Image: Thomas Schütte

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Arte

Thomas Schütte

“Hoy el arte está en todas partes pero no significa nada”

15 noviembre, 2007 01:00

Thomas Schütte frente a su modelo para hotel

Thomas Schütte es estos días el invitado de honor de la ciudad de Londres. Su proyecto para el Fourth Plinth (ese pedestal vacío de Trafalgar Square que desde 1999 vienen ocupando artistas contemporáneos) acaba de ver la luz. Motivo suficiente para que el crítico Adrian Searle se haya desplazado a Düsseldorf para hablar con el escultor alemán de su obra escultórica, de sus construcciones en miniatura, de su relación con la arquitectura y, por supuesto, de este, su "último gran proyecto", que ha supuesto al Ayuntamiento londinense un desembolso de 270.000 libras.

"Las cagadas de los pájaros plantean un interesante problema técnico", afirma Thomas Schütte (Oldenburg, Alemania, 1954) mientras charlamos en su apartamento de Düsseldorf. "Creo que piensan limpiarlas una vez por semana". Su Modelo para hotel colocado sobre uno de los pedestales de Trafalgar Square ha sido oficialmente descubierto estos días. La maqueta de la obra se expuso por vez primera en 2003 con el título de Hotel para pájaros. Sin embargo, Ken Livingstone, alcalde de Londres, en guerra permanente contra las palomas, pensando seguramente que ese título podría dar todavía más alas a esas indómitas aves, decidió cambiarlo. "Para las palomas, la escultura es un auténtico hotel", explica Schütte. "Me he enterado del plan para acabar con ellas. No quiero meterme donde no me llaman, pero, en este caso, el "para pájaros" del título no era más que una expresión. De cualquier forma, los excrementos siempre van a estar ahí, como el viento, la lluvia o los edificios que rodean la plaza".

Durante años, Schütte ha deleitado y desconcertado a su público con obras realizadas dentro de una asombrosa variedad de materiales y formas: desde sus estandartes a las enormes cabezas bifrontes de cerámica, o a sus familias enteras compuestas por esos personajillos hostiles y malencarados, atados entre sí con trozos de tela y con rostros moldeados con esmero de ojos redondos y brillantes. Es también autor de unos grandes y resplandecientes fantasmas de ciencia ficción en aluminio y de unas mujeres monstruosas e inquietantes en bronce. En la web de Schütte se clasifican sus obras en función del tema tratado: Casas, Búnkeres, Monumentos, Animales, Espíritus, Bromas, Frutas y Verduras, Mujeres, Hombres, Flores, Jarrones. Y, aunque el artista gusta de jugar con los géneros, se mantiene siempre al margen de ellos. Ha revitalizado la cerámica y creado divertidos y conmovedores grabados y acuarelas. Todo lo que toca adquiere una especie de torcida rectitud. Schütte es también una de esas personas con aire de susceptibilidad y de no sentirse del todo bien dentro de su propia piel y para quien estar en el mundo no es cualquier cosa. Puede que sea eso lo que aporta a su escultura esa torpe vitalidad y ese carácter incisivo.

El nuevo arte público
Aunque ha realizado con anterioridad obras para espacios públicos, no cree en el arte público, pero sí es consciente de la responsabilidad que entraña realizar una obra para el cuarto pedestal. Su proyecto es fruto de una larga serie de maquetas arquitectónicas para construcciones imaginarias iniciada en 1980, varias de las cuales se han plasmado ya en su tamaño real. "No esperaba ganar el concurso. Me resulta extrañísimo trabajar en un espacio público que ha dejado de serlo. Porque hoy, el auténtico espacio público es el de la televisión e internet. Pensé que hacer una escultura figurativa sería demasiado frívolo. No quería aludir con mi obra a ningún hecho histórico concreto. Bien está que los héroes del Imperio Británico estén en Trafalgar Square, pero..."

Y, aunque ese conjunto de etéreas formas de cristal, vagamente pasadas de moda y de alguna manera ilocalizables, pueda resultar en apariencia abstracto, Schütte reconoce que Modelo para hotel es, en realidad, una obra figurativa. "Se me ocurrió mientras dibujaba: tenía caderas, cintura, torso; era como una especie de hombre gigante. Entonces pensé, ¿y si le añado un vestíbulo? Era una sensación como de primera modernidad, como de El Lissitzky, el constructivista ruso".

Un huesped muy caro
"Está estupendamente ejecutada" -afirma Schütte con orgullo- "y es carísima", prosigue con una sonrisita delatora que tiene más de lobo que de cordero. "Es como una joya. Quería poner un edificio glamuroso sobre ese pedestal. El glamur es imprescindible: se trata de un producto de lujo". A Schütte no le molesta en absoluto que su escultura vaya a estar en su emplazamiento sólo dieciocho meses. "Es un huésped", señala, y añade que carece de esa aspiración imperialista a poblar el mundo con sus esculturas, un "síndrome de lo más británico: esa cosa tan de Henry Moore de no decir nunca que no".

El artista no ha supervisado la instalación de su obra en Trafalgar Square. No obstante, se deshizo del primer equipo británico, vencido por sus exigencias técnicas, y lo sustituyó por uno propio. Fotos de la evolución del montaje iban llegando cada día a Düsseldorf por correo electrónico. Pronto quedó claro que la propuesta original de Schütte de construir la pieza en plexiglás de colores era técnicamente inviable, lo que le obligó a esforzarse por encontrar alternativas más baratas y prácticas, incluyendo la posibilidad de reducir la escultura a un simple andamiaje de metal. La semana pasada no la había visto aún en su sitio. "Todavía no sé en qué consiste. El problema es que, hoy en día, está totalmente prohibido expresar dudas o pensar en voz alta. De todas formas, cuando llega el momento de exponer obras en público, las dudas afectan en realidad a un grupo reducido de profesionales. Tener coherencia como artista es una cuestión enormemente delicada". En una ocasión le preguntaron qué enseñanzas le había aportado la lectura de Nietzsche en sus años mozos, y respondió: "la duda".

