Image: Una travesía por el arte vasco

Image: Una travesía por el arte vasco

Exposiciones

Una travesía por el arte vasco

Después del 68. Arte y prácticas artísticas en el País Vasco 1968-2018

16 noviembre, 2018 01:00

Ibon Aranberri: Política hidráulica, 2004-2010

Museo de Bellas Artes. Plaza del Museo, 2. Bilbao. Comisarios: Miriam Alzuri, Begoña González y Miguel Zugaza. Patrocinada por Petronor. Hasta el 28 de abril

Cartografiar una historia fragmentaria del arte contemporáneo vasco conlleva un proyecto de lectura de la situación actual y una apertura a los dilemas y aspiraciones futuras. Se trata también de una toma de posición sobre el papel del museo en la creación contemporánea y en la red institucional de Euskadi. Con este propósito, el Museo de Bellas Artes de Bilbao, que cumple 110 años de historia, acomete una ambiciosa exposición: Después del 68. Arte y prácticas artísticas en el País Vasco 1968-2018. Mediante esta formidable retrospectiva a cargo de un comisariado coral desde el propio museo e integrado por Miriam Alzuri, Begoña González y Miguel Zugaza, este museo parece orientarse hacia una mayor implicación con el arte actual. Un centenar de artistas de varias generaciones presentan 150 obras -pintura, escultura, fotografía, videoarte y obra sobre papel- dispuestas en un recorrido cronológico organizado por décadas. Cada periodo viene acompañado de un dispositivo documental con manifiestos, catálogos, carteles y otros materiales del propio museo y de otras instituciones e investigadores que permite contextualizar mejor la puesta en cultura de las obras.

La muestra tiene como punto de partida la propia colección del museo, pero dadas las carencias de sus fondos en relación a obras de artistas de las últimas décadas, ha sabido sumar préstamos relevantes de colecciones privadas y de otras instituciones públicas (Artium, Museo Guggenheim Bilbao, Fundación "La Caixa", Museo Reina Sofía, el MACBA y el MUSAC). Nos encontramos entonces con una sintética presentación de las rupturas y continuidades formales, de las poéticas y contextos en juego, así como de los deseos e intenciones que movilizan las prácticas artísticas. Se inicia la exposición con obras de Oteiza, Chillida e Ibarrola, como artistas más sobresalientes y catalizadores de la nueva trama moderna del arte vasco desde los años cincuenta del siglo pasado. Del primero, que había abandonado la escultura en 1959, cabría destacar, Tú eres Pedro, 1956-1957 y una de sus cajas metafísicas, Retrato del Espíritu Santo, 1958-1959. Abesti gogorra IV, 1964, de Chillida, una serie gráfica de Ibarrola, Paisajes de Euskadi, 1967 o los filmes pintados por Balerdi y Sistiaga son algunas obras relevantes de la sala dedicada a los años sesenta. Esther Ferrer, que había participado en las acciones del Grupo Zaj desde 1967, está presente con Mallarmé revisé o Malarmado revisado, 1968. En la convulsa década de los setenta, escultores como Basterretxea y Mendiburu prosiguen en sus propuestas informalistas abstractas o geométricas, mientras que en el ámbito de la pintura Balerdi realiza su formidable Gran jardín, 1966-1974, o Amable Arias y Zumeta transitan de un modo libre por poéticas abstractas y figurativas. Una generación de pintores más jóvenes como Morrás, Aquerreta, Baquedano o Gortázar se distancian del informalismo hegemónico en la pintura para incorporar aires renovadores al realismo y la figuración. Otros artistas como Ameztoy y Nagel serán protagonistas de la nueva figuración en una deriva irónica y surreal.

A partir del año 2000 se ha transformado el paisaje institucional cultural y artístico del País Vasco

Los ochenta contarán con un contexto democrático en construcción y la emergencia de nuevas instituciones de formación y difusión del arte. Desde la Facultad de Bellas Artes, inaugurada en 1978, surgirán otras generaciones y aperturas artísticas que dialogarán con el constructivismo, el conceptual o el minimal, y a la vez se interesarán, desde una distancia crítica, con las indagaciones formales de Oteiza. En ese contexto destacan artistas como Txomin Badiola, Ángel Bados, Juan Luis Moraza, María Luisa Fernández, Elena Mendizabal y Pello Irazu. Morquillas o los hermanos Roscubas también ampliarán el universo de las prácticas artísticas de esos años. Darío Urzay o Prudencio Irazabal serán otros pintores destacados presentes en esta muestra. En la década siguiente los talleres y seminarios del centro Arteleku, abierto a finales de los ochenta, favorecerán el encuentro entre generaciones de artistas, al tiempo que surgen nexos afectivos y críticos que favorecerán la emergencia de artistas como Ibon Aranberri, Itziar Okariz, Sergio Prego, Azucena Vieites, Alberto Peral o José Ramón Amondarain.

A partir del año 2000 se ha transformado el paisaje institucional cultural y artístico (Artium o el Museo Guggenheim Bilbao conviven con iniciativas autogestionadas por los propios artistas) y las interacciones locales, nacionales e internacionales forman parte de las derivas y prácticas artísticas hacia un arte abierto a todas las posibilidades. La dispersión y pluralidad de prácticas, poéticas y acciones añaden una complejidad nueva a la situación del arte contemporáneo en la que se suman otros nombres como Maider López, Asier Mendizabal, June Crespo o Erlea Maneros. La muestra se complementa y expande al ámbito de la música de ese periodo con un espacio específico, comisariado por Xabier Erkizia, donde una línea de tiempo tramada de discos, carátulas y otros materiales sonoros permite a cada visitante reconstruir una memoria sonora y afectiva. Un ciclo de proyecciones y de conversaciones además de una publicación con análisis y una exhaustiva documentación completan este oportuno proyecto.