Image: Leandro Erlich

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Arte

Leandro Erlich

“Mis proyectos intentan romper la utopía para convertirla en realidad"

27 noviembre, 2008 01:00

Leandro Erlich. Foto: Sergio Enríquez

Es uno de los artistas latinoamericanos más destacados de la escena internacional. Su paso este año por el P.S.1 de Nueva York y las bienales de Singapur, Liverpool y Nueva Orleans así lo corroboran. Estos días presenta sus nuevos proyectos en el museo Reina Sofía y en NoguerasBlanchard, su galería de Barcelona.

Confiesa sonriente Leandro Erlich (Buenos Aires, 1973) que ha visto tanto cine que se asombra de tener todavía la vista intacta. Algo nada gratuito ya que uno de los principios básicos de su trabajo es el hecho de hacer que algo extraordinario suceda de manera muy simple. La suya es, pues, una percepción agudizada que asume la perplejidad como actitud vital. Y a eso precisamente es a lo que nos incita con cada uno de sus instalaciones: a ser dueños de un área pequeña, a medir la lejanía, la distancia que abre el extrañamiento, para darnos cuenta de que la realidad es diferente a todo. Una idea de realidad que, a modo de escenario, el artista altera mediante el uso de estrategias de simulación, ilusión óptica, espejismos, elementos escenográficos o recursos utilizados en la magia con el fin de hacernos reflexionar sobre lo frágiles que son las primeras impresiones y las certezas. Así pudimos verlo en algunas de sus obras presentes este año en varias exposiciones: en Carrousel (2008), presentada en la Bienal de Liverpool, un tiovivo transformado en un apartamento donde su constante rotación es reflejo de la monotonía de esos hábitos diarios que se repiten sin fin; o en Swimming Pool (1999), actualmente presente en el P.S. 1 de Nueva York y creada para la Bienal de Venecia del 2001, una piscina vacía que simula estar llena al estar recubierta con un fino vidrio y agua.

Esta misma semana ha inaugurado La torre, un edificio de pisos de once metros instalado en el patio de la ampliación Nouvel del Reina Sofía, en el que un dispositivo de espejos invita al espectador, situado en la planta baja, a ver lo que está sucediendo en la parte superior, y viceversa. Un complejo juego de perspectivas que desarticula cualquier sentido de orientación y cuestiona lo evidente y lo común. Paralelamente, el artista presenta también la exposición Pequeños modelos de grandes proyectos en la galería NoguerasBlancard de Barcelona. Mientras ultima la presentación de ambas muestras hablamos con el artista sobre esa manera suya de "pensar con los ojos".

-Sus proyectos siempre tienen un elemento detonador que desencadena una reacción inmediata.
-Así es, hay un momento en que las cosas se inician para el espectador. Es como el disparo de un revolver, aunque aquí, el click es la ilusión. Un momento decisivo para la participación de una historia que está escondida en la obra y que el espectador va descubriendo como si fuera un actor sobre un escenario. Eso sí, sin un guión establecido y reconstruyendo contínuamente su propio rol.

Afinidades visuales
-El marco de sus instalaciones son, la mayoría de las veces, espacios que remiten al hábitat. ¿Por qué ese diálogo con lo cotidiano?
-Me interesan todos esos espacios que dejan de ser funcionales y devienen emocionales. Espacios de fondo, donde transcurre nuestra vida. Creo que no hay mejor lugar que ése para cuestionarnos la realidad. Cada uno de mis trabajos pretende, de hecho, que nuestra capacidad de cuestionar esté siempre despierta y en alerta.

-Unos espacios repletos de capas de información y donde las cosas siempre tienen doble o triple lectura...
-Sí, creo que uno de los elementos que definen todo mi trabajo es el hecho de que todos ellos contengan capas de interpretación diversas como el hecho de que la obra sea conceptualmente compleja pero formalmente sencilla. Una contradicción que provoca una suerte de magia.

-Precisamente esa "suerte de magia" es la que crea ambientes que pone en cuestión la visión que tenemos de la realidad... ¿Por qué ese interés por lo perceptivo?
-Ese interés remite, por un lado, a esa idea de magia ilusoria y, por otro, a aquello que perceptivamente es común a todos. Aquello que todos vemos igual puede ser muy diverso en cada caso. Es así, con cada ejercicio por reconocer nuestro entorno, cuando construimos continuas ficciones.

-De hecho, sus trabajos son como trampantojos... exigen del espectador una implicación física o sobre todo intelectual, ya que sin él, no existe trampa o ilusión. ¿Por qué ese interés por los juegos especulares?
-Creo que lo ilusorio nos ayuda precisamente a comprender que la realidad es una construcción. Pero en mi caso, el truco no está pensado para engañar sino para ser descubierto. De hecho, está ahí con un grado de simpleza que permite entender enseguida cómo están elaboradas las cosas. Un hecho que para mí transmite un cierto optimismo en relación a la capacidad que tenemos de comprender aquello que nos rodea. Creo que es muy importante generar el deseo en el otro para seducirle e invitarle a involucrarse en la obra. La esperiencia estética apunta precisamente a eso, al ojo y al espectador.

-¿En qué consiste el trabajo que presenta en el Reina Sofía?
-La torre es un periscopio gigante dentro de un espacio de arquitectura cotidiana. Por fuera, el espectador ve un edificio de apartamentos y por dentro, una especie de corredor. Se trata de un lugar de encuentro donde se le propone al espectador una experiencia que se limita a algo tan mínimo como un juego de miradas. Me gusta pensar en la grandeza y en la profundidad de las cosas mínimas. Hay algo en ellas que me resulta muy real.

Modelos en miniatura
-Un elemento fundamental en sus proyectos son las maquetas, que precisamente ahora presentas en Barcelona.
-La maqueta viene a completar cada proceso de trabajo. Siempre pienso en el músico que compone una melodía en su cabeza sin necesidad de tocar ningún instrumento. Es decir, hay una memoria que te permite saber como suenan las notas y luego tiene una necesidad de plasmar eso en un ejercicio para visualizar esa obra. En el caso de mis proyectos, como La torre, es igual. Hay un proceso que es mental y no es hasta después, a medida que va resolviéndose la obra, cuando es necesaria una maqueta para visualizarla. También me interesan las maquetas como objetos casi escultóricos, no sólo como un tema de estudio. En todas ellas se repiten los juegos visuales de las grandes instalaciones. La exposición en Barcerlona reúne las maquetas de proyectos realizados, aunque también las de proyectos efímeros que no existen más que como una idea inicial.

-Dada su ambigöedad, sus obras parecen abordar una y otra vez diversos mecanismos para acercarse a la utopía. ¿Qué papel juega ésta en sus proyectos?
-No creo que la obra esté centrada en la utopía aunque sí tiene un carácter utópico. Su relación más próxima a la utopía es el desafío de llevarla a cabo. Creo que podemos vivir con la ambición de construir aquellas pequeñas utopías que uno tiene en la cabeza. Mi relación con la utopía es, de hecho, quebrarla y convertirla en realidad.


Leandro Erlich o la endeble realidad

El artista argentino nos habla de "La torre", un enorme periscopio de 11 metros instalado en el Reina Sofía y en cuyo interior no hay gravedad