A la intemperie por J.J. Armas Marcelo

La Evolución y Dios

31 octubre, 2018 11:22

La semana pasada tuve uno de esos privilegios epifánicos en los que se transforma un simple almuerzo de camaradería cuando uno de los comensales, el físico Francisco Sánchez, creador y, por tanto, fundador del Astrofísico de Canarias, es un genio. A primera vista no lo parece, pero quien conoce la biografía magnífica de Sánchez sabe que no estoy exagerando: es uno de esos hombres geniales que te hacen recuperar la esperanza de ser humano y la alegría de vivir. Habla y todo lo que dice es una verdad tan lógica y perseverante que derrumba tanta falacia, esa manía que hoy ha hecho, por ejemplo (y de eso hablamos mucho), que la picaresca y el "listo" hayan sido considerados socialmente como inteligencia viva. Como escribía Conrad al final de El corazón de las tinieblas, "¡El horror, el horror!".

Hablé con el doctor Sánchez de mi actual desazón con el ser humano, de la evidencia que el mono caníbal que llevamos dentro desde el principio de nuestro ser se ha vuelto a hacer cargo del mundo, que triunfa más que nunca el ladrón y el criminal, que desde hace veinte años vivimos una etapa, espero que temporal, de regresión terrible, en un riesgo constante, lleno de miedos nuevos y viejos. Hablamos de la evolución y de Dios; no el Dios de las religiones conocidas, las monoteístas y las otras; no el Dios en nombre del cual y por el que, a lo largo de los siglos, los seres humanos nos seguimos matando para regresar al canibalismo animal que fue nuestro origen; hablamos de otro Dios, cósmico, lleno de brumas sin tiempo, un esbozo de la Eternidad, un agujero blanco en el tiempo... Hablamos de Dios y Francisco Sánchez unió lo imposible en una sobre frase: "Sí hay que creer en Dios, yo diría que es la Evolución". Dios, ese invento eterno del que muchos dudamos todo, del que otros muchos no creen nada y en el que también muchos millones de gentes siguen creyendo con una fe frenética que no encuentra barreras. Hablamos durante horas. Otra de las epifanías que esa tarde gloriosa: saber que España, que hace cincuenta años no era nadie en el mundo de la Astrofísica, está hoy en el lugar número siete del mundo, por países, por encima incluso de una potencia universal como China.

Le di a Francisco Sánchez mi idea negativa de la Humanidad; desde sus orígenes caníbales hasta hoy, cuando la civilización y la tecnología pueden darse la mano para crear un mundo mejor evitando la maldad que también lleva encima todo adelanto material y espiritual. Es bueno quejarse, si la queja viene de una convicción reflexiva y argumentada. Y mi queda es esa: aunque vivamos mejor que nunca, suframos menos que nunca y seamos unas generaciones que son lo mejor del tiempo que el hombre se ha pasado sobre la Tierra, estamos muy lejos de domeñar ese animal que lucha dentro de nosotros mismos por sobrevivir a los adelantos y al progreso; un animal que sigue apoderándose del mundo, que sigue convirtiendo la vida en un crimen perpetuo, que mata por la pasión, el juego y el poder de matar, que esclaviza, viola y se apodera de las vidas y haciendas de otros seres humanos que vuelven a la guerra sólo por defenderse de alimañas que son semejantes a bestias sin recato.

Hablamos largo y salí, una vez más, esperanzado, y privilegiado de haber hablado con un genio, Francisco Sánchez, que a pulso de conciencia fabricó el futuro en las cumbres junto al Teide y en el Roque de los Muchachos, en la Isla de La Palma, de la que me he convertido, como enamorado pasional que soy de ella, en apóstol en los últimos años de mi existencia, cuando, en efecto, volvemos, a dos pasos del vacío, a pensar en la cercanía de la nada, en la Evolución como Dios y en Dios como Evolución. Aprendí mucho ese día. Calmé mis penurias morales, mis creencias, mis dudas, mis dislates y desmanes, volví por unos días a relativizar todo con una reflexión cercana a la creencia; crecí en otras creencias, tal vez nefastas, pero sensibles sin embargo a la relatividad. Creí otra vez, aunque con muchas dudas, en ese Dios inconcreto que es la Evolución; volví a ver de cerca la evolución y la capacidad del ser humano para mejorarse a través de la comprensión, el debate, la organización mental, la ética y la estética antes que la conveniencia personal y egoísta. Y vi, en fin, al cerrar los ojos esa noche y pensar en los privilegios que había tenido ese día al encontrarme con Francisco Sánchez, ese mar inmenso de nubes que, colgando en el vacío, hacen el ruido musical de un mar con una ola interminable, que parece siempre acercarse a la orilla, pero que en realidad no se mueve, está ahí, para siempre, como la Evolución, como Dios: como el sueño del progreso que camina y lucha contra el mono caníbal que llevamos dentro.

Image: Rosa Montero: Fuera del sistema democrático lo que hay es el infierno

Rosa Montero: "Fuera del sistema democrático lo que hay es el infierno"

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