La columna de aire por Abel Hernández

Usted está entrando en una zona 18+

24 enero, 2014 13:03

Como avanzábamos en la anterior entrada, la fuerza e importancia de este caso poco ordinario que es 18+ no reside sólo en la incuestionable gracia de su música. También está en la extraña coherencia de una propuesta que, curiosamente, no parece proponerse resultarnos coherente sino más bien lo contrario: desconcertante y en un primer momento escurridiza como mercurio entre los dedos.

 

18+ post 2.1. Firmado: anónimo

Lo primero que catapulta esa cada vez más estupenda música de 18+ es la máscara con que cubren el tibio anonimato auto-impuesto. Esa máscara que precisamente permite actuar con toda impunidad a quienes están tras los hilos, tras las siluetas ensombrecidas de los personajes de Sis y Boy, para ser ellos mismos con su voz, sus letras y su actitud o para fingir serlo a su antojo y sin necesidad de una coherencia artística.

Los métodos de enmascaramiento y camuflaje que emplean son los habituales en los espacios de ilusión de las realidades virtuales (mutiversos como, especialmente, Second Life, videojuegos realistas con conatos erótico-festivos, espejismos pornográficos, encuentros virtuales, redes sociales…) para la construcción de una intimidad que está a la vista de todos pero donde se permiten hablar sin tapujos de privacidades del cuerpo (sexo, drogas, etc.) así como pisotear ciertos tabúes hasta quizá llegar a quebrarlos. Como sucede en esa parte de la vida real que funciona dentro de lo virtual y la Red, semejante anonimato les permite además cometer poco dañinas infracciones del copyright, con la apropiación y el robo casi plunderfónico (por poco disimulado) de recursos de imagen y sonido tomados de otros. Dice Sis: “pensamos que hay suficiente material ahí afuera para poder procrear, que no es necesario que lo hagamos nosotros para empezar algo. Hay lo suficiente para usarlo y editarlo a nuestro gusto”.

A un nivel más profundo, 18+ funciona como si fuera uno de esos mundos paralelos que dan vida a un ámbito para la realización de las fantasías, un juego que nos permitiera realizarnos con sinceridad en nuestra identificación o contrariedad hacia ellos y los temas que tratan. Al escuchar su música y ver sus vídeos entramos en efecto en un área 18+ donde las normas oficiales cambian.

La relación con los modos e interfaces de todos esos alter-mundos propuestos es tan evidente en su caso porque además suelen emplear la estética y los recursos de esas mismas formas de realidad alternativa. Lo hacen con videoclips que son algo más que un aditivo de imagen para su música. En esos videos “encontrados” en diferentes fuentes online, acostumbran a aparecer strippers o bailarinas de imagen generada por ordenador, en playas o lugares vacíos, a veces contrastando con alguna imagen de vida “real” documental y de 3D. En ellos se plantea de forma más explícita aún que en sus letras o actitudes musicales, el acto de ruptura con los roles de identidad de género y de raza. La negritud, como anhelo cultural y musical, como cliché de nuevo poder del cuerpo, y la híper sexualidad, como síntoma y como sometimiento y estrategia del mercado, son tan afirmados como denunciados. Burlados.

 

 

18+ es por una parte la auto-afirmación sincera de unas personalidades (contengan éstas más o menos autobiografía) a la vez que la máscara que permite esa misma afirmación. Al lograr que creamos en la existencia real de esa entidad inventada, su presencia en el mismo nivel de realidad que nosotros, cuestionan el entramado de irrealidad emocional en que nos desenvolvemos cada vez más, nuestra “cyborgización” mediante la conexión a la Red y, de forma paralela, nuestra voluntaria entrega a ser mercancía y hacer uso de los otros como tal. Y desde su manejo de la irrealidad, suponen una demanda constante, suplicante, de realidad, que además subrayan tanto en la ocultación de sus verdadera personalidad como en lo explícito de las letras o en el mismo modo de rapear freestyle. El cuerpo es el gran tema de fondo de las letras y el anonimato de Sis y Boy. El cuerpo real, sus impulsos, fluidos, intercambios, tensiones, repulsiones.

