Image: Francisco Mangado

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Arte

Francisco Mangado

“Hoy la arquitectura no tiene que ser buena sino espectacular”

12 junio, 2008 02:00

Francisco Mangado. Foto: Toni Galán

No sólo es el autor del pabellón de España en la Expo de Zaragoza, Francisco Mangado es también uno de los referentes de su generación que ha concebido para esta ocasión un bosque sosegado y tranquilo que hace sombra a un sin fin de arquitecturas que abarrotan el recinto. Antón Gacía-Abril ha paseado con él por su edificio, pero también por el resto de pabellones que dan forma a la Exposición del Agua.

Francisco Mangado nace en Navarra en 1957, donde estudia arquitectura y donde tiene el estudio Mangado y Asociados. Y es ahora en Zaragoza donde ha construido uno de los proyectos que más responsabilidad le exige, por la carga ideológica que se ha impuesto para insertarse en el contexto de la Expo de Zaragoza. Mangado se encuentra en un momento de gran actividad profesional, compatibilizando sus proyectos con una vocación docente que desarrolla en la Universidad de Navarra y en Estados Unidos, en las universidades de Harvard, hasta ahora, y en Yale, el próximo año. Nos encontramos con él en el Pabellón de España, aún en obras, horas antes de su inauguración, pero ya con los montajes y equipamiento instalado, listo para su presentación pública. Conseguimos sentarnos a reflexionar sobre su trabajo y sobre la exposición en Zaragoza y, con un poco de calma entre tanto frenesí, Mangado hace balance de su trayectoria: "Tengo la sensación de que, al margen de su resultado, que depende en gran medida de las circunstancias de cada obra, mis proyectos actuales tienen una dosis de intensidad que me interesa más que en los trabajos anteriores. Lo que he hecho durante estos diez últimos años ha sido una arquitectura más difícil, de mano izquierda, donde las cosas no sean tan obvias y, por lo tanto, no tan desposeídas de contenido. Una arquitectura, también, de resultado más incierto. Los elementos y las decisiones que antes tomaba de una manera más superficial ahora adquieren mayor dimensión".

-¿Cómo se integra su arquitectura en el entorno, ahora que su trabajo se desarrolla en contextos más amplios y distintos?
-La relación con el lugar en el que estoy trabajando ha adquirido una complejidad más atractiva, más rica. Quizá antes, cuando iba a un sitio miraba de manera más inmediata, ahora me planteo más preguntas. Procuro darle un tiempo mayor a esa relación con el lugar. Los aspectos materiales de la arquitectura me interesan más y no de una manera tan general como antes. Tomo determinadas decisiones, como el manejo y empleo de materiales, en base a una idea muy concreta: reciclar elementos procedentes de otros sectores que en un momento determinado pueden adquirir un valor significativo e importante aplicado a la arquitectura. No me interesa en absoluto toda esta arquitectura rápida, caligráfica, superficial. En los proyectos que hago procuro olvidarme de mí como arquitecto, procuro hacer arquitectura menos personal en términos de arquitecto, y más interesante en términos de la arquitectura.

-¿No entiende la arquitectura desde su imagen, como viene siendo habitual en la última arquitectura contemporánea?
-No me interesa la fotografía, ni la imagen de los edificios. últimamente ni dibujo alzados... Me interesan más las plantas, las secciones, las reflexiones espaciales. Los alzados los hago al final, porque el proyecto tiene que tenerlos, claro. Son un resultado pero no un objetivo. Esto no deja de ser un dato importante para explicar el tipo de arquitectura que me interesa, la que no está preocupada por su manifestación exterior como exponente máximo de la caligrafía arquitectónica.