Schötte huye de ese culto a la personalidad que hace que algunos artistas sean más famosos que sus propias obras. "Es repugnante, horrible. Como te impliques demasiado en el juego mediático tu obra acabará siendo como esas musiquillas de los anuncios para desaparecer inmediatamente después. Puede que el arte esté convirtiéndose en eso, o en algo parecido a la industria del disco: que está en todas partes pero que no significa nada. La industria del ocio llena el cerebro de basura. Medios como la televisión están ahí para ayudarnos a olvidar el día y a evadirnos de nosotros mismos. Y el mercado del arte no consiste más que en unos trofeos que van de mano en mano. Compre esto hoy y verá cómo mañana, cuando lo venda, vale el doble. El dinero se ha convertido en un lenguaje. Yo sigo creyendo que la tarea del artista consiste en contar historias a base de color, luz, líneas, forma y volumen; en desarrollar y crear una obra independiente y convincente".

Schütte se mueve incesantemente entre los diversos talleres con los que trabaja, y afirma que es en la carretera en donde piensa más. Es como si no tuviera estudio propio. "En mi estudio pasaría las horas muertas sin hacer nada, con todo el mundo pendiente de que se me ocurriera algo". En lugar de eso, hace que le lleven al taller de fundición o al ceramista, al estudio de impresión o al lugar en donde hace sus maquetas arquitectónicas. "Soy como un viajante, cada día en un taller; y eso me evita líos y meteduras de pata, me salva de vivir entre materiales y máquinas. Pones a Jimi Hendrix en el coche, recargas las pilas, y empiezas a trabajar nada más llegar. Pago el uso de los talleres por horas".

Más allá de la arquitectura
"Hago estas cosas porque quiero verlas y no existen", afirma. "Está claro que el problema de la arquitectura no radica en construcciones flamantes como el World Trade Centre; lo que importa de verdad es la ciudad viviente, la vivienda asequible, las zonas verdes, etc.". Sobre una abarrotada mesa que contrasta con el orden de su apartamento, vemos la maqueta de una Casa para terroristas, con una chimenea graciosamente ladeada y paredes pintadas en colores primarios. En la maqueta, Schötte ha colocado hasta unos lavabos y un inodoro en miniatura. La casa es elegante y, podríamos decir que tiene incluso "marcha", como si lo que quisiera decir es que si proporcionáramos a los terroristas una vivienda agradable se olvidarían de seguir aterrorizando a la gente. O quizás ese choque imaginado entre el diseño arquitectónico posmoderno más elevado e imaginativo y unos individuos resentidos con la sociedad constituya una afirmación mucho más oscura e incendiaria sobre el acomodado Occidente y los verdaderos deseos de las personas. Schütte propone construir esta llamativa y elegante casa encima de un bloque de viviendas.

"Durante años, las ideas iban surgiendo, así, sin más. Yo creo que el principal motor es ese deambular por los talleres, en contacto con otras personas y jugando con los materiales. Cuando observo mis primeras obras me doy cuenta de que cada una de ellas podría haber sido el punto de arranque de una trayectoria completamente distinta. Yo sigo con todos esos cambios de escala, de temas, de materiales. Es algo que tiene sentido para mí, pero no sé si para los demás. Me preocupa pensar que podría estar moviéndome en demasiados campos, jugando demasiadas partidas simultáneas de ajedrez".

Schütte, de cincuenta y dos años, formado en la Academia de Düsseldorf bajo dirección del pintor Gerhard Richter, siempre ha seguido su propio camino, pero sin que eso le haya impedido asumir, sin mayores problemas, ideas del arte conceptual o del minimalismo, de la escenografía teatral o de la arquitectura. Sostiene que para sus compañeros de generación, la música y el cine eran más importantes que las viejas iglesias o el arte clásico. Durante unos instantes, permanecemos sentados saboreando el silencio, Schötte fumando y contemplando su taza de café, hasta que le pregunto a quién quiere derrotar, contra quién se imagina que juega. "Contra mi bestia interior" -responde-. "Esa que se vence a base de duchas frías y carreras alrededor de la manzana".

Y ahora, ¿qué? "Trafalgar Square es mi último gran proyecto. Las acuarelas están paradas. Las figuras espectrales, acabadas. La creación de maquetas, detenida". La pasada primavera me contó que ya no iba a hacer más mujeres de bronce. "He hecho dieciocho, y las últimas fueron tan crueles, cortadas a pedazos y luego reensambladas, que decidí no volver a hacer ninguna más". Empecé a pensar que más me habría valido no haberle preguntado nada…

En una ocasión, Schötte describió su trabajo como algo parecido a una subida a los Alpes en la que te perdieras cada diez minutos. Sin embargo, para mí, el que no se pierde nunca encuentra nada nuevo. Otra queja suya es que, de alguna manera, siempre ha encontrado su trabajo fácil. Pero lo que para él resulta fácil es precisamente lo que todos los demás encuentran difícil. Y eso es lo bueno de Schütte. Cuando se lo digo, parece dudar. "No termino de ver la luz al final del túnel. Bueno, veo algo de luz, pero, ¿y si es la de un tren que viene?". Ríe.