El Cultural

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Gervasio Posadas: "Zaharoff pasó de chico de los recados a comerciante de armas"

El escritor regresa en 'El mercader de la muerte' (Suma) al Montecarlo de entreguerras para reconstruir la vida de Basil Zaharoff, un empresario de la industria armamentística

1 octubre, 2020 08:01

Propietario del Casino de Montecarlo, se dice de él que fue la sombra detrás de innumerables conflictos internacionales. Conocido como “el mercader de la muerte” o “el hombre misterioso de Europa”, Basil Zaharoff fue un financiero, comerciante de armas, que dirigió la empresa de armamento Vickers durante la Primera Guerra Mundial. “Fue en una viñeta de Tintín, de La oreja rota, donde me encontré con el personaje de un mercader de armas al que Hergé llamó Bazaroff, cambiándole muy poco el nombre —cuenta Gervasio Posadas—. Me llamó la atención en seguida y me dio la impresión de que debía ser probablemente alguien real". Bazaroff no solo era real sino que "tenía una historia fascinante y a pesar de que, de alguna forma, había estado detrás de las muchas supuestas grandes conspiraciones de principios del siglo XX, se había olvidado su memoria”, continúa. Aquella historia alumbró en su mente la historia que hoy publica Suma, El mercader de la muerte, una novela de ficción histórica donde Posadas recupera al protagonista de El mentalista de Hitler, el periodista José Ortega, que viajará hasta la convulsa Montecarlo de entreguerras para narrarnos la historia de un ya anciano Basil Zaharoff.

Pregunta. ¿Y quién era realmente Basil Zaharoff?

Respuesta. Era un hombre hecho a sí mismo que nació en una familia muy pobre griega en la época del imperio otomano en Constantinopla. Zaharoff fue chico de los recados en un burdel, guía turístico, bombero que se dedicaba a incendiar las casas para luego apagarlas, hasta que finalmente acabó un poco de repente en el negocio de las armas donde encontró su lugar. Era un hombre sin escrúpulos. Un gran comerciante, capaz de venderles armas a los dos bandos en una guerra y que no tenía escrúpulos ni para quitarse de en medio competidores incómodos ni a la hora de fomentar los conflictos. Por otro lado, como todos estos personajes, también tiene otra faceta distinta, más humana, que se va viendo a lo largo de los años según se va haciendo más mayor y es un hombre que participa en muchas acciones filantrópicas y que protege mucho a su familia, pero es un hombre que a la hora de hacer dinero es muy despiadado.

P. Cuenta que se cree que Zaharoff fue relevante en no pocos conflictos internacional de la época y, sin embargo, hay muy poco rastro documental de él, ¿por qué cree que es así?

R. Hay dos motivos. En primer lugar, él no tenía ningún interés por salir en ningún medio de comunicación. Es más, hizo todo lo posible por no hacerlo. Hay muy pocas fotos de él, apenas cinco o seis que se sacaron a la largo de su vida. Nunca dio una entrevista. Era un hombre bastante inteligente y consecuente, él se dedicaba a un negocio que no era asépticamente aceptable y además era una persona que manejaba un poco los hilos de las políticas de muchos países porque tenía buena amistad con algunos primeros ministros. Y en este juego de poder entre bambalinas yo creo que le interesaba pasar lo más desapercibido posible. A pesar de eso, ya en los años 20 se empezó a hablar de él y él continuó intentando pasar lo más desapercibido posible hasta su muerte en el año 1936. Intentó no dejar un legado, no dejó una fundación que perpetuase su nombre. Hizo todo lo posible por echar tierra sobre su propio recuerdo. Posteriormente vino la Segunda Guerra Mundial que fue una guerra tan atroz con una dimensión tan distinta a todas las guerras que habían existido antes que realmente ocultó mucho de lo que había pasado tanto durante la Primera Guerra Mundial en la que Zaharoff tuvo un papel bastante destacado dentro del bando de los aliados, como en el periodo de entreguerras del que también se le acusó de estar detrás de muchos conflictos.

"Zaharoff saboteó el proyecto de Isaac Peral hasta en nueve ocasiones durante las pruebas del submarino y finalmente consiguió que el gobierno español enterrase el proyecto"

P. Y siendo un personaje tan empeñado en ocultarse, ¿cómo se documentó para El mercader de la muerte?

R. Hay algunas biografías sobre él, aunque no muchas, la mayoría de los años 30, cuando él estaba vivo todavía. Solo hay un par de biografías posteriores. Por un lado es complicado porque mucho de lo que cuentan estas biografías está basado, más que en documentación, en testimonios escritos, entonces se trataba un poco de, haciéndose una idea del personaje, ver qué partes de lo que se cuenta en las distintas fuentes puede encajar mejor en su personalidad. Aparte lo dificulta también mucho que muchos de los personajes que estuvieron alrededor de Zaharoff, como era un personaje con mala reputación, no lo mencionaban ni si quiera en sus memorias. Por ejemplo, era muy amigo del primer ministro Lloyd George. Entonces hay que ir hilando las distintas fuentes para intentar trazar un retrato coherente.

