El incomodador por Juan Sardá

24 horas en Gijón

21 noviembre, 2011 01:00

Me fui al Festival de Gijón dispuesto a pasar una semana de buen cine. Por desgracia, a veces en esta vida pasan cosas más importantes que ver películas y el domingo a primera hora me cogí un avión a Barcelona. De modo que, a falta de los dos últimos días en los que regresaré al certamen, lo que tendría que haber sido una crónica exhaustiva de un evento con una programación de enorme calidad se quedará en retazos de ello. Tanto que lo siento, siempre he dicho que la vida es mucho más importante que las películas y estos días lo he podido sentir de una forma especialmente clara. Al tema.

Llegué a Asturias y me fui disparado a la gala de inauguración. Lo siento, pero no me gustó. Apareció en escena un humorista llamado Pepe Colubí (cuyo nombre me sonaba lejanamente). Tenía tablas y soltura pero se dedicó a hacer chistes sobre el tamaño de la cabeza de Pedro Piqueras y los jaleos de Urdangarín (llegó a llamar a la familia real Los Soprano). No tengo nada en contra de que se hagan chistes sobre los monarcas, pero no creo que la inauguración de un Festival de cine sea el lugar más adecuado para ello. Además, si contratan a alguien que conozca un poco el percal, de verdad que el asunto da para infinitas gracias mucho más adecuadas.

La película que abría fuego era Take Shelter. Es uno de esos títulos que encandilan a cierta crítica por su "intensidad" y su lentitud, por qué no decirlo. Trata sobre un señor que se está volviendo loco y delira con que una tormenta va a arrasar con todo, su perro le va dejar sin brazo o su asombrada esposa le va a cortar en pedazos. También hay una niña muda. Take Shelter aborda la irracionalidad del miedo y cómo éste puede apoderarse de nosotros. El protagonista, Michael Shannon, se pasa todo el rato con una mueca de dolor y los ojos a la virulé, con lo que queda claro que su sufrimiento es intenso. Ironías aparte, hay cosas que celebrar en este filme, profundiza en un asunto grave, hay imágenes hermosas y, sobre todo, cuesta olvidarlo. Lo lastra, sin embargo, un ritmo que se acerca a lo soporífero y una cierta reiteración del mismo concepto que se vuelve cansina. Habrá que estar muy atentos a su director, Jeff Nichols, que con esta Take Shelter firma su debut.

También tuve ocasión de ver Buenas noches, España, la película que el enfant terrible filipino, Raya Martin, ha rodado en nuestro país, producido por el colaborador de El Cultural Gonzalo de Pedro. Martin, que no ha cumplido los 30 años y ya es fijo en Cannes, es el niño bonito de la crítica exquisita gracias a filmes como Independencia (2009). Su aventura española es una "antipelícula" en la que queda claro que a moderno no le gana nadie y en la que brilla, eso sí, su talento. La sala se quedó medio vacía (la deserción fue brutal) porque es cine duro. No vemos otra cosa que a Pilar López de Ayala y Andrés Gertrudix haciéndose carantoñas de pareja en un museo de Bilbao y el Reina Sofía, con una imagen distorsionada con filtros y efectos visuales. Tampoco hay diálogo, sólo se oye una música industrial que como la propia película es durita. Por el camino, frases que sirven como cortinilla que inciden en la leyenda negra de nuestro país como lugar de pasiones y grandes crímenes y otras ciertamente incomprensibles. Buenas noches, España es pura vanguardia y es una película realmente insólita.

Finalmente, una de los protagonistas de Gijón este año es Bertrand Bonello, refinado director francés que yo desconocía. Se proyecta toda su filmografía y yo vi su última película, L'Apollonide. Trata sobre un burdel francés del siglo XIX y es brutal, Bonello, que es un cineasta inspirado e inteligente, describe con belleza y suntuosidad las alegrías pero sobre todo las muchas miserias de un prostíbulo de lujo en el que mujeres bellas sueñan con ser rescatadas por clientes ricos mientras enferman, contraen deudas o son atacadas por sus amantes. Es un filme intenso, inteligente y a ratos muy brillante que refleja con sensibilidad y sabiduría las vidas de una mujeres maltratadas por el destino cuya labor consiste en hacer felices a los demás. El final es tirando a terrible, con una llorera con lágrimas de semen y un símil con la actualidad fuera de lugar. Este pequeño pero no empequeñece los méritos de un filme sumamente interesante que ojalá encuentro distribución en nuestro país.

LGK

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