Image: Las playas de Agnès Varda

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Exposiciones

Las playas de Agnès Varda

Las dos orillas de Agnès Varda

21 diciembre, 2012 01:00

Bord de Mer, 2009

CAAC. Américo Vespucio, 2. Sevilla. Hasta el 31 de marzo.

La exposición reúne instalaciones audiovisuales, fotografías y películas, en las que se pueden apreciar tanto la faceta artística como la cinematográfica de Agnès Varda. Es la primera individual que la mítica cineasta realiza en un museo español.

Agnès Varda (Bruselas, 1928) es una directora fundamental para entender los inicios de la Nouvelle Vague francesa, el movimiento cinematográfico más importante en Europa en la segunda mitad del siglo XX. Hoy, convertida en una videocreadora octogenaria con ganas de seguir buscando preguntas, continúa experimentando con la imagen desde nuevos territorios que han trascendido lo meramente fílmico.

Desde el principio, su carrera está marcada por una especie de lenguaje diferenciador que hace que sus trabajos se desprendan de lo narrativo y se acerquen a planteamientos subjetivos, una actitud experimental mantenida durante décadas a través de películas y cortometrajes que ha desembocado recientemente en sugerentes instalaciones que no describen un relato ni cuentan una historia, sino que obligan al público que se sitúa ante ellas a mantener una posición activa que rebasa la del simple espectador.

Vista de la exposición

Habitual en festivales de cine de todo el mundo (en 1985 ganó el León de Oro en Venecia y hace unos meses fue seleccionada en Cannes para presentar, cincuenta años después de su estreno en 1962, la restauración de su película Cleo de cinco a siete) cada vez es más requerida por galerías y museos como una artista visual global, alguien que cabalga de una disciplina a otra con el desprejuicio que concede la edad y la seguridad de poder yuxtaponer a su antojo fotografía, cine y video, los tres pilares que fundamentan su corpus creativo. En este sentido, el CAAC ha logrado concretar la primera exposición individual que le dedica un centro de arte español, una muestra heterogénea que reúne pocas obras pero muy bien escogidas.

Sin duda, las dos piezas más contundentes que contempla Las dos orillas de Agnès Varda son sendas videoinstalaciones que acuden al mar como metáfora, un lugar donde confluyen agua, tierra y aire que inspira especialmente a la autora por su poder de ensoñación. Bord de mer (2009) recrea un fragmento de costa fusionando imagen fija, sonido, imagen en movimiento y arena de playa. La asociación entre realidad y ficción es evidente, un cruce que potencia la imaginación y una lectura lírica. Les veuves de Noirmoutier (2005) posee más capas de complejidad y una gran carga emotiva. Catorce pantallas rodean una proyección central donde puede observarse un grupo de mujeres en corro. El testimonio de cada una, viudas de marineros ahogados, puede oírse de forma individual si nos colocamos los auriculares que se disponen sobre las sillas de la sala. Varda, que también perdió a su marido, comparte con ellas un sentimiento de soledad y quebranto.

El recorrido comienza con una magnífica recreación de ida y vuelta, elaborada a partir de una instantánea de gente anónima tomada en Marsella hace medio siglo (La terrasse de Le Corbusier, 1956; Les gens de la terrasse, 2009) y continúa con un par de documentales de corte social, el primero de cariz irónico inspirado en la llegada de los comunistas al gobierno de Cuba (Hola, cubanos, 1962-63) y el segundo vinculado con los movimientos activistas de las minorías negras en Estados Unidos (Black Panthers, 1968). El trayecto se cierra con un video de marcado carácter feminista (Réponse de femmes, 1975) que muestra a cineastas de la época que hablan en primera persona sobre su condición de mujer. Este proyecto expositivo complementa la revisión que se hizo de la filmografía de Varda en la última edición del Festival de Cine Europeo de Sevilla celebrada el mes pasado.