Image: Daniel Abreu

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El Cultural

Daniel Abreu

"A la danza hay que mirarla con cariño para darse cuenta de que puede emocionar"

28 noviembre, 2015 01:00

Daniel Abreu en uno de los ensayos de Vénere

El coreógrafo y bailarín estrena esta tarde su obra Vénere en los Teatros del Canal en el marco del festival Madrid en Danza.

Daniel Abreu (La Matanza del Acentejo, Tenerife, 1976) tiene una trayectoria más que consolidada en el panorama de la danza español reconocida el pasado año con la concesión del Premio Nacional de Danza, algo que asegura "no ha supuesto ningún cambio real". Anteriormente se desarrolló como intérprete en distintas compañías y colectivos de danza y teatro y recibido el Premio a la Mejor Dirección en el INDIFESTIVAL de Santander (2010), entre otro. En 2004 funda la compañía que lleva su nombre con la intención de sorprender al espectador sirviéndose del virtuosismo técnico, la potencia de la imagen escénica y la poética de lo cotidiano. Sus trabajos, entre los que se encuentran títulos como Animal, Otros rastros u Ojos de pez, se han presentado en festivales y teatros de más de veinte países. Ahora llega a los Teatros del Canal con su nueva creación, Vénere, donde el propio Abreu y otros cinco bailarines despliegan un juego coreográfico que viaja de la materia al símbolo. Un tránsito deslumbrante que refleja la frialdad del planeta lejano y, al mismo tiempo, la maleabilidad que caracteriza al sentimiento amoroso.

Pregunta.- ¿Qué nos encontraremos en Vénere?
Respuesta.- La idea de la que parte el montaje es la de materializar el amor, proponer escenas de una manera organizada y pictórica acerca de qué se supone que es el amor. Pero no sólo el amor en el sentido romántico de una pareja que se ama o no, más en el sentido de pertenecer, de formar parte de algo, de los sacrificios y los beneficios que comporta el adorar de alguna forma a otra persona, o a objetos, ideas... Es una idea muy ambiciosa de alguna forma.

P.- ¿Cómo se traslada eso a la danza?
R.- La danza, con su lenguaje abstracto, nos permite describir mucha simbología sin que se haga especialmente farragoso o complejo. Mi manera de crear siempre ha nacido desde la abstracción con la intención de que surjan historias emocionales. Lo hago a través de escenas muy pictóricas, en las que destaca la idea de la adoración y de preguntarse "qué he hecho yo por pertenecer a este vínculo que tenemos tú y yo". Ahí introduzco el tema del planeta Venus, porque el amor no es nada sin materia. El amor puede quedarse en un poema, en una idea, pero si yo no hago algo por ti, si no hay un intercambio de materia, algo tangible, no hay amor. Eso representa el planeta Venus, que es un planeta que aunque está ahí, sabemos que existe, es materia pura; y aunque a nivel intelectual llegamos a él, a nivel físico es muy difícil, pero sabemos que lo podríamos tocar, al igual que el amor.

P.- El año pasado ganó el Premio Nacional, ¿cómo lo vivió y en qué ha repercutido?
R.- Pues lo recibí con mucha sorpresa porque nunca creí ni siquiera que pudiera ser un candidato. Estoy muy feliz por ganarlo pero la verdad es que por muy relevante que sea no te cambia nada. Me da pena decirlo, pero vivimos en un país en el que lo simbólico, lo cultural, lo que va más allá de lo económico no tiene ningún sentido. Hay un regocijo sobre una tradición cultural muy potente y con mucho valor, pero todo lo que se sale de la tradición no tiene un hueco relevante.

P.- Usted es a la vez intérprete y creador, ¿cómo se aúnan esas dos facetas?
R.- Creo que es muy fácil bailar una obra propia, porque nadie la entiende mejor que tú. Me gusta bailar mis obras, de alguna manera es como mi momento de escape. Desde dentro tienes que defender en lo que estás y no hay dudas ni conflictos, tiras para delante sin cuestionarte nada. Bailo por no tragarme los nervios o el jaleo que conlleva estar fuera de una creación. Lo difícil para mí es el proceso de creación porque no dispongo de todos los medios que me permitan tener un proceso largo de creación en el que pueda ir comprendiendo poco a poco qué pasa dentro y qué pasa fuera.

P.- ¿Y cómo vive la danza como espectador?
R.- Yo me considero un espectador muy difícil porque al estar dentro me cuesta mucho desconectar o dejar de ver el truco de las cosas. Reconozco que disfruto con muy pocos montajes, pero algo bueno que tengo es que en todos valoro el esfuerzo y siempre recojo algo de cada uno.

P.- Tras varios años cuenta ya con una producción fecunda, ¿cómo aprecia la evolución en sus obras de sus primeras creaciones hasta éste Vénere?
R.- Noto que a nivel de creación la parte emocional llega por otro sitio. Antes llegaba más arropada desde lo sinfónico o desde lo coral y ahora creo que soy un poco más austero, más íntimo. Pero tampoco lo sé, yo no he hecho un recorrido. El premio nacional me obligó a hacer una revisión de mi trayectoria, pero yo no repaso lo que he hecho ni me miro en video. Yo hago lo mío, algunas cosas son exitosas, otras no, pero yo me quedo con tres o cuatro pinceladas de cada espectáculo y los olvido.

P.- ¿Cómo está la situación de la danza en España?
R.- Más que la situación de la danza, me preocupa la situación humana. La danza está dentro del mundo del arte, de la cultura, de aquello que nos hace ser seres humanos de alguna manera. Cuando un país se cuestiona la cultura se está cuestionando su identidad de alguna forma, quién es y qué es. La danza se ve afectada como el resto de las artes, aunque es verdad que siempre hemos sido la hermana más fea, porque el mundo simbólico es mucho más complejo, aunque también porque muchos espectáculos son malos y no llegan. A la danza habría que mirarla con cariño y darse cuenta de que la danza puede emocionar y llegar al público.

P.- Precisamente parece que no se consigue llegar a un público amplio que sí tienen otras manifestaciones artísticas.
R.- Es tan fácil como si un padre lleva a un niño a comer sólo comida rápida, va a tener una alimentación pobre; en cambio si le da una comida mucho más rica y variada, va a tener una salud más fuerte. Aquí papá serían los políticos y gestores que no sólo disponen del dinero, sino también de la capacidad de programar lo que les parezca; y si papá no da de comer, ¿qué vamos a hacer los demás?

P.- ¿Cómo es la gestión de una compañía independiente?
R.- Es muy compleja, porque a nivel empresarial se me trata igual a mí que a una compañía con igual soporte económico. A mí, que ahora mismo sería de los privilegiados que tienen un nombre y un reconocimiento, la gestión me ocupa mucho tiempo y podría ser el tumor que acabe algún día por matar esta compañía, porque es muy cansino, muy poco práctico y cuando tienes que dedicar tantas horas, ¿qué espacio queda para la creación?

P.- Tras este estreno, ¿qué proyectos tiene para el futuro?
R.- Para empezar hay una gira de Vénere por España, que se interpretará en varios teatros, y luego tengo pensado hacer una creación en Italia y otra por confirmar en otro país extranjero. Sinceramente no creo que haga mucho más en España el próximo año porque me he dado cuenta de que no tiene mucho sentido hacer tantas creaciones anuales. De hacerlas ya sé lo que me voy a ganar aquí, ya conozco la recompensa, y no merece la pena.