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El Cultural

Philippe Sands: "No debemos olvidar que los nazis también fueron seres humanos"

El escritor y jurista se sumerge en la vida del nazi Otto von Wächter en ‘Ruta de escape’, una búsqueda de la verdad que le lleva a reconstruir la huida de muchos jerarcas del Reich

28 enero, 2021 09:13

Una pareja atrapada en la confusión de la guerra, crímenes en serie, un hijo traumatizado que entrega secretos familiares, un espía, una cacería, y una enigmática muerte. Para condimentar el asunto, agreguemos que el padre es un nazi responsable de la muerte de miles de personas, su esposa una ladrona de obras de arte y el espía, un prelado anticomunista. No se trata de un guion fantasioso sobre la Segunda Guerra Mundial, si no de la historia real de Otto von Wächter y su familia, elemento central de Ruta de escape (Anagrama), el nuevo libro del abogado y profesor de Derecho Internacional en el University College Philippe Sands (Londres, 1960), quien lo define como un paso natural tras su monumental trabajo Calle Este-Oeste (2017).

“Esta es una historia de amor, mentiras y justicia”, explica Sands, “la historia de una familia que conocí por casualidad, los Wächter”. Fue durante la investigación para su anterior trabajo, que versaba sobre la historia de su familia (su abuelo fue un superviviente del Holocausto), y el rodaje del documental What Our Fathers Did: A Nazi Legacy, cuando conoció a Horst von Wächter y Niklas Frank, hijos de sendos jerarcas nazis. Mientras que Frank renegaba de los crímenes de su padre y se hizo gran amigo del jurista, Wächter hijo procedió de otro modo. “Horst está convencido de que su padre fue, pese a todo, una buena persona, así que me dio todos los archivos de su familia para que tratara de demostrarlo”.

Entre las más de 8.500 páginas de documentos que Sands obtuvo se encontraban cartas, diarios y fotografías de sus padres, Otto y Charlotte. Una verdadera historia gráfica del auge y caída de un jerarca nazi contada desde la intimidad. “Por primera vez en la historia tenemos toda la correspondencia de un hombre que huyó, de un nazi fugado. Otto, gobernador de Cracovia y luego de Galitzia fue un asesino de masas, antisemita, nacionalista que despareció de la tierra en 1945. Después reapareció en 1949 con la firme intención de huir a Sudamérica, pero murió en Roma en 1949”, resume el autor.

Amar a un asesino

Sands recrea así la historia de este matrimonio en el que destaca el papel del personaje de Charlotte. “Ella era una artista, pero era tan nazi como su marido. Es fascinante leer en las cartas como ella lo sabía todo, e incluso le alentaba”, apunta. “Otto le escribía desde Cracovia mezclando comentarios sobre la ópera y la arquitectura de la ciudad con narraciones de cómo había tenido que matar a miles de personas o que los judíos se descontrolaban”.

"A través de sus cartas podemos entender cómo una esposa apoya a su marido a toda costa, aunque sea un asesino en masa"

El personaje de Charlotte, asegura el autor, “es el corazón del libro, porque esta es una historia de amor entre ellos. Por primera vez entendemos en microdetalle cómo una esposa apoya a su marido a toda costa, aunque sea un asesino en masa”, valora Sands, que apunta que, durante el resto de su vida, que duró hasta 1985, “no hay un solo atisbo de remordimiento, jamás. Ella asegura que aquellos años fueron la mejor época de su vida. Incluso tras la muerte de Otto, ella trató de limpiar su nombre y mantuvo un registro minucioso de todas sus reuniones y entrevistas sobre ello”.

Y es que, cuando la guerra terminó y el puño de hierro nazi se resquebrajo por toda Europa, Otto se escondió en las montañas austriacas. “Durante tres años ella cuidó de él y le llevó alimentos, libros, ropa…”. Hasta que, en 1949, Otto se puso al servicio de un inesperado protector, El Vaticano. “En 1947 los estadounidenses crearon el proyecto Los Ángeles, una ruta de escape para antiguos nazis que gestionaban tres exmiembros del partido, tres antiguos fascistas y dos curas, el portavoz de Pío XII y el obispo austriaco Alois Hudal, que además era espía para los americanos”, explica Sands.

La familia Wächter en los años 40

Un espía en el Vaticano

Por esta vía trató de escapar Otto, que, en 1949, ya de incógnito, llegó a actuar como extra en dos películas de cine. “Hudal lo acogió y le dio trabajo. Pretendían que se convirtiera en agente doble de los rusos en el marco de la Guerra, pero él quería huir. Y justo antes de que embarcara para Argentina murió”.

Pero la trama se complica, según cuenta el autor, pues “años después Hudal llamó a Charlotte para recuperar el cuerpo de Otto y llevarlo a Austria, según su deseo. Y además le confesó que, en su lecho de muerte el nazi le dijo que había sido envenenado por un antiguo camarada”. Otro misterio para añadir a esta vibrante historia donde todavía hay más preguntas por responder.

