Image: Jacobo Castellano

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El Cultural

Jacobo Castellano

"Sólo cuando me desborda, la escultura está terminada y puede empezar a caminar"

24 enero, 2015 01:00

Jacobo Castellano junto a la obra El pelele, de 2014, una de las estrellas de su exposición en F2.

El artista inaugura hoy 'Homo Ludens', su primera exposición en F2 Galería de Madrid.

Las obras de Jacobo Castellano (Jaén, 1976) son sencillas, simples y desprovistas de ornamentos, pero a la vez profundas, complejas y misteriosas. Muchas veces, nos sumergen en un mundo lleno de claroscuros. Vemos unos futbolines que invitan a la diversión pero no tienen jugadores: un dedo índice que señala castigo; dibujos aparentemente graciosos que tienen poco de risa... Un trabajo compuesto por elementos yuxtapuestos a modo de collage, obligados a convivir y relacionarse, generando tensiones y conflictos entre sí. Una moral del juguete aparece ahora de nuevo en Madrid, en la galería F2, esta vez bajo el título Homo Ludens. Un nuevo juego al borde de la ausencia, la inmovilidad y el silencio.

Pregunta.- Denos una pista. ¿Qué hay que saber antes de ir a ver su exposición?
Respuesta.- La exposición parte de un dibujo que un amigo se encontró hace unos cuatro años por la calle. Es un dibujo infantil, de una agresividad latente fuerte. Hasta en la parte trasera hay un demonio. Tiene algo de sin sabor, de crueldad, algo que tiene mucho que ver con mi trabajo. Ese objeto encontrado, ese dibujo, fue el punto de partida para reflexionar sobre el juego, especialmente sobre la importancia del juego como algo serio. Es una defensa a ultranza de los valores infantiles, donde la creatividad es la máxima de tu mundo.

P.- ¿Quién es ese Homo Ludens? ¿El artista? ¿El espectador?
R.- Somos todos, todo el que entre en la galería. El título lo puso mi padre, que es pedagogo, un amor por la educación que siempre ha estado muy presente en mi niñez. También mi madre era pedagoga y ambos abogaban por la importancia de la creatividad, de soñar con la imaginación. Esa