Instalación realizada específicamente para el patio del CAAC

Instalación realizada específicamente para el patio del CAAC Pepe Morón

Arte

Concha Jerez, lúcida e incómoda en la exposición 'Silencios de tiempos'

La muestra conmemora los cincuenta años de la producción artística de la Premio Nacional de Artes Plásticas y Premio Velázquez.

16 diciembre, 2023 03:04

El tiempo y su traslación humana en memoria, crónica, narración o poema define la producción artística de Concha Jerez (Las Palmas, 1941) desde sus comienzos, que se conmemoran en esta exposición, cincuenta años después de su primera muestra.

Concha Jerez. Silencios de tiempos

CAAC. Sevilla. Comisario: Juan Antonio Álvarez Reyes. Hasta el 28 de abril de 2024

Tal vez conocer las composiciones de silencios de John Cage determinó su deriva desde la carrera de piano, ya concluida en el Conservatorio de Madrid y compaginada con la licenciatura en Ciencias Políticas, hacia el arte conceptual.

Pero su paso hacia una resolución espacial no evitó que sus piezas siguieran siendo tan exactas como las medidas del ritmo por un diapasón, ni que callara su vocación juvenil de crítica política, más que diciendo, señalando el silencio y la censura impuestos; y después, esgrimiendo silencios contra la políglota tiranía que inunda todo y entre la que apenas sobrevivimos como náufragos.

Las intervenciones que ha realizado en los pasillos de los patios y en los huertos del CAAC son vibrantes y oportunas

Desde el inicio fue una creadora multidisciplinar, lúcida e incómoda. Y sigue siéndolo hoy, tras el reconocimiento de sus méritos: la Medalla de Oro en Bellas Artes otorgada en 2010, el Premio Nacional de Artes Plásticas en 2015 y dos años después, el Premio Velázquez, tras los que se han sucedido sus exposiciones en la última década en centros de arte principales: MUSAC, Tabacalera y CAAM, que antecedieron a su “retrospectiva imposible” en el Museo Reina Sofía.

La imposibilidad, por supuesto, tiene que ver con su ingente producción, pero también con su manera de trabajar in situ y montar complejas instalaciones en las pocas salas que siguieron defendiendo el arte conceptual en nuestro país, cuando el intento de fomentar el mercado artístico llegó a acaparar casi todo el sistema.

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Razones que han condicionado que las obras de Concha Jerez, auténticas bocanadas, haya sido poco y fragmentariamente conocidas en nuestro país, a diferencia de su presencia durante toda su trayectoria en Alemania y en las convocatorias conceptuales en el ámbito internacional.

Esta exposición en el sevillano CAAC, comisariada por su recién cesado director artístico Juan Antonio Álvarez Reyes, es importante, en primer lugar, porque pone el acento en la primera década de su trayectoria.

Gracias al impecable archivo de la artista, accedemos a sus primeros estudios sobre el espacio con impolutas esculturas minimalistas, así como sobre gamas cromáticas en perfecto estado de conservación. Como de hecho también lo está la gran crítica bancaria y muy elegante instalación sobre la remodelación de la plaza de Colón en Madrid que Jerez presentó en la mítica exposición Fuera de formato en 1983, junto a toda la plana de conceptuales que trabajaban entonces en España, y con la que culmina esta exposición.

Entre medias, hallamos sus conocidos autocensurados, en abierta crítica a la opresión de la dictadura franquista y a la vez, de intensa belleza háptica, a los que, en la última época, con intención feminista, ha añadido recortes de periódico destacados sobre tachaduras sobre mujeres ilustres de nuestro tiempo.

'Tiempo vigilado', 1998

'Tiempo vigilado', 1998 Pepe Morón

Una fascinante pieza pionera sobre la vigilancia con cámaras, datada a comienzos de los noventa y que, en cambio, tiene factura de vieja caja mágica de ilusionista. Y algunas instalaciones revisadas, en las que resuenan, entre sillas y atriles, partituras y poemas de García Lorca. Con lo que, en conjunto, se articula bien el conocimiento de los elementos imprescindibles de su poética.

Con todo, dado el preocupante periodo de confusión, populista y negacionista que estamos viviendo, quizás aún más vibrantes y oportunas sean las intervenciones que ha realizado en los pasillos de los patios y en los huertos.

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Me parece emocionante y magistral utilizar unos sencillos tiestos de barro, con periódicos y cartas de azar quemadas en su interior y rotulados con tiza por fuera, para recordar los miles de muertos en las fosas comunes localizadas en la provincia de Sevilla. Así como las bandejas de loza y los cuencos llenos de riscos para rememorar aquellos tiempos de hambruna bajo una de las moreras.

Las otras cuatro intervenciones en torno a estos árboles que han visto pasar la historia del Monasterio de la Cartuja, muestran diversos planteamientos sobre el tiempo real y virtual: auténticas islas de quietud y silencio tan necesarias hoy.

Además, como acostumbra en las últimas retrospectivas, la artista realizó una performance con un rollo de poliéster translúcido, luego recogido y fijado con una silla invertida encima, sobre el que se proyecta escribiendo sus garabatos autocensurados.