Image: En pareja, texto e imagen

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Exposiciones

En pareja, texto e imagen

La vanguardia aplicada (1890-1950).

13 abril, 2012 02:00

Cassandre: Nicolas, 1935

Fundación Juan March. Castelló, 77. Madrid. Hasta el 1 de julio.

Son 700 obras, entre diseños originales y maquetas, bocetos preparatorios y fotomontajes, libros, revistas y carteles o postales, las que componen esta exposición que sobre La vanguardia aplicada puede verse en la Fundación Juan March de Madrid.

Esta es una exposición importante, a la que los interesados en las vanguardias, las artes gráficas, la tipografía, la cartelería y el libro deberían dedicar atención. Y tiempo. Mi consejo para los más voluntariosos: hacerse con el catálogo, leerlo, familiarizarse con las piezas expuestas y después visitar la exposición, para disfrutarla plenamente. Por supuesto, el espectador puede saltarse esa fase preparatoria previa pero debe acudir, entonces, mentalizado para pasar unas horas en las salas e identificar a través del cuadernillo de mano que se le entrega cada una de las casi 700 obras expuestas, pues no hay cartelas. Ya sabemos que, sin ellas, el montaje queda más bonito pero, por favor, tengan piedad con el visitante.

Las dificultades tienen su recompensa. Encontrarán, a cada paso, una pieza maravillosa. Por su valor histórico, gráfico, artístico, sociológico, poético... Tenemos aquí a muchos de los protagonistas de las vanguardias y a otros que se inspiraron en sus aportaciones y las amplificaron hacia el dominio público: popular en el caso de los carteles -colección de Merrill C. Berman- y más especializado en el caso de los libros y revistas -colección de José María Lafuente-. Esta doble muestra es fruto de un comisariado conjunto de ambos coleccionistas, Manuel Fontán del Junco, Maurizio Scudiero, Richard Hollis y Bruno Tonini, y tiene la ambición de proponer no sólo una narración histórica -sólo dos de los capítulos siguen un orden cronológico- sino también una interpretación crítica que ponga de manifiesto las redes de influencias mutuas, los intereses compartidos, los ámbitos intelectuales y sociales en los que la vanguardia aplicada encuentra sus terrenos más fértiles.

Apreciar a fondo todos esos entrecruzamientos exige un conocimiento previo pero hay aspectos puramente visuales o temáticos que pueden captarse sobre la marcha y que dan idea de la riqueza de manifestaciones que las artes gráficas ofrecen en ese medio siglo largo que transcurre entre 1890 y 1950, fechas que encuadran la selección. No existen en España, excepción hecha del Museo Reina Sofía y el IVAM, colecciones que se ocupen con detenimiento de este capítulo de la historia cultural, así que para los aficionados será especialmente emocionante el encuentro con muchas joyas de las que habían oído hablar o habían visto en reproducciones. Aquí hay de todo, desde el art nouveau de la Seccession vienesa hasta el fotomontaje de guerra. Futurismo, Dadá, constructivismo, Bauhaus... pero quizá lo que más contribuye a generar la impresión de "universalidad" que recorre la exposición es la variedad de usos que tuvo la comunicación gráfica, desde la publicidad de eventos culturales -teatro, cine, artes plásticas- a la venta de productos, la propaganda política o las publicaciones técnicas.

En realidad lo que podemos examinar con delectación gracias a estos dos coleccionistas es el amplísimo abanico de posibilidades de interacción de texto e imágenes, y eso es algo que nos sigue resultando muy cercano, que forma aún parte de la comunicación actual, incluidos los medios digitales. Luego entran los gustos: a mí me han encandilado los carteles del cambio de siglo y, sobre todo, la sección de poesía visual, con las obras de Benjamin Peret -con portada de Tanguy-, Pierre Albert Birot, todas las publicaciones futuristas, Vicente Huidobro, Rafael Barradas o Josep Mª Junoy. Pertenecen a la colección de Lafuente, que en menos de diez años -a partir de la compra de la colección del crítico de arte Miguel Logroño- ha reunido, con ánimo "profesional", un conjunto importantísimo de libros, revistas y documentos que complementa muy bien la inmensa colección de Berman, iniciada en 1973, una cueva del tesoro ya imprescindible para cualquier iniciativa en su ámbito.