Image: La colección que rehicieron los Estuardo

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Exposiciones

La colección que rehicieron los Estuardo

El legado Casa de Alba

7 diciembre, 2012 01:00

Fra Angelico: Virgen de la Granada, 1430-1440 (detalle)

CentroCentro. Plaza de Cibeles, 1. Madrid. Hasta el 31 de marzo


Un poco de historia. El ducado de Alba se crea en 1472, como recompensa a García Álvarez De Toledo por su apoyo a Enrique IV frente a los nobles castellanos; le conocemos aquí como testigo de una elegante Anunciación del Maestro de la Virgo inter Virgines. En la historia de España, el ducado se asocia a la Leyenda Negra, pues fue su tercer titular, el despiadado general conocido como el Gran Duque de Alba, quien lideró los ejércitos de Carlos V y Felipe II en Europa y llegó a ser gobernador de Flandes. El magnífico retrato que le hizo Tiziano es una de las obras más destacadas de la muestra, y se acompaña de una curiosa escultura en la que el general hace puré a los enemigos del "martillo de herejes".

El siguiente duque al que encontramos es ya el XII, diplomático e ilustrado que se hizo retratar, junto a su esposa, por Antonio Rafael Mengs, presente también en su célebre autorretrato. Le sucedió la duquesa a quien todos agradecemos su relación, amorosa o no, con Goya, que produjo dos maravillosos retratos -aquí el de blanco-... pero fue un desastre para la Casa de Alba. Porque no tuvo hijos, que es la principal obligación de un aristócrata, y porque permitió que la colección se dispersara. Así que cuando el ducado fue reclamado por un primo lejano, el VII duque de Berwick, se encontró con que quedaba poco que atesorar. Era descendiente de un bastardo del rey Jacobo II de Inglaterra que vino a España cuando Felipe V guerreaba por la corona y obtuvo de él prebendas por su apoyo militar, en un acto inmortalizado en un extraño cuadrito de Ingres, el único del artista que se conserva en España.

Rubens: Camino al mercado, 1616-1630 (detalle)

Pero resulta que este Carlos Miguel Fitz-James Stuart -apellido traducible como "hijo de Jacobo Estuardo"- tenía verdadera pasión por el arte. Recompró lo que pudo de la colección de los Álvarez de Toledo -unos 30 cuadros- y construyó con muy buen tino la colección de los Fitz-James. La historia anterior de entronques nobiliarios que aportaron en herencia obras de importantes colecciones, como la del Conde Duque de Olivares y la del marqués del Carpio, tienen por tanto relevancia relativa en la colección actual, de la que se ha hecho una amplia selección que incluye una gran parte de lo mejor.

La Fundación Casa de Alba posee unos 250 óleos, 52 tapices, 230 dibujos y acuarelas, una enorme biblioteca, un archivo histórico y muchas piezas de artes decorativas. Las más de 150 obras reunidas -115 de ellas del Palacio de Liria- constituyen una muy buena representación. Vuelven muchas de las 40 expuestas en el Museo de Bellas Artes de Sevilla e imagino que la selección no diferirá demasiado de la que se hizo para la Fundación "la Caixa" en 1987, con 57 obras. Porque tampoco es que haya muchísimo más de este nivel. Por lo que conozco, echo en falta sólo algunas obras de grandes maestros: la Natividad de Perugino, los dos retratos de Antonio Moro -el del Gran Duque y el de Gonzalo de Chacón-, la Coronación de espinas de Ribera, el retrato de Felipe IV por Rubens, el para algunos dudoso Velázquez -retrato de la infanta Margarita-, El duque de Aytona a caballo, de Van Dyck, el retrato del XVII duque, por Sorolla, y algo de pintura inglesa: hay un Reynolds, un Raeburn...

