Image: María Blanchard: todo por el arte

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Arte

María Blanchard: todo por el arte

El Reina Sofía inaugura una exposición dedicada a la pintora cántabra que reivindica su trayectoria, su valiente biografía y su peso dentro de las primeras vanguardias

16 octubre, 2012 02:00

Mujer a la mandolina (1916-1917), Museo Nacional Centro de Arte Reina Sofía.


En un estudio parisino, en pleno invierno, pasan la tarde Diego Rivera, Angelina Belloff y María Blanchard. Tal es el frío de la estancia que sólo "el bárbaro" de Rivera se atreve a pintar. Lo denomina así la española Blanchard, enamorada como está del artista mexicano, que luego habría de casarse con su colega rusa. Ella, la de Santander, no es una mujer atractiva y corre menos suerte en materia amatoria, pero ha consagrado su paso por el mundo a la pintura y es feliz. Por esa determinación suya, a principios del siglo XX, cuando en España las mujeres no estaban autorizadas a salir a la calle sin compañía, Blanchard logra vivir en París. Por eso comparte buhardillas, forma parte de las filas de Paul Rosenberg y del estudio de Anglada Camarasa, se codea con Juan Gris y recibe consejos de Picasso: "María, no sólo se vive de la inteligencia", le dijo una vez el malagueño invitándola a venderse mejor.

Blanchard podría haber tenido una vida cómoda en Santander y gozar del nivel de vida que le habría brindado su acaudalada familia, pero decidió, recuerda hoy María José Salazar, comisaria de la muestra que el Museo Reina Sofía dedica a la pintora, pasar frío en París y, así, "alcanzar la libertad y la conciencia plenas". No sólo asistió al momento de ebullición del nuevo arte, también dejó su huella en las vanguardias del siglo XX a través de una obra sobresaliente, única y muy bien considerada entre sus coetáneos, aquel grupo de artistas estrella que la trataban como a una igual. A su muerte, fueron el tiempo y probablemente su condición femenina los que arrinconaron poco a poco su legado, que hoy todavía es motivo de reivindicación, a pesar de que en los últimos años se le han dedicado diversas exposiciones.

Su pintura, de un colorido suntuoso, con un peculiar lenguaje cubista que no renuncia a la representación ni a cierta sensación atmosférica, habla hoy de una mujer que, continúa la comisaria, lo dio todo por el arte. "Su condición de mujer ha oscurecido su obra. Ella trabajó en un mundo de hombres en un momento en el que artistas como Picasso y Juan Gris brillan con luz propia. Pero, aún así, participó en grandes exposiciones. Fue después de su muerte cuando su nombre empieza a perder peso y hoy todavía hay que reclamar su figura. Esta exposición muestra toda su producción, desde sus inicios, totalmente académicos, a su paso por París y su posterior regreso", explica Salazar, que asegura que el visitante asistirá a una personalidad distinta dentro del cubismo que cristaliza en lo que la comisaria denomina "la plasticidad misma en el uso del color".

Tras una exposición anterior en la Fundación Botín, dedicada a su época cubista, el Reina Sofía acoge esta retrospectiva que abarca por completo la trayectoria artística de Blanchard a través de 74 obras, la mayoría de ellas pinturas. Narrada cronológicamente, está planteada en torno a tres estapas artísicas, Formación (1908-1914), Periodo Cubista (1913-1919), con 35 pinturas de su etapa parisina, y Figuración, que recoge en 26 piezas su última fase artística y su vuelta a la pintura figurativa. Otra sala completa la propuesta con dibujos de las distintas épocas. "Es una exposición muy especial, exquisita, con obras muy puntales. Si no las más famosas, sí están las que poseen los centros más conocidos, como el Pompidou. En conjunto, revelan una personalidad propia muy diferente a sus compañeros pero también muy de su tiempo", concluye la comisaria.