Image: Nicholas Nixon, vuelve la emoción

Image: Nicholas Nixon, vuelve la emoción

Exposiciones

Nicholas Nixon, vuelve la emoción

Nicholas Nixon

22 septiembre, 2017 02:00

The Brown Sisters, 2016 (detalle)

Fundación Mapfre. Bárbara de Braganza, 13. Madrid. Comisario: Carlos Gollonet. Hasta el 7 de enero

Siempre es emocionante reencontrarse con un clásico vivo de la fotografía estadounidense como Nicholas Nixon (Detroit, 1947). Su trabajo no es desconocido en nuestro país, hace casi quince años se celebró una exposición itinerante y en 2009 la Fundación Mapfre mostró su conocida serie Las hermanas Brown, con cuya adquisición la fundación iniciaba su colección de fotografía. Pero esta sí es la retrospectiva más completa realizada hasta la fecha (1974-2017), con más de doscientas fotografías de sus principales series.

Aplaudimos, además, su oportunidad. El interés de Nixon en dar protagonismo a débiles y marginados frente a este sistema cada vez más desigual e inhumano, prestando atención y dotando de dignidad a cada sujeto fotografiado, conecta con tendencias que detectamos entre jóvenes artistas y también con una sensibilidad social hacia la vulnerabilidad de los individuos que se va extendiendo conforme retroceden los derechos civiles. Cooperante desde su juventud, su actitud ética parece inamovible Pero, como Nixon descubrió al inicio, a través de las imágenes de Cartier-Bresson, "el significado más amplio, surge de la forma". El objetivo de sus fotografías es provocar emoción ante el rostro humano. Pero, para ello, necesita que sus imágenes lleguen al grado máximo de descripción. Su alto nivel de exigencia ética y técnica se complementan, sin embargo, con un placer háptico, casi lujurioso, ante la fotografía, deslumbrado ante la constatación de que, "en cierto modo, pueda ser mejor que la vista: más firme, más clara, a menudo más bella".

Nixon es un resistente. Tras casi cinco décadas de trabajo, sigue aferrado a la fotografía analógica, en blanco y negro, producida con cámaras de gran formato (de 10x12, habitualmente de 20x25, e incluso de 60x50), que proporcionan copias con una nitidez extraordinaria. Salvo excepción, no se ha dejado arrastrar por la moda comercial de las grandes ampliaciones y sus experiencias con fotografía a color y digital le han decepcionado. Dice que es más fácil y rápido, pero que la gente no se involucra tanto en el proceso y las copias no le emocionan.

Plant City, Florida, 1982

La exposición ofrece un recorrido cronológico en el que es palpable el gradual acercamiento de Nixon a historias y rostros, cerrando cada vez más el encuadre. Al comienzo, las vistas urbanas de Boston y Nueva York registran las huellas del movimiento humano. Para pasar a la extraordinaria serie de retratos de grupo, cuya espontaneidad es tan sorprendente como la exactitud de sus composiciones. Nixon capta momentos cotidianos de ocio en riberas y porches de humildes trabajadores, lugares entre lo público y lo privado donde conviven blancos y afroamericanos. A mediados de los años ochenta, realiza la primera serie en la que su vida y sus valores éticos se entrelazaron con su fotografía, al retratar ancianos alojados en la residencia donde trabajaba como voluntario. Son imágenes de soledad extrema. Y que delatan ya la conciencia ante la ecuación muerte-fotografía enunciada por Barthes en La cámara lúcida. Trasunto que llega a su máxima expresión en la serie People with AIDS, 1988, que Nixon realiza junto a su mujer Bebe, con la colaboración de quince enfermos, de los que aquí se muestran cuatro historias. Paradójicamente, en aquel momento de violenta reacción de la sociedad con miedo ante una enfermedad desconocida, su compromiso fue criticado por el grupo activista ACT UP, que juzgó que Nixon estaba utilizando el sufrimiento humano en beneficio propio. Son fotografías descriptivas y duras, pero no efectistas.

Este tramo se cierra con el gran mural de la serie Las hermanas Brown, donde podemos ver la transformación de Bebe junto a sus tres hermanas desde 1975 hasta la actualidad, a través de un retrato anual. Además del mencionado memento mori, las lecturas son múltiples, y el fotógrafo confía en llegar a "la número cincuenta".

La división en dos plantas de esta sede no favorece el seguimiento de la evolución de Nixon. Retratos familiares de sus hijos durante la infancia, de su pareja -con autorretratos incluidos-, detalles de su propia casa, y la reincidencia en temas como las vistas urbanas y los retratos en primer plano de ancianos -incluso desnudos-, pese a su calidad, hablan sobre todo de la coherencia en su trabajo.

En este contexto, la serie más atractiva es Parejas, 2000, realizada durante dos años a raíz de un anuncio que publicó en un periódico local en busca de parejas que quisieran compartir su intimidad. Acudía a sus casas casi a diario. Son imágenes sin prejuicios, hedonistas y bellas, en donde el primerísimo plano neutraliza la carga erótica para mostrar la geometría voluptuosa y sensual. Asumir la dificultad de plasmar "cómo compartimos nuestras vidas, nuestros sentimientos, nuestros pensamientos y nuestros cuerpos", en palabras de Nixon, "es mi forma de amar el fracaso".

@_rociodelavilla