Goya: La duquesa de Alba de blanco, 1795 (detalle)

El comisario de la exposición ha sido Pablo Melendo, con trayectoria profesional ligada a casas de subastas -fue director de Sotheby's en España- y sin experiencia en el comisariado de exposiciones. Y se nota. La ha estructurado en tres secciones poco inteligibles, que se solapan, y nada menos que 21 apartados, introducidos por textos llenos de detalles dinásticos que nos marean. En la primera sala, supuestamente dedicada a la relación de los Alba con la historia de España, encontramos también excelentes ejemplos del mecenazgo ejercido a lo largo de los siglos: la Crucifixión de El Greco, el doble retrato de Carlos V e Isabel de Portugal por Rubens, que copia el original perdido de Tiziano, los dos grandes paisajes de Ribera, de enorme valor por su rareza, un hondo Zurbarán, la Última cena de Tiziano y un buen retrato de Murillo. Se muestra también una pequeña selección de la biblioteca, con la famosa Biblia de los Alba, varios documentos nobiliarios y, más adelante, los manuscritos de Colón, que les llegaron por matrimonio con una descendiente del navegante.

La muestra se centra después en algunos de los duques -los antes mencionados- y sus adquisiciones, con grandes saltos en el tiempo. Destaca la sala de Carlos Miguel, que hizo el Grand Tour y compró compulsivamente en Europa pintura italiana y flamenca, así como antigüedades griegas y romanas, con idea de crear en Madrid una galería abierta a los artistas españoles. Aquí está el Fra Angelico, que es extraordinario, pero también estupendos paisajes de Rubens y Van de Velde, y algunos grabados de Mantegna, Durero y Rembrandt. La intensidad decae después, con las artes decorativas de Eugenia de Montijo -que aporta La marquesa de Lazán, de Goya-, los retratos a la moda de Winterhalter, Madrazo y Zuloaga, y las pocas compras de la actual duquesa, cercanas al impresionismo.

G. Seghers: Artemisa, 1612-1615 (detalle)

La exposición no hace justicia al XVII duque, determinante para el patrimonio artístico de la familia... quizá para orillar su entrega a la causa franquista. Había sido presidente del patronato del Museo del Prado entre 1912 y 1936 y era miembro de la Academia de San Fernando. Fue él quien reconstruyó el palacio de Liria, arrasado en la Guerra Civil, y quien adquirió algunas de las mejores obras ligadas a la historia de los Alba. En realidad, no es del todo cierta esa presentación de la colección como un esfuerzo continuado a lo largo de los siglos. Hubo, como vamos viendo, varias "refundaciones". Después de la que efectuó Carlos Miguel, su heredero Jacobo Luis "malbarató rentas y estados y vendió parte importante de sus tesoros artísticos". Así lo contaba Sánchez Cantón en la necrológica del XVII duque. En cuanto a la actual duquesa, completó la restauración de Liria y ha garantizado a través de la Fundación la permanencia de la colección, pero ha detenido las compras y se hace retratar hoy por artistas de tercera fila.

¿Quién paga esta exposición?

Es importante saber por qué se hace una exposición. Ésta es el resultado de una confluencia de intereses económicos. La Fundación Casa de Alba, tras el reparto de la herencia de la actual duquesa, ha tomado nuevos rumbos y, a causa de su falta de liquidez, se ha propuesto rentabilizar su patrimonio artístico. Por su parte, el Área de las Artes cede la planta baja de CentroCentro, en virtud de un convenio firmado por la Fundación con MACSA (Madrid Arte y Cultura, Sociedad Municipal) y promovido por la Oficina de Turismo Madrid Visitors & Convention Bureau, con dos objetivos: enriquecer su pobre programación artística y generar ingresos de origen turístico. La exposición cuenta con el patrocinio de un par de empresas -una cubre los seguros, otra el personal de sala- y el catálogo lo paga, no sabemos por qué, la Comunidad de Madrid. Así que su coste no será muy elevado. La Fundación Casa de Alba se llevará la mitad de la taquilla y la totalidad de la venta del catálogo -que me han denegado- y el merchandising. Los organizadores esperan recibir 200.000 visitantes. Hagamos la cuenta de la lechera: a 10 euros por entrada procurarían dos millones de euros. Como hay tarifa reducida -6 euros- para mayores de 65, desempleados, niños y carné joven, sería algo menos, lo que se compensaría con los dos euros de la audioguía. Mas me temo que la Fundación, que ha fijado el precio, ha sido demasiado optimista: es una entrada muy cara para los tiempos que corren. Sí, hace dos años, en Sevilla, vieron una exposición similar 145.000 personas, pero la entrada costaba 1,5 euros. La cuestión final es: ¿por qué tiene una administración pública que favorecer así a una fundación privada, a costa del visitante? Cultura que no cueste dinero al Ayuntamiento, es el lema de la alcaldesa.