 

18+ post 2.2. Underground, por el camino de The Residents

El sistema de 18+ supone una revitalización de viejas estrategias del underground sobre todo en la ocupación de lo secreto mediante el uso de la metáfora. Especialmente recuerda a las de un grupo aún hoy demasiado poco atendido: The Residents. Sobre esa piedra esencial de la Historia de la música popular de los últimos 45 años tenemos pendiente levantar una columna de aire así que hoy no nos detenemos. Lo que aquí nos interesa es que, según la particular mitología de este grupo, The Residents tuvieron la experiencia de su vida cuando conocieron a un misterioso personaje de origen bávaro llamado N. Senada que les enseñó su Teoría de la Oscuridad. Ésta básicamente afirma que los artistas consiguen sus obras más puras al ser privados de la luz pública, con el mínimo feedback de cualquier clase por parte del exterior, del público. Sin ese público al que deberse los artistas son libres de crear aquello que para ellos es esencial y verdadero según su visión particular. La Oscuridad lleva al anonimato, propugnando la anti-fama. La Oscuridad protege de los caprichos del ego tanto la creatividad de los artistas como, en el caso de un grupo, en sus relaciones entre ellos.

Los paralelismos de 18+ con The Residents no se agotan en el uso acérrimo del anonimato y la forma contra-industrial de su relación con el público. Ni siquiera en el uso y abuso común a ambos grupos fantasma de lo fabricado por otros músicos. También se traduce en el interés por la tecnología al alcance de la clase media capitalista. Según han contado allegados suyos como el manager Homer Flynn, The Residents han estado siempre pendientes de cada nuevo invento que se ponía a tiro en el mercado corriente, empezando por las sucesivas grabadoras multipistas analógicas y siguiendo con los samplers, el MIDI y otras innovaciones digitales. En 1991 The Residents tuvieron un momento de gloria no buscada cuando publicaron Freak Show, un CD-ROM interactivo con que espabilaron el mercado del videojuego y de la primera e incipiente realidad virtual (la primera versión de SimCity es de 1989).

Con Freak Show llevaron a su máxima expresión uno de sus temas favoritos: el del raro, el excluido, el desdeñado por su diferencia, por su “anormalidad”. Con su novedoso planteamiento de realidad virtual escarbaban en esa parte en que nuestra vida corriente se vuelve inquietante, en ese punto en que lo familiar y lo consensuado por la norma social ya no lo es. Pero el Freak Show era como un espejo girado hacia el visitante. ”Todo el mundo viene al a reírse de los freaks y los geeks... pero nadie se ríe cuando se va". Permitía, que nos comprendiéramos como freaks.

 

 

The Residents trabajan con lo que Freud definió como lo inquietante, lo ominoso o turbador, es decir, ese punto en que lo cotidiano, lo familiar, lo que se entiende como normal se convierte en extraño, o en que la idea de algo extraño se apodera de lo cotidiano y se crea un espacio de repulsión, incluso de terror.

Pues bien, ahí pinchamos en otra coincidencia esencial. 18+ emplean lo virtual y la simulación de realidad de una manera parecida, que vincula su trabajo con las teorías, tan freudianas, de El Valle Inquietante del japonés Masahiro Mori: o sea el punto en que el parecido humano de un robot o una imagen generada artificialmente se vuelve siniestro para nosotros. Algo que tiene que ver con lo ominoso en muñecos o espacios de juego infantiles, con los maniquíes o con las figuras de museo de cera.

 

 

Pero Boy y Sis le dan un giro más a la tuerca hasta darle la vuelta. Su ubicación en la zona de la vida digital en que nuestros deseos se enmascaran para poder salir, donde ciertas pulsiones ocultas se dejan ver, su misma fabricación como una identidad anónima que les permite ser como quieren, sirve para sacar a la luz lo que nos es familiar pero normalmente permanece escondido, intramuros. Exhibiendo esos deseos propios y ajenos de represetación racial, sexual o de estilo de vida, los convierten en familiares, en no anormales. ¿Y no es exactamente eso lo que nos permite hacer la realidad digital: normalizar nuestra irrealidad emocional sólo al ser compartida mediante nuestros avatares más o menos ilusorios?

 

18+ post 2.3. Prada y los ovegrounds

Sin embargo, pese a conexiones con lo underground, 18+ es un proyecto que coincide con el paradigma de la música de eso tan difuso que tratamos de definir como los overgrounds: digamos la música (la cultura, en general) que se encuentra en las partes más finas e insignificantes de la larga cola del mercado; un crecimiento interminable de productos minoritarios que ocupan dispersos y mínimos nichos; big data al alcance de un clic, no secreto ni contrario a la cultura oficial y su gran comercio, pero sí ajeno a ellos e indescifrable por su multiplicidad y velocidad de recombinación y retroalimentación; que circula en superficie, por encima de esa cultura oficial y gran mercado, que los reconoce y toma de ellos los mecanismos económicos y tecnológicos que le convienen, que incluso contribuye a la corriente económica mainstream pero lo hace desde una posición que explora el límite, despreocupada de las reglas oficiales y más basada en el puro deseo productivo.

