El Cultural

El Cultural

El Cultural

Carlos Aladro: "El arte es una invocación a lo imposible"

Afronta la responsabilidad de transformar La Abadía reivindicando el bien común y el derecho al fracaso pero convencido de que ‘la nave va’

28 octubre, 2019 09:21

¿Qué libro tiene entre manos?

Un apartamento en Urano, de Paul B. Preciado.

¿Qué le hace abandonar la lectura de un libro?

La previsibilidad, el esfuerzo sin recompensa, la falta de luz.

¿Con qué personaje le gustaría tomar un café mañana?

Horacio, el amigo de Hamlet, guardián de sus secretos.

¿Recuerda el primer libro que leyó?

No, pero sé que El principito estuvo pronto en mis manos.

¿Cómo le gusta leer, cuáles son sus hábitos de lectura?

Son malos hábitos, eso seguro. Leo menos de lo que querría, y más de lo que puedo.

Cuéntenos la experiencia cultural que cambió su manera de ver la vida.

El hecho de hacer el papel de niño, con 11 años, en un montaje de El gran teatro del mundo, que se estrenó en Almagro, dirigido por Jose María Morera. Aquello fue fundacional. Está claro.

¿Qué balance hace de sus primeros meses al frente de La Abadía?

Un esfuerzo y una dedicación casi total, un estar muy atento a un proceso de transformación tan complejo como delicado. Es pronto para evaluar, estamos arrancando la navegación, y toda la energía está puesta ahí. En cerciorarnos de que ‘la nave va’.

Dice que su proyecto ofrece continuidad sin continuismo. ¿Cómo funciona eso?

En un proceso que es de transformación, antes que de cambio. Mi compromiso es con un movimiento que preserva un espacio de respeto hacia lo anterior, mientras vamos abriendo hueco a lo nuevo.

Entre sus premisas está privilegiar el teatro hecho por el bien común. ¿No puede acabar convertido en una misa?

El teatro es un rito, un encuentro en comunidad para ponernos en contacto con lo trascendente. Y un proyecto como La Abadía nació para promover el derecho a la formación y a la creación de los artistas, y el derecho al disfrute de la cultura por parte de los ciudadanos. En eso vamos a seguir insistiendo.

Es llamativa su defensa del derecho al fracaso. ¿Qué importancia tiene en el arte?

Toda. El arte es una invocación a lo imposible, a lo efímero, al misterio. Y en su grandeza reside la semilla de su propio fracaso. El teatro supone a veces hacer espectáculos fuera de su tiempo, de su público. Pero para los artistas, en esos desencuentros, es donde se fraguan los verdaderos encuentros futuros.

Tras Mercaderes de Babel, ¿qué tiene previsto dirigir en los próximos meses?

Un proyecto en común con el actor y creador Javier Lara. Y estamos ya en el viaje hacia un nuevo espectáculo.

¿Qué tipo de música escucha habitualmente?

Según los ánimos y momentos… Últimamente mucha música española indie… Me encanta dejarme llevar por los algoritmos de Spotify.

¿Le importa la crítica, le sirve para algo?

Me importa la ausencia de una crítica profesional que pueda profundizar en nuestro trabajo, y ayude a hacernos a todos mejores creadores y mejores espectadores.

¿Entiende, le emociona, el arte contemporáneo?

Me emociona el arte que está vivo. Sea cual sea su denominación de origen.

¿Cuál es la película que ha visto más veces?

Yo diría que La guerra de las galaxias… Me temo…

¿Le gusta España? Denos sus razones.

Me gusta lo concreto: su paisaje, su realidad física… Sobre la idea hay más complejidades, pero no cabe duda de que es un lugar hermoso para vivir, y tenemos una historia y un devenir como pueblo fascinantes. Muy barroco todo, lleno de claros y oscuros.

Denos una idea para mejorar la situación cultural.

Reforzar la Cultura como un asunto de Estado. Avanzar en la autonomía de su gestión frente a la dicotomía de lo público, excesivamente dependiente de la política, y de lo privado, basado en el éxito y el entretenimiento.