Image: En el estudio de Sergi Aguilar

Image: En el estudio de Sergi Aguilar

Exposiciones

En el estudio de Sergi Aguilar

Reverso/Anverso (1972-2015)

4 septiembre, 2015 02:00

Eines I Mesuradors, 1974-2014. Foto: Roberto Ruiz

MACBA. Plaça dels Àngels, 1. Barcelona. Hasta el 31 de enero de 2016.

Cuando Sergi Aguilar (Barcelona, 1946) empezaba a proyectarse en la escena pública, allá por los 70, de él se decía que era un renovador de la escultura y se le calificó como "el más escultor de los escultores". El suyo era un lenguaje (al menos en términos formales) que sintonizaba con la tradición del constructivismo y el minimalismo, pero realizado con los materiales propios y tradicionales del escultor. Luego su obra fue evolucionando y, en sintonía con los tiempos, tal y como él explica, se ha ido "desmaterializando". De la misma manera que la pintura se ha situado al margen del debate de la contemporaneidad, las nociones de masa, peso, vacío y lleno, tan vinculadas a la escultura, se han sustituido por los términos de instalación y performance.

Esta exposición que le dedica el MACBA, sin embargo, no se plantea en términos cronológicos. Ofrece una mirada sobre la obra de Sergi Aguilar como una unidad y en la que se pueden observar unas constantes. En este sentido, uno de los aspectos clave de la exposición (aportación del comisario, Valentin Roma) es la de recrear su estudio. La acumulación y asociación de piezas, su disposición en estantes y mesas móviles, entre otros aspectos, articulan un universo que, además, ponen de actualidad las obras de Aguilar, porque no trata el objeto artístico individualizado a la manera de la escultura tradicional, sino que potencia la idea de serie y conjunto.

En este punto, es interesante recordar cómo también Auguste Rodin presentaba sus exposiciones a través de una puesta en escena que recreaba la idea de taller con total consciencia de crear una atmósfera y unas relaciones entre las obras. Por otra parte, el archivo de fotografías del escultor francés presta una particular atención a los estantes repletos de fragmentos, múltiples y ensamblajes, lo cual, indirectamente, significa pensar la escultura más allá de los estrictos márgenes tradicionales. Otra de las aportaciones de esta exposición es la de presentar algunos elementos que clarifican el mundo de Aguilar. La tradición constructivista y minimalista con la que se le identificó al principio de su trayectoria ha favorecido las lecturas formalistas. Sin embargo, un caudal subterráneo habita en ella.

Vers sud-est, 2004

Cierto es que la obra del artistas es hermética y se resiste a la interpretación, aunque por otra parte (y esto juega a su favor) el mismo artista, prudente y comedido, no es especialmente prolijo en explicaciones. Es, pues, una exposición que despliega un itinerario que sugiere otras perspectivas. En este sentido, resulta muy significativa una fotografía, Escocia, (1972), la única que, dando la bienvenida, se localiza en la primera sala y que tutela la diversidad de artefactos de aquel ámbito. Escocia no es otra cosa que la fotografía de un cementerio, cuyas losas en el suelo poseen ciertas analogías formales con algunas de las obras expuestas del autor. También sucede en unas fotografías y un vídeo de un viaje del artista por el desierto, que dialogan y complementan la lectura las piezas presentadas.

¿Cuál es el tema que subyace tras estas imágenes y las esculturas de Aguilar? Podríamos decir que su obra es una expresión de lo profundo. Ahora bien, falta saber en qué consiste exactamente esa profundidad. Es interesante cómo el comisario se acerca al escultor en el catálogo con un texto ditirámbico de una extraña belleza: acaso sea la poesía (como la de Aguilar) el único lenguaje capaz de aproximarse a lo innombrable.