Image: Luis Antonio de Villena

Image: Luis Antonio de Villena

El Cultural

Luis Antonio de Villena

"Al final del franquismo había un nivel cultural superior al de hoy"

23 noviembre, 2015 01:00

Luis Antonio de Villena

El poeta publica El fin de los palacios de invierno (Pretextos), primer tomo de sus memorias

Luis Antonio de Villena (Madrid, 1951), escritor, poeta, narrador, novelista y periodista, afronta uno de sus mayores retos literarios en El fin de los palacios de invierno (Pre-textos), primer tomo de sus memorias. El libro abarca desde sus primeros recuerdos hasta 1973 y también recoge historias familiares que le precedieron porque, como decía Proust y remarca Villena, "el tiempo que vivimos no es solo nuestra vida, sino que de algún modo tocamos también (hacia detrás) los años vividos por quienes hemos conocido". El lector, conforme pasa las páginas, ve como el escritor pasa de ser un niño mimado a un muchacho hedonista gracias al poder de la literatura.

Pregunta.- ¿Por qué se decidió a escribir estas memorias?
Respuesta.- Estos empeños a veces no tienen un propósito declarado. Siempre me ha gustado este tipo de literatura, biografías y memorias. Además ya había escrito unas especies de memorias parciales, Mi colegio, que trataba exclusivamente sobre mi vida en el colegio, y Patria y sexo, sobre la vida en un campamento de la OJE. El fin de los palacios de invierno es una empresa más amplia y general aunque naturalmente hay ausencias porque la memoria tiene lagunas. Cuando escribes te acuerdas de lo que te acuerdas y además no se puede poner todo. Un día decidí que quería empezar a escribir sobre mi familia y de ahí pase a mi infancia, mi adolescencia, mi primera juventud... Lo hice por capítulos independientes que abordaban un aspecto o personaje concreto. Después todo evidentemente se une pero cada capítulo pretende tener una especie de autonomía que pueda hacer el conjunto más ameno. Los hice un poco al azar y después los ordené en una secuencia que tiende a ser cronológica.

P.- ¿Ha descubierto escribiendo este libro algo esencial de su vida de lo que no era consciente?
R.- Las cosas que cuento ya las sabía. El problema de las memorias no es que tú te descubras más o mejor sino que tienes que pensar que te van a leer otras personas. Hay muchas cosas de las memorias que me las contó mi madre. Por ese motivo estuvieron cuatro meses en un cajón porque mi madre seguía viva. Había escrito cosas referidas a mi padre que a ella, aunque me las hubiera contado, no le iban a gustar verlas por escrito, a la vista de todo el mundo. Le dije al editor cuando ya estaba el libro listo que se esperase a editarlas porque no quería darle ese pequeño disgusto a mi madre. Cuando murió, súbitamente con 91 años, se pusieron en marcha y creo que han quedado muy bonitas.

P.- ¿Lo más difícil por tanto fue escribir sobre su padre?
R.- Mi padre era un señor a la antigua, un hombre que no se ocupaba de los niños porque no era una cosa de caballeros. A mí me quería mucho y todos los días me traía un regalo. No era como los padres de ahora, él iba al sastre, salía, llevaba los negocios, tenía muchas amantes… Todo eso lo descubrí por mi madre, no por mi propio recuerdo. Para mí era un señor que llegaba a casa cuando llegaba y al que veía poco, pero era muy cariñoso conmigo dentro de esa sobriedad que le caracterizaba. Pero mi madre no era feliz con él, el matrimonio era un desastre porque él tenía a dos amantes a las que mantenía y ella dejó de hablarle. Esto me planteaba un problema porque mis recuerdos, aunque un tanto superficiales, eran agradables pero la situación que me explicaba mi madre era bastante más terrible. Al escribir sobre esto tenía una sensación algo extraña pero lo que cuento es la verdad porque no solo me lo explicó mi madre. De todas maneras cuento bastantes cosas de mi familia que no viví.