Cuadra, ¿verdad?. O nos engañan muy bien o en la producción de 18+ aparentemente no hay negocio directo, ni siquiera una celebridad o fama personalizada y es algo que surge de tapadillo aparentemente sin una estrategia comercial detrás. 18+ no sólo se saltan todos los antiguos intermediarios para contar con los nuevos (gratuitos e impersonales), sino que se saltan las mismas barreras o diferencias de estatus y categoría entre soportes o formatos. Igual les da subir un vídeo con imágenes robadas a Youtube que una mixtape o, suponemos, que vender una edición física. Se saltan las diferencias entre materiales propios y ajenos, entre instrumentos y sonoridad validados o no como de chispeantes y de moda. Como se saltan libros de estilo, normas y dobles líneas continuas de calidad cada vez que les conviene y construyen algo desde su Do it Yourself, desde la autoridad de su autodidactismo, sin distinción entre cutre, indie o mainstrean. Es un juego de superhéroes, son invisibles, son quienes quieren ser.

Un par de acontecimientos lucrativos nos hacen dudar por un momento para acabar por reafirmar esta conexión 18+ /Overgrounds. Primero Prada, en 2011 y luego Vogue Italia, el pasado diciembre, han usado su música con el consentimiento (y se supone que para buen lucro) de 18+. En el caso de la primera, además el grupo accedió a cambiar la voz original de Drawl ; por el susurro de la modelo Heidi Klum.

 

 

Parece una gran contradicción pero en realidad puede leerse como un caso de convergencia. Lo primero porque a poco que se piense uno encuentra que ese lujo de la alta costura o la moda de colección es algo cuyo sistema habita en el extremo minoritario de esa larga cola del mercado y utiliza herramientas muy parecidas a las de músicos como 18+. Además, porque indica cómo en la actualidad incluso la música más recóndita, esparcida por los solares despoblados de la ciudad sin límites, visibles y en superficie pero alejados del centro, influye o (desde el punto de vista opuesto) no puede escapar al mercado, ni siquiera cuando es tan poco publicitada y tan explícita en cuanto a sus temas.

La explicación de Sis: “Drawl ocurrió y entonces Prada se interesó por nosotros. Nos interesa bastante ver cómo esto puede extenderse por diferentes mundos como el pop, el arte o la moda.” En realidad, como afirma la artista Em Rooney en su interesante artículo del verano pasado para Art Papers 18+ Whatever Bodies, Races, and Things , no hay gran diferencia entre la inquietud que provocan las imágenes animadas de mujeres generadas por ordenador y la de esas maniquíes humanas robóticas, pálidas, y tan cyborg del anuncio de Prada.

 

18+ Fin

Esta nota de capitalismo y perversión del asunto de Prada denota cómo en el discurso de 18+ no hay ironía ni sentido del humor explícito aunque controlen un todo irónico de forma implícita. En su práctica artística (quiero decir, de su música y todo lo demás) hay una confrontación con las contradicciones de la representación que se dan especialmente en ese límite entre lo real y lo ilusorio que es el espacio de excepción de Internet. Y es una confrontación dramática, confeccionada y cosida a máquina mediante vísceras y pulsiones elementales.

Desde detrás de la máscara y de su juego de espejos entre lo que denominamos real e irreal, cada vez más confundidos, articulan una demanda de sinceridad, de crudeza que de otra manera quizá sería rápidamente desmontada y echo trizas por esa ironía nuestra tan contemporánea. 18+ dicen la misma verdad y la misma mentira en la que vivimos. Es autenticidad y sinceridad a partir de la artificialidad. Declaración de inocencia que contiene un mundo de asuntos ocultos. Una celebración de eso al tiempo que una denuncia. 18+ incurre en todas las contradicciones. Nada encaja del todo pero todo encaja por partes. Quieren ser un ejemplo prístino y lo consiguen. Como en el concepto de Guerrilla; de Lawrence de Arabia, son cualquiera desplazando el frente de combate mediante su propio movimiento hacia los márgenes, una especie de nuevo tercer mundo cultural-tecnológico y digital cuya invisibilidad, movilidad y excentricidad, o sea su salida del centro establecido, convierte aunque sea por los minutos en que captan y devoran tu atención, la periferia y el contorno del sistema en un nuevo centro.

Juan Ortín

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