Image: Espacio P, la primera cooperativa artística de España

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Arte

Espacio P, la primera cooperativa artística de España

14 junio, 2017 02:00

Emisión II del Grupo Corps para ARCO'84. Foto: Hans Löhr

EL CA2M de Móstoles reúne una parte del legado del Espacio P, el primer espacio artístico autogestionado de España por el que pasaron artistas de diversas disciplinas entre 1981 y 1997.

En 2006, un año después de la muerte de Pedro Garhel, encontraron una factura de un guardamueble en el que su familia pensó que encontrarían obra inédita del artista. Sin embargo, lo que apareció fueron cientos de cajas con todo el archivo de Espacio P, lugar por el que pasaron centenares de artistas entre 1981 y 1997. Parte de la historia de Garhel la contó Karin Ohlenschläger en una retrospectiva que comisarió en 2010 en Las Palmas y ahora, tras cuatro años de investigación de la Universidad Carlos III que ha permitido ordenar, clasificar y estructurar todo ese legado, el CA2M recupera la memoria de Espacio P, el primer espacio artístico autogestionado de España.

El problema ha sido que los años 80 es sinónimo de Movida Madrileña y de una fuerte apuesta por la recuperación de la pintura por parte de los museos, instituciones y galerías. Pero hay una parte de la historia que no ha sido contada: "Son ciclos y a veces tiene que pasar el tiempo para tomar perspectiva y recuperar una parte de la memoria. Hemos afrontado el reto de sacarlo a la luz gracias a la documentación que ha aparecido", apunta Ohlenschläger. La comisaria, que participó en los encuentros del Espacio durante cinco años, se sentía en "la obligación de contar que existían otras prácticas, actitudes y desarrollos".

Un sótano de vanguardia

Para entender la historia de este pionero lugar hay que remontarse a los años 80 cuando Pedro Garhel alquiló el sótano de una antigua tienda de complementos de sastrería. Allí constituyó, en la calle Núñez de Arce 11, el Espacio P que durante su primer año de vida fue un lugar de ensayo y formación en prácticas relacionadas con el cuerpo, la expresión corporal, la performance y la danza. "Allí preparaban sus performances tanto Garhel como el grupo Corps y pronto se lanzaron a trabajar con músicos, cineastas, poetas y fotógrafos para plantear acciones entre las artes visuales y sonoras y desarrollar todo tipo de colaboraciones", adelantándose al co-working del que tanto se habla ahora.

El arte en acción era el eje central y la colaboración el ADN del Espacio P que abrió sus puertas al diálogo con otros artistas a partir de 1982. "El primer encuentro fue con el artista Philip Corner , que estaba invitado al Festival de Libre Expresión, e inició el programa de actividades que giraban en torno a conversaciones con los artistas locales". En aquel momento en el que la apuesta era la pintura, en Núñez de Arce se veía todo lo que se alejaba de esta disciplina. Arte postal, performance, anticine, autoediciones, fanzines, música experimental y las primeras reproducciones de las actuaciones de Ulay y Marina Abramovic tuvieron lugar en esos 90 metros cuadrados de sótano.

Cuatro fotonovelas, de Pedro Almodóvar, Victoria Encinas, Carmelo Hernando y Carlos Tarancón en el Espacio P, 1983

Cuenta también la comisaria que nunca pudieron tener apoyo público y todo rodó gracias al trabajo conjunto de los artistas. "En el Ministerio de Cultura no había una ventanilla para ellos, siempre les mandaban a otra diciendo que no era su competencia". El problema fue que lo que hacían no había forma de etiquetarlo. Además, el mercado de aquel momento "apostaba el star system, el artista marca y en Espacio P era todo lo contrario, hacían de todo y exploraban en conjunto el potencial que podían tener los dispositivos". En ese mismo espacio reducido hacían exposiciones, talleres, debates y conciertos en diálogo con las obras o los instrumentos. Y "siempre estaba lleno".

En una de las secciones, Entre el punk y Fluxus, la cultura del Do It Yourself, se encuentran los trabajos fundacionales "de los artistas que aportan nuevas estructuras, nuevas dinámicas de la autogestión con fanzines, pequeñas editoriales de poesía visual de una revista objeto como Kapsa". Frente a la eclosión de la MTV que marcaba las directrices de lo que debía escucharse fue "necesario crear una cultura peer to peer para no depender del mercado discográfico imperante".

Del sótano al espacio público

Como se muestra en la segunda sección los artistas que frecuentaban el Espacio P también realizaron intervenciones en el espacio público. "A Pedro le gustaba hacer talleres de producción que duraban dos o tres semanas de trabajo sin horario. Hicieron uno sobre el cuerpo y la arquitectura, sobre cómo la arquitectura marca las pautas de comportamiento y cómo el cuerpo puede romper las estructuras rígidas o, al menos, retarlas". La primera se llevó a cabo en la recién construida estación de Atocha pero apareció la policía.

Orquesta de las nubes, Concierto en Espacio P en 1985. Foto: Fernando Suárez Cabeza

También fue el punk uno de los grandes protagonistas de la época y el equivalente en España fue la banda Esplendor Geométrico, del que se proyecta un documental. La banda y el Espacio P "tenían en común la conexión entre la música y las artes visuales, la desprofesionalización de las prácticas artísticas y la premisa del No Future, reaccionando ante el neoliberalismo y el aparente bienestar en el que había un malestar que brota a través del punk", cuenta la comisaria.

En ese mismo contexto de protesta las mujeres tomaron el pulso a una sociedad marcada por la mirada del hombre. Eulàlia Grau pasó por allí en 1983, Ewa Lyberten, que se convirtió en musa del punk, que en ocasiones trabajó con su hija, en Plumas, una de sus acciones, se empodera arrancándose el vello púbico, uno a uno, con pinzas de depilar para depositarlos en una cajita. "Fue una de las primeras en cuestionar el papel de la madre santita que tiene la iconografía judeocristiana", remarca la comisaria. Pero no fue la única y se puede ver en la documentación de la acción Touch Cinema Club, de Valie Export, que consistió en colocarse una caja sobre el busto e "invitar al público a tocarle durante 30 segundos el pecho. Se trata, claro, de una manifestación que reta el patriarcado y el rol de la mujer". Ulrike, Rosa Méndez, Paloma Unzeta y Concha Jerez también forman parte de estas reivindicaciones en forma de arte que tuvieron lugar en aquella época.

Acercamiento a Michelangelo Pistoletto, en 1983. Foto: AEP

Pero, los problemas de salud que Pedro Garhel padecía desde los 14 años hicieron que el Espacio P sucumbiera. "En el trabajo Prótesis, una ópera de 1985, integra la grabación de corazón que le hicieron". Ya en esas fechas con motivo de la exposición Utopías y Bauhaus, un homenaje a Oskar Schlemmer encargado por el instituto alemán, "los artistas introdujeron múltiples pantallas en el escenario anticipando nuestra realidad multipantalla actual", cuenta Ohlenschläger. En aquel momento se consideró mero espectáculo pero detrás de lo que aparentaba puro entretenimiento había un cuestionamiento de la realidad.

Sin embargo, para la propia comisaria hay algo que remarcar y es que "la generación actual entiende mejor lo que pasó en los 80 que los jóvenes de entonces. En su momento o pintabas, o bailabas, o hacía performances ahora, en cambio, o lo haces todo o no eres nadie".

@scamarzana