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'Hasta que la boda nos separe': El amor en tiempos líquidos

El último trabajo del prolífico Dani de la Orden es una comedia romántica de corte clásico que funciona gracias a sus dos protagonistas, Belén Cuesta y Alex García

14 febrero, 2020 06:43

Utilizar el pretexto de una boda para confrontar a los personajes con sus carencias emocionales es un recurso narrativo no poco frecuente en la comedia romántica. Ahí están películas como la muy popular La boda de mi mejor amigo (P.J. Hogan, 1997) o la más reciente 3 bodas de más (Javier Ruiz Caldera, 2013), en la que la desdichada protagonista era invitada sucesivamente a tres ceremonias de matrimonio de su ex. Hasta que la boda nos separe, nueva comedia del prolífico Dani de la Orden (al que hace muy poco veíamos dirigiendo un drama generacional como Litus) utiliza ese mismo recurso a través de la figura de una “wedding planner” (Belén Cuesta), una chica en sus treintaymuchos sin suerte en el amor con una infancia traumática marcada por el acoso escolar que sufrió en el colegio. Y el chico es Álex García, nuevo rey de la comedia después del gran éxito de Si yo fuera rico, un arquitecto que es infeliz sin saber muy bien por qué y se ve abocado a una boda con una (riquísima) novia a la que aprecia pero de la que no está enamorado.

Remake de la película La wedding planner (Reem Kherici, 2018), con un guion de Eric Navarro, Olatz Arroyo y Marta Sánchez, colaboradores habituales de Dani de la Orden, el director entrega una comedia romántica de corte clásico que funciona gracias a los propios Cuesta y García, que logran dar encanto a sus personajes sin caer en estereotipos, un ritmo endiablado, una galería de secundarios que por lo general funcionan (la pija que no es tonta, el potentado machista o la madre catastrófica) y un sentido de la irreverencia (la secuencia del perro es muy graciosa) que le sienta bien a un director con excesiva tendencia hasta la fecha por lo edulcorado. Después de la notable Litus, de la Orden crece como cineasta en esta película muy bien dirigida en la que logra una historia tierna sin caer en lo ñoño que se ve de principio a fin con una sonrisa y alguna carcajada.

Corren tiempos difíciles para el amor y Hasta que la boda nos separe bien podría servir como ingeniosa radiografía del panorama sentimental contemporáneo. Si en las comedias románticas antiguas los personajes albergaban desde el principio la esperanza de encontrar a su media naranja, los héroes contemporáneos no logran lo que buscan sino que, cuando lo encuentran, oscilan entre la estupor y el escepticismo, como si ya tuvieran asumido que el amor no existe. Hasta que la boda nos separe supone al mismo tiempo una constatación de la posibilidad del triunfo del amor (¡cómo no! en una comedia y además de Dani de la Orden) en una sociedad que ha dejado de creer en él. No todo funciona en la película (la catástrofe de la colección de vinos se huele desde el primer momento y su ubicación es absurda o algún secundario como la ayudante de la protagonista podría dar mucho más de sí) pero estamos ante una de las mejores comedias populares que se han hecho en nuestro país en bastante tiempo.

@juansarda