P.- ¿Cómo el fusilamiento del hermano de su abuela?
R.- Sí, lo fusilaron los rojos en la Guerra Civil porque era el sobrino de un señor muy de derechas, hermano de mi abuela materna. Mi tío abuelo se había ido a zona nacional pero mi tío se quedó en Madrid y lo fusilaron en las tapias del Convento de las Jesuitas de Chamartín y nunca se encontró el cadáver. Cuando salió lo de la Memoria Histórica mi madre me preguntó si debía decir algo sobre él. Para mí ya había pasado demasiado tiempo y pienso que lo mejor que podíamos hacer era olvidarlo. Fue una España terrorífica, terrible, un país malo, bruto y salvaje... Para mí lo mejor era olvidar. Al final mi madre me dio la razón. Esta historia tampoco la viví pero forma parte de la memoria de mi familia y por eso la cuento. El libro tiene en cierto sentido dos mitades. La primera es más familiar y en la segunda cuento mi vida estudiantil y pre universitaria, donde ya empecé en la vida literaria.

P.- ¿De qué manera cree que influyó en su vida estar constantemente rodeado de mujeres?
R.- Es curioso porque a veces me han acusado de ser misógino. A mí me hace gracia porque he vivido hasta los 14 años rodeado de mujeres: mi madre, mis abuelas, mis tías por parte de mi padre, que eran solteras o viudas y además no tenían hijos... Por tanto he sido hijo único, nieto único y sobrino único. Ellas me cuidaban y me mimaban en exceso. Tengo la mejor opinión de las mujeres y les veo siempre como un halo protector. Me he sentido muy querido por ellas y por eso no puedo tener más que un gran agradecimiento. Lo que pasa es que a lo mejor sin querer me educaron mal porque eran ultraprotectoras conmigo y me convertí en una especie de inútil. No sabía hacer nada y todavía no sé hacer nada, no sé ni cocinar. La cuestión era que nada me distrajera de mis estudios. Por un lado he sido un privilegiado por recibir un enorme cariño pero por el otro he sufrido una mala educación.

P.- El nacionalcatolicismo es un elemento que se cuela en muchas paginas...
R.- No podía ser de otra manera. Sin embargo, no entiendo a los que dicen que la España de Franco fue siempre igual. La dictadura fue espantosa en los años 40 y en parte de los 50 pero en los 60 y en los 70 Franco era un viejo que estaba agónico y todos lo veíamos. El régimen no nos gustaba a muchos pero nunca fui comunista. Yo era monárquico de Don Juan y quería una democracia para España. En la España de los primeros 70 había prohibiciones y censura y yo lo lamentaba tremendamente. Iba mucho a Francia y me avergonzaba la comparación. Sin embargo, creo que la censura moral era mas culpa de la iglesia católica ultramontana española que propiamente el régimen. Pero Franco era un beato y todo eso se notaba mucho en una España un poco atrasada, un poco cutre, donde las ideas nuevas no fluían. Ahora la vida ha evolucionado para mejor pero solo en algunos aspectos, en otros no. Cuando yo terminé el bachillerato tenía un nivel cultural superior al que tienen los que ahora salen de la universidad. Al final del franquismo había un nivel cultural superior al de hoy. Es un poco triste pero es verdad. La enseñanza es hoy muy mala y los gobiernos tanto de derechas como de izquierdas han destruido la vida universitaria, la han convertido en una cosa de pacotilla.

P.- ¿Para pasar de niño hipermimado a muchacho hedonista fue esencial la literatura?
R.- Sin duda. Un profesor y un escritor me dijeron antes de terminar el colegio dos palabras que estaban dichas para mal pero que a mí me gustaron. El profesor de Filosofía me dijo que algunas de las frases que escribía en un tablón que había en clase era paganas y que tenía que tener cuidado. Después gané un concurso de poesía y vino a entregarlo Luis Felipe Vivanco, un poeta muy reconocido de la posguerra de la generación de Luis Rosales, que me dijo que se notaba que yo leía a muchos poetas malditos. Ambos le dieron un matiz negativo a esas palabras pero a mi me encantó que me llamaran maldito y pagano.

@JavierYusteTosi