Image: La flora humanoide de Arcimboldo

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Arte

La flora humanoide de Arcimboldo

La Fundación Juan March inaugura una exposición en pequeño formato con dos obras de Giuseppe Arcimboldo nunca antes expuestas

31 enero, 2014 01:00

Flora y Flora meretrix de Giuseppe Arcimboldo

Su vasto conocimiento de la flora y la fauna hicieron de él un pintor original y diferente. Su ingenio y fantasía fueron requeridos por diversos emperadores, entre ellos Felipe II (Valladolid, 1527-1598), y alabado por sus coetáneos y poetas. Pero cuando Giuseppe Arcimboldo (Milán, 1526-1593) murió, se llevó consigo sus obras que cayeron en el olvido. No obstante, muchos años más tarde, en los años 30 del siglo pasado, el fundador del MoMA de Nueva York, Alfred H. Barr Jr., lo introdujo en la exposición Fantastic Art, Dada, Surrealism, alegando que Arcimboldo era uno de los precursores del dadaísmo. Así, su manierismo estuvo de auge de nuevo y propició que muchos autores plagiaran sus obras. Ahora, la Fundación Juan March expone dos piezas que han sido parte de colecciones privadas pero que nunca antes han sido mostradas al público. Con motivo de la inauguración de esta exposición de pequeño formato, habrá un encuentro este viernes con Miguel Falomir (Valencia, 1966), jefe del departamento de pintura italiana y francesa del Museo del Prado, y Manuel Fontán del Junco (Jerez de la Frontera, 1963), director de exposiciones de la Fundación Juan March.

Las dos piezas que se muestran son Flora y Flora meretrix, dos ejemplos del llamado teste composte (cabezas compuestas). "Una suerte de bodegones humanoides con composiciones muy pensadas. Era un gran conocedor de la flora y la fauna y se puede observar en estas dos obras", explica Manuel Fontán del Junco. A lo que Miguel Falomir añade que "son obras que se pueden interpretar como protobodegones. Arcimboldo trabajaba para algunos botánicos de la época y cada flor está perfectamente sacada de la naturaleza, consecuencia de una observación directa".

Además, la imagen de Flora alberga un carácter mítico, una metáfora que representa la tradición clásica del mito de Cloris, quien embarazada de Céfiro, se transformó en la diosa Flora y llenó de color la monocroma tierra. Así, tanto Flora; representación de la primavera y alegoría de la concordia y fecundidad, como Flora meretrix; mundana y sensual son "una alegoría de la mujer, la virtud doméstica y familiar ligada a la diosa Venus y representante de la mujer libre", profundiza Fontán.

El efecto Arcimboldo pasa por ser "el precursor de las vanguardias, la quinta esencia del manierismo que hoy en día queda enfatizado por su carácter científico. Tiene una aproximación naturalista que luego acogería Caravaggio", explica Falomir. Respetado en su época, hoy en día guarda el mismo calibre de "los artistas clásicos que mantienen el canon. Pero se distingue de ellos en que no es canónico sino dogmático y, por ello, sorprende a nuestra mirada con el uso del arte ingenioso, la retórica y la paradoja", ahonda Fontán.

Tanto Miguel Falomir como Manuel Fontán del Junco detallan la escasa producción del italiano. Con tan solo unas 25 obras ha pasado la barrera del tiempo y se ha convertido en una figura clave. "Fue un autor poco prolífico, no fue polifacético y ha pasado a la historia por sus específicas creaciones, un equivalente a los cadáveres muertos del siglo XVI", asegura Fontán.

Pero, cabe destacar, que la fauna y la flora que albergan las obras de Arcimboldo no solo se quedan dentro del cuadro, sino que el marco, en caso de este artista, es una prolongación de su obra. Con marcos coloridos, quería enfatizar sus cuadros. En este específico caso de las obras de Flora, los originales se perdieron, pero "en los años 60 del siglo pasado, Federico Zedi (1921-1998), los diseñó jugando con la plata, el mármol y las piedras duras, recreando esa marcada figura manierista y fantástica, promoviendo su atractivo y adaptados a la obra en particular", comenta Falomir. Zedi fue, además, un crítico e historiador del arte y sobre esto se ha publicado un catálogo que recoge textos de Lynn Roberts y Paul Mitchell y un texto principal de Miguel Falomir que acompaña a la muestra.