María Solar. Foto Xoan Diéguez

Con un Lazarillo bajo el brazo y presentando en la Feria del Libro de Madrid Mi pesadilla favorita (Siruela) cualquiera estaría feliz. María Solar (Santiago, 1970) no iba a ser menos. La autora afirma que, conforme va pasando el tiempo, más se da uno cuenta de la importancia del reconocimiento. "Creo que es un premio especial porque se reconoce como muy prestigioso y con un jurado independiente". Añade también que el galardón abre muchas puertas a nivel de editoriales, pero que sobre todo es un aval frente al público. Su felicidad es más completa si tenemos en cuenta que el libro lo presentó en su formato original en lengua gallega. "Yo pensaba que era difícil porque quizá no todo el jurado podía leerlo bien, y me he llevado la sorpresa". Y es que, para la escritora, la lengua que se elija "no puede determinar que para ti sea más difícil llegar a los sitios", algo que en la actualidad ocurre, asegura, pero que, por otra parte, no va a implicar que la autora deje de escribir en gallego, pues considera que las historias son universales y que, al final, el idioma tiene que ser lo de menos. Universal, y sobre todo original, es la historia relatada en Mi pesadilla favorita. Manuel es un niño con fiebre que comienza a tener extraños sueños. "Yo quería hacer un libro que jugase con dos planos, el plano de la realidad y el de los sueños", explica Solar. Aunque la realidad presentada también es bastante absurda y curiosa, llena de cosas que, pudiendo ser ciertas, son muy poco comunes: tiene dos perros verdes, un veterinario en lugar de médico, un gemelo nacido en un día distinto... Precisamente en esas extravagancias radica el tema fundamental del libro, que es el sentirse diferente. "Ser diferente es bueno, pero que te hagan sentirte raro, eso ya es malo", asegura la escritora. Dentro de los sueños nada parece extraño, por diferente o poco convencional que sea. "El mundo de los sueños me permite crear un montón de personajes muy arriesgados como el vendedor de olores o la repartidora de besos", afirma la escritora. Avanzando la novela, llega un momento en el que realidad y sueño se confunden hasta el punto de que como lector ya nada te sorprende. "En realidad yo quería hacer esto, yo quería jugar con lo absurdo y con los sueños y también con los límites de la diferencia. Con juzgar. ¿Hasta que punto puedes juzgar a alguien?". Además de la diferencia, el libro no se escapa de los temas duros como la explotación infantil o la muerte de un ser querido, que se aprecian de fondo. El tratar estos temas a través de sueños me permite tocarlos de una manera muy diferente" asegura Solar, quién también dice que es bueno para los niños que se aborden este tipo de temáticas. Aún así, el texto no va sólo dirigido al público infantil, sino que puede ser leído a cualquier edad. "Un niño va a leer y apreciar el humor y lo divertido, y un adulto va a comprender otras cargas de profundidad y otras reflexiones importantes. Con la repartidora de besos varios me han dicho que han llorado, que les ha caído una lagrimita". María Solar goza de una carrera consolidad en la literatura infantil y, tras este reconocimiento, dice que no se plantea dar el salto a la literatura para adultos. "Tengo inédita una novela para adultos, pero no es para mí una necesidad para realizarme, porque la literatura infantil y juvenil te puede dar tanto como la de adultos, es una literatura más", asegura, y añade que es la historia, la forma en que pida ser contada, la que le lleva a escribir un tipo de libro u otro. "Quizá mi próximo libro sea otra novela infantil".