Dirigir la energía de otros
-¿Qué le mueve, después de tantos trabajos, tantos proyectos y viajes, tanto ir y venir a EE.UU.?
-No estoy seguro de poder decir que mi felicidad está en la arquitectura. Después de tanto trabajar, y hacer edificios, de lo que más orgulloso estoy es de la cantidad de amigos que he hecho con la arquitectura. Cuando desarrollas edificios grandes, te impresiona la cantidad de agradecimientos que hay que dar a toda la gente que te ha ayudado a que un edificio sea posible. Apreciar toda esa carga humana que hay para que cualquier proyecto salga adelante. A veces lo pienso, me gustaría meter en un crisol toda la energía que en un momento dado ha estado a mi alrededor y poder cuantificarla y medirla.

-La energía que le han prestado para que desarrolle su trabajo... ¿No es cierto que nuestro trabajo no es más que dirigir esa energía de mucha gente?
-A los arquitectos se nos presta una cantidad de energía enorme, hay que saber canalizarla… Por eso me parece una barbaridad y una frivolidad toda esta arquitectura que se hace sin ningún sentido, que se mueva tal cantidad de energía para nada.

-¿Qué le sorprende aún de la arquitectura?
-Cuando siento mayor frustración es en momentos en los que te das cuenta de que te has equivocado en cosas que has pensado. La arquitectura tiene una autonomía propia independiente de la del arquitecto, eso está claro. Muchas veces esto hace que decisiones que los arquitectos hemos tomado se conviertan en intrascendentes o que otras que parecían banales cobren importancia. Esos momentos, cuando la obra te da mucho más de lo que esperas y te das cuenta de que te has equivocado, son los momentos de más intensidad en positivo pero también de más frustración.

-Eso dentro de la arquitectura en sí. ¿Y dentro de todo lo que rodea a la arquitectura?
-Algo que me molesta mucho es la ordinariez. Y al contrario, cuando te encuentras con sensibilidad, por ejemplo, una empresa constructora o un trabajador con sensibilidad que procura hacer bien las cosas, con ganas, con ilusión máxima, entonces te sientes muy agradecido.

-Las exposiciones, las olimpiadas, siempre han sido grandes momentos de exhibición arquitectónica. En origen fueron de investigación, y ahora son una puesta en escena. ¿Qué utilidad arquitectónica tienen? ¿Qué utilidad social, económica, urbana?
-Las exposiciones ya no son lo que eran. Algunos de los pabellones que me interesan son, desde luego, el de París en la guerra -un exponente arquitectónico e ideológico- o el pabellón de Bruselas donde hay una fuerte investigación constructiva y espacial. Las ferias van devaluándose, los pabellones van devaluándose hasta el punto en que en la ultima feria de Japón, el pabellón de España no era más que una fachada, simplemente se representa.

-Las exposiciones que en su momento fueron importantes muestras de arquitectura se han convertido en recintos feriales.
-Sí, de exposición a recinto ferial. Lo más importante es el espectáculo. Las arquitecturas no tienen que ser buenas, sino espectaculares. Los valores que están ligados a la arquitectura, que son, la representación, la significación, el valor simbólico, el ideológico, se han metido en un saco común y convertido en espectáculo.

-¿El pabellón de España participa en este espectáculo?
-Yo he querido construir un pequeño manifiesto que tiene que ver con la arquitectura. No podemos confundir el espectáculo con una arquitectura que tiene una voluntad institucional, de representación. Que la relación entre los medios y los fines sea coherente, eso define un contexto inteligente en el que la arquitectura que a mí me interesa siempre se ha movido. Esa relación entre medios y fines es el primer principio que debe evaluar una arquitectura responsable con los recursos.

Agua y medioambiente
-Entonces, ¿cuál es la identidad del pabellón de España entre tanto ruido arquitectónico?
-El edificio del pabellón de España no es un edificio que quiera ser medioambiental, es una arquitectura que es consciente del contexto en el que se mueve, del calor que va a hacer, que por lo tanto busca la sombra, pero utilizando recursos que siempre han estado en manos de la arquitectura inteligente. No hablemos por lo tanto de la arquitectura medioambiental como una especie de estilismo añadido.

