Image: Camille Claudel, recuperada

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Exposiciones

Camille Claudel, recuperada

Camille Claudel. 1864-1943

29 noviembre, 2007 01:00

La ola, 1897. Museo Rodin, París

Comisarios: A. Magnien, V. Mattiussi y M. López Fernández. Fundación Mapfre. General Perón, 40. Madrid. Hasta el 13 de enero.

La biografía novelesca y devastadora de Camille Claudel (1864-1943), desarrollada en clave de víctima del genio de Rodin, de quien fue alumna, colaboradora y amante (lo que le ocasionó el menosprecio de su familia -incluido el de su hermano, el poeta Paul Claudel- y su reclusión y muerte en un psiquiátrico), ha sido divulgada por la literatura y el cine y ha eclipsado durante años la relevancia y significación de su creación. Sólo a partir de 1983-1984, a raíz de la publicación del primer análisis de su obra -el libro L’Interdite, de Anne Rivière-, y de la exposición que le dedicó el Museo Rodin de París, ha sido documentada y expuesta en media Europa y América. No cabe duda de que Camille Claudel vuelve actualmente a existir como artista con voz y sitio propios en el paso de la escultura de la tradición a la modernidad. Esta de ahora es la primera monográfica de Camille Claudel que se celebra en España, organizada por el Museo Rodin y la Fundación Mapfre. Es una muestra preciosa, que ha traído a Madrid, además de documentos gráficos y fotográficos, un centenar de esculturas, o sea, casi la totalidad de su producción, pues Camille no produjo demasiada obra y destruyó muchas piezas en los días de su crisis depresiva.

El montaje aprecia las tres etapas de la creación de Claudel (antes, con y después de Rodin) y sus características, apoyadas en ese registro tan peculiar de la escultura parisién del cambio del siglo XIX al XX, que consistió en un encabalgamiento permanente de estilos. Así fue desde que Camille tuvo como primeros maestros a Alfred Boucher y Paul Dubois, que la iniciaron dentro del realismo naturalista, el cual se acomodaba con la fogosidad de la muchacha (La vieja Hélène). Su trabajo con Rodin subrayó el lenguaje naturalista, pero insuflándole un dramatismo romántico (el proyecto Sakuntala) y una cierta melancolía por el clasicismo, tanto de los antiguos (Cabeza de esclavo) cuanto de los renacentistas florentinos (Joven romano/Mi hermano con 16 años). Seguidamente el espíritu del art nouveau despertó en Claudel un refinado afán ornamental y un marcado interés por la expresión plástica del movimiento (series El abandono y El vals). Su tormentosa relación con Rodin duró quince años (1883-1898), y su separación coincidió con el influjo del simbolismo sobre los mejores yesos y bronces de Claudel: en especial, La edad madura, composición en la que la figura de la muerte (imagen de la anciana esposa de Rodin, a la que él nunca renunció) arrebata a un hombre mayor (el propio artista) del abrazo de su joven amante, convirtiendo así Camille su experiencia autobiográfica en representación simbólica de significación general. Por último, en su producción tardía Claudel retomó la vía neoclasicista del XVIII francés (Perseo y la Gorgona) y desarrolló tres ciclos de sensuales y exquisitas composiciones modernistas, con las que llegó bien al mercado (Las comadres, las "chimeneas"), obras de pequeño formato que testifican las calidades de su dominio técnico, así como su gusto por el japonesismo (La ola) de las estampas de Hokusai. Final imaginativo, para una vocación obstinada.

Merecía algo más

La escultura de Claudel maduró en los tensos quince años que convivió con Rodin, quien fagocitaba la producción de sus colaboradores, y perduró con esfuerzo en las tres décadas de su reclusión en un psiquiátrico. La alentaron entonces sus amigos Bourdelle y Pompon. Pese a su mejoría, su familia no le permitió salir del hospital. Ella dejó escrito: "No he hecho todo lo que he hecho para terminar recluida en un sanatorio. Merecía algo más".