P. Además, cuenta la conexión que tuvo con España, ¿cómo fue esa relación entre el mercader la muerte y nuestro país?

R. Él tuvo una relación muy intensa con España desde principios de su carrera. Fue uno de los primeros lugares donde hizo sus primeros negocios. Estuvo detrás del fracaso inducido del proyecto Isaac Peral. Él en ese momento estaba intentando vender un submarino a vapor que no funcionaba y se da cuenta de que le hace falta otro proyecto que realmente funcionara y entonces se fijó en el de Isaac Peral, intentó comprarle la patente pero Peral se negó porque quería que el invento fuera para una marca española. Zaharoff saboteó el proyecto hasta nueve ocasiones durante las pruebas del submarino y finalmente consiguió, a pesar de que las pruebas fueran positivas, que el gobierno español enterrarse el proyecto. Pero además él ya en los años 80 del XIX empezó a tener una relación con María del Pilar de Muguiro y Beruete, que era duquesa de Marchena y estaba casada con Francisco de Borbón, primo de Alfonso XII. Ella además era hija de uno de los banqueros más importantes de España de esa época, era sobrina de Segismundo Moret que fue presidente del Consejo de Ministros de España, así que gracias a esta relación, a través de toda esa red que fue creando, consiguió hacer negocios muy importantes como crear una muy importante fábrica de armas o estuvo también presente en el nacimiento de la naval de Bilbao. 

"El periodo de entreguerras tiene muchos paralelismos con el actual porque se produce un auge de las ideologías más extremas, la democracia se debilita y la tecnología adquiere un papel importante"

P. Otro de los aspectos que llamó su atención de Zaharoff era además el contexto en el que se mueve, ¿por qué le interesaba este periodo de entreguerras?

R. Es el periodo en el que se empieza a gestar la Europa moderna porque después de la Primera Guerra Mundial, Europa comienza a tener un aspecto más parecido al que tiene ahora, cuando se disuelven los grandes imperios, y por otro lado es una época que tiene muchos paralelismos con la actual porque se produce un auge de las ideologías más extremas. Es el tiempo de auge del fascismo, en el que mucha gente mira al comunismo de la Unión soviética. Es además un momento en que la democracia se ve débil ante estos proyectos totalitarios. Es una época también donde la tecnología adquiere un papel muy importante en la vida de las personas como sucede ahora. Entonces a pesar de que las lecciones de la historia no puedan ser textuales o exactas sí nos dan mucha pistas de lo que pasa ahora mismo.

P. ¿Es de la opinión de que estamos condenados a repetir errores?

R. En principio el trauma de la Segunda Guerra Mundial es muy grande y eso sirve de freno para unas tendencias totalitarias pero el riesgo está ahí. Ahora mismo estamos viendo fenómenos políticos, como puede ser el de Trump, en los que la posverdad triunfa sobre la parte más racional de los hombres. Entonces el fenómeno es muy peligroso y mal encauzado puede llevar a situaciones complicadas pero espero que no lo sean tanto como las que siguen a los años 30 lógicamente.

P. Además, en El mercader de la muerte, repite protagonista, ¿qué le atrae de José Ortega?

R. José Ortega de alguna forma, a pesar de ser un periodista diletante, no es un periodista muy profesional, es un chico joven que más o menos todavía no tiene muy definida su vocación. Con este personaje en mi novela anterior, El mentalista de Hitler, rendía también un tributo a los grandes periodistas españoles que había en los años 30. Lo que da este personaje es una visión más española de los acontecimientos, nos acerca un poco a lo que sucedía en Europa en esta época desde el punto de vista español. Los acontecimientos que sucedían en aquella época en España que acabaron desembocando en la Guerra Civil nos eclipsaron un poco y nos taparon lo que estaba sucediendo en Europa en ese momento, entonces es un personaje que sirve muy bien para poner en contexto la realidad española y la europea. 

"Me preocupa que la gente que tiene la afición de ir al teatro, al cine o a los museos pierda la costumbre. Además, se echa de menos un respaldo mayor por parte de las administraciones más contundente"

P. Hablemos del momento actual, además de escribir usted trabaja como gestor cultural, ¿cómo ve el panorama cultural actual? ¿Es tan desolador como parece o hay motivo para la esperanza?

R. La situación es complicada para todos. Más para un sector como el de la cultura que siempre es un sector frágil y siempre está un poco como recibiendo las migajas de la atención pública tanto de las instituciones como parte del público. En estas circunstancias que directamente afecta a la asistencia del público a muchos actos culturales es realmente terrorífico. Terrorífico para muchos profesionales que viven de esto lógicamente, actores, músicos o cualquier persona que tenga actuaciones en vivo, pero también para la relevancia y la costumbre que tiene la gente de ir a los eventos culturales. La preocupación que yo tengo también es esa, si la gente que tiene la afición de ir al teatro, al cine y a los museos de alguna forma va a perder la costumbre. A mí me gustaría pensar que todos entienden que esto es algo realmente necesario y que van a perseverar en su defensa de la cultura. Por otra parte es verdad que se echa de menos un respaldo mayor por parte de las administraciones más contundente de la que se está dando.

P. ¿Y cree que habrá un cambio en nuestros usos y costumbres de consumir la cultura? ¿Hemos abierto las puertas a la tecnología y las visitas virtuales?

R. Lo que pasa es que la tecnología es un sustituto todavía insuficiente. La emoción que la cultura en vivo transmite no es igual que la de las tecnologías. Tampoco lo es asistir a una obra de teatro ni a una ópera ni a una conferencia incluso porque la atención que tenemos en la pantalla siempre es más dispersa. Por un lado ha permitido que determinadas manifestaciones culturales lleguen a otros sitios en los que normalmente no tienen acceso pero espero que a largo plazo, cuando la situación sanitaria se solucione, pongamos en valor la importancia de la cultura en vivo. 

@mailouti