"El Papa Francisco está comprometido con airear por fin el archivo vaticano. Esto es muy significativo y soy optimista"

Por ejemplo, Sands, que afirma ir “con mucho tiento en estas cuestiones, se pregunta “qué sabía realmente el Papa pío XII de todo esto. Hudal obtuvo dinero papal para esta ruta de escape, pero no sabemos exactamente lo que hizo. Habrá que esperar a que se abran los archivos”. Una espera que, puede que no sea muy larga. El escritor, que visitó El Vaticano en compañía de Javier Cercas e invitado por un obispo irlandés asegura que con el Papa actual sólo es cuestión de tiempo.

“La verdad está ahí, pero será arduo encontrarla porque el archivo es ingente y no está digitalizado. Pero estoy satisfecho porque el Papa Francisco está comprometido con airear el archivo. Esto es muy significativo y soy optimista”, expresa Sands.

El pasado siempre vuelve

Pero más allá de esta trama de espionaje que ocupa parte del volumen, este nuevo ensayo de Sands logra lo que ya consiguió en su anterior obra, ponerse en el lado de los verdugos y tratar de entender como un hombre considerado bueno llega a ser un criminal. Pero, sobre todo, es una búsqueda de la verdad. El autor trata de quitar esas capas de memorias falsas y manipuladas, de recuerdos adaptados a la propia supervivencia familiar para buscar la verdad a pesar del dolor y las consecuencias.

En este sentido, Sands reconoce que además de una historia de amor, Ruta de escape “es una historia de mentiras, porque el otro personaje clave es su hijo Horst, que acepta la realidad de los crímenes, pero no la responsabilidad criminal de su padre. Quería abordar aquí cómo se gestionan los silencios familiares para crear sus propios desastres a lo largo de generaciones”. Y es que todavía existe esa tensión por la verdad entre los 6 hijos y 23 nietos que produjo el matrimonio de Otto y Charlotte.

"Shakespeare decía que la verdad es la verdad hasta el final. Y estoy de acuerdo. Tratar el pasado a través del silencio no funciona"

Por ejemplo, cuenta que la última frase del libro: “Mi abuelo fue un genocida”, escrita por la hija de Horst, Magdalena, “le costó ser desheredada. El por qué Horst me ha dado todo el material es una pregunta para un psiquiatra o un psicoanalista, pero creo que se debe a que estaba seguro de que podía convencerme de que su padre era un hombre familiar, honesto y decente. Yo quería convencerle de lo contrario. Y ambos hemos fracasado”. Porque, como recuerda, “Shakespeare decía que la verdad es la verdad hasta el final. Y estoy de acuerdo. Considero que tratar el pasado a través del silencio no funciona. Siempre logra la manera de volver y de forma incluso más dolorosa que si se hubiera enfrentado abiertamente”.

Es más, tras exponer al personaje de Charlotte, nazi recalcitrante e irredenta, Sands confiesa que le escribió “un amigo de Viena para decirme que tras la publicación del libro (el pasado diciembre) los nietos están en shock, porque todo lo les habían contado de su abuela es mentira”. Aun así, él entiende esta historia, de nuevo, como un acto de amor. “Pero no de Horst por su padre, sino por su madre. La clave para entender esta historia es la relación de un niño y una madre que adoró a un hombre que fue terrible. Ahora ese niño solo trata de proteger el gran amor que se tuvo con su madre a través del que ella tuvo por su esposo”.

Humanidad a pesar de todo

Para concluir, Sands —que ya prepara un tercer volumen donde saldrá España como vía de escape por la que Walter Rauff llegó a Chile y se hizo amigo de Pinochet, en cuya detención el abogado intervino en Londres y a quien juzgó en La Haya por crímenes contra la Humanidad— reflexiona sobre la capacidad de este libro para humanizar a quienes fueron algunos de los mayores asesinos de la historia.

"Los nazis no fueron monstruos, sino hombres que hicieron cosas monstruosas, pero también capaces de sentir decencia, generosidad, amor, amistad…"

“Es cierto que existe cierto peligro de humanizarlos, pero también de lo contrario. En mis libros nunca describo a Frank o Wächter como monstruos porque no lo fueron. Fueron hombres que hicieron cosas monstruosas, pero también capaces de sentir decencia, generosidad, amor, amistad…”, opina Sands. “Como cualquier ser humano, fueron personajes complejos y no creo que se pueda describir a una persona con un solo adjetivo”.

Apunta el autor que esto le recuerda al debate que generó en su día la película El hundimiento (2004), “que presentaba a Hitler como un hombre desequilibrado y que daba pena. Hay que buscar ese toque humanizante, porque no debemos olvidar nunca que los nazis lo fueron”, asevera. “Es necesario entender que no nacieron malos, que eran gente común, como cualquiera, pero que escogió cruzar una línea roja tras otra hasta acabar asesinando a miles y miles de personas”.