito en Granada y secuestrado por el sonido latintrónico, la dumbia y el Tropical Bass llamado Caballito con los DJs Bigote (Daniel Martín) y (David) Grita, entre otros...

Y seguramente no habríamos hecho más que empezar. Y esta sensación de música oceánica no pararía nunca.

¡Tapas!

Anterior
Image: Secun de la Rosa

Secun de la Rosa: "El teatro vivo es el que entretiene, emociona y hace reflexionar"

Siguiente