-Creo que ha habido una oportunidad de planteamiento importante, y las mejores Expos fueron grandes operaciones urbanas.
-El otro gran componente es que hoy, por lo menos, las Exposiciones Universales se aprovechan para transformar la ciudad. Pero curiosamente no se ha hecho de una manera apegada a la Expo, se ha producido una transformación importante de infraestructuras: el ave, autopistas, estupendas transformaciones dentro de la ciudad.

-El motivo del agua no tiene su respuesta urbana en el tratamiento de las riberas del Ebro.
-Sí, creo que la relación con el río es más escasa de lo que parece. Todas estas plazas temáticas se han traducido en objetos cada uno más estridente, más escandaloso, más llamativo y más feo. Probablemente, están tapando mucho la proximidad al río. Han abusado mucho de estos edificios-mueble, que hacen que los edificios importantes aparezcan inmersos y rodeados de una suerte de pequeños pasteles sin ningún valor arquitectónico. La jerarquía arquitectónica que deberían producir urbanamente esos edificios la han diluido en favor precisamente de ese "recinto ferial" del que hablábamos.

-Me sorprende que la temática ideológica con la que parte la Expo es muy potente, que la bandera medioambiental en general y el agua en particular dirijan el contenido del conjunto y, sin embargo, pocos edificios han incorporado activamente esta sensibilidad.
-Eso lo detectas perfectamente. En la excesiva cacharrería que hemos visto, e incluso el propio concepto de muchísimos recursos que van a durar tres meses y tienen un carácter completamente efímero. En todo esto me parece que hay una contradicción bastante seria en términos ideológicos. El motivo de esta Expo va mas allá del agua, es la responsabilidad con respecto al medio, los materiales, la concepción de una arquitectura inteligente. Nosotros trabajamos con materiales muy modestos, como la terracota o el corcho. Las circulaciones capaces de cruzarse y reproducir eventos espaciales atractivos son suficientes para impresionar, porque la propia arquitectura crea momentos excitantes en términos de atracción, sin tener que recurrir a elementos exógenos que tiene que ver con la cacharrería, las adiciones tecnológicas, muy costosas y de muy incierta amortización. Desde la propia organización del edificio tenía claro que éste tenía que ver con la sombra de una manera importante y fundamental. La arquitectura inteligente siempre ha estado relacionada con el contexto y con el medio.

La metáfora del bosque
-Sin embargo esta conciencia parece ir transformándose en un estilo.
-Es el colmo de la desfachatez querer hacer de la arquitectura medioambiental un estilo. ¡Pídale a la arquitectura lógica, sensatez! Siempre he pensado que este pabellón es una obra de una arquitectura muy sencilla. Las metáforas para nada pueden explicar los proyectos, pero si pueden generar un proceso en el que todo eso se sustancia en arquitectura. La metáfora del bosque a mí me sirvió, lo tuve claro. He pensado muchísimo en el concepto del tránsito. La metáfora del bosque te permite crear recorridos independientes del acceso, éste no es un edificio en el que entras, es un edificio al que te aproximas. Más que un edificio es un espacio que te cubre, como es, de hecho, un bosque.

-La arquitectura, por definición, no es efímera y si se hace efímera es para hacer un acto de representación muy puntual...
-La arquitectura, si es efímera, entonces no es arquitectura, es otra cosa. Por eso digo que esto es más un recinto ferial que una Expo, es decir, son casetas; ilustradas, pero casetas. Las casetas de un recinto ferial. Eso no es arquitectura, es una instalación.

-¿Qué queda de arquitectura en esta feria?
-Los puentes, sin ninguna duda, el palacio de congresos, el hotel y la torre del agua, y el pabellón de España. Lo demás son una especie de edificios almacén que han albergado los distintos pabellones de los países invitados.

-¿Es un orgullo representar, no sólo a tu país sino a los arquitectos de tu país?
-No me he planteado representar a los arquitectos de mi país. He tenido un trabajo que hacer y lo he hecho lo mejor posible. Me gustaría que pensasen que es un pabellón significativo donde no se ha despilfarrado nada. Que con una arquitectura equilibrada en su relación entre medios y fines se ha logrado con mucha dignidad representar a España.