Image: Juan Antonio Aguirre

Image: Juan Antonio Aguirre

Exposiciones

Juan Antonio Aguirre

27 diciembre, 2000 01:00

Estanque en Rosales, 2000

Galería Estampa. Justiniano, 3. Madrid. Hasta el 27 de enero. De 1.000.000 a 4.000.000 pesetas

Al escribir públicamente sobre obras como las de Juan Antonio Aguirre caben pocos devaneos discursivos y las metáforas no deben ser fomentadas. Y es que se trata de pintura: superficie limitada cubierta con color. La pintura de Aguirre (artista de trayectoria suficientemente larga como para dudar de su constancia y empeño) es esa disciplina que consiste en crear un mundo reflejo del que es común, la transformación instintiva del desorden de las posibilidades en orden plástico. En este sentido, sus obras aparentan ser nuevas pruebas, ensayos de una captación de lo efímero e irrepetible. Sin embargo, hay en ellas aspectos que dan al traste con tal apreciación.

En primer lugar, el objeto de la mirada parece ser lo reconocible a la vez que admirable, pero lo que llega al espectador está acabado, como si hubiera sido gestado en el interior del artista. Asimismo, Aguirre pinta paisajes amables (paseos marítimos, jardines, estanques y plácidas escenas de ciudad), bodegones con flores y alguna figura humana indeterminada, y lo hace con una descarga furiosa de gestos, con una paleta escogida siempre por la inmediatez de su brutalidad, pese a lo cual hay en todas estas telas un síntoma decorativo, una búsqueda de la belleza, de la armonía, de la concordancia. Lo que uno debe cuestionarse aquí es el valor real de lo que puede verse. En este caso son los frutos de una tormenta interior, del ansia de quien busca su emoción particular pero que, a la postre, se topa con el afán de complacernos.