El Cultural

El Cultural

El Cultural

'Siempre contigo', dependencias paternofiliales

El israelí Nuri Bergman dirige una emotiva y bella película sobre la relación entre un artista sexagenario y su hijo con autismo

27 agosto, 2021 09:01

En los años 80, Barry Levinson obtuvo un gran éxito con Rain Man, donde veíamos la relación entre un treintañero sin escrúpulos (Tom Cruise) y su hermano autista (Dustin Hoffman). Aquella película visibilizó la realidad de los autistas, personas con una afección neurológica que les provoca todo tipo de problemas para relacionarse y que en cierto modo parecen vivir en una infancia eterna. A su dificultad para entender el humor, su trastorno obsesivo compulsivo o sus problemas para comprender el pensamiento lógico se le solapa una sensibilidad extrema que los convierte en personas con una gran capacidad para captar las emociones, lo cual les da una forma de sentir y vivir única que nos acerca a la dimensión más sensitiva de la vida. En la forma de percibir de estas personas hay también una profundidad indiscutible.

Seleccionada en sección oficial en el Cannes “fantasma” del año pasadoSiempre contigo cuenta la relación entre un señor mayor, Aharon (Shai Avivi), un tipo con aspecto de ser un amigo editor de Woody Allen en una de sus películas, y su hijo de unos 19 años, Uri (Noam Imber), con quien tiene una estrecho vínculo. La película arranca cuando Aharon debe ingresar al chaval en un centro especial para jóvenes autistas, forzado por su ex mujer, que está convencida de que lo más sano para el niño es que se relacione con personas de su edad. Ante la reticencia de Aharon, que está asustado por los efectos que esta decisión pueda tener en el joven pero también por quedarse solo, la pobre mujer ha llegado a exigir por vía judicial ese internamiento.

Planteada como una road movie, vemos el largo viaje del padre y el hijo a esa residencia para personas con autismo. La película de Chaplin El chico (1921), recién reestrenada, que Uri ve de manera obsesiva, sirve como metáfora de lo que el director quiere contar. Como sucede en ese famoso filme, no se trata de ver a un tipo adulto y responsable enfrentado a un ser más débil e indefenso sino de confrontar a dos personas frágiles de maneras distintas pero muy parecidas en lo esencial. En este caso, el “débil” es Uri, quien siente verdadero pánico por abandonar la seguridad de su hogar, pero poco a poco nos vamos dando cuenta de que en realidad es el padre quien necesita el afecto y la compañía de su peculiar hijo.

Las películas sobre discapacitados son difíciles ya que siempre son sospechosas de entrada de explotar una situación potencialmente lacrimógena con unos personajes con los que resulta muy fácil empatizar y sentir ternura. En Siempre contigo no hay asomo de ternurismo y sí un delicado retrato de dos seres a la deriva, cada uno a su manera, que postergan una separación que ambos saben que es decisiva e inevitable. El filme propone, además, una interesante reflexión sobre la verdadera naturaleza del amor y la dificultad para “querer bien”, o en definitiva para amar sin egoísmo: un afecto generoso entiende la libertad del otro, uno insano utiliza el vínculo para mantener una dependencia que llene vacíos vitales. Esta es una película cargada de verdadera humanidad cuyos personajes llegan al corazón.

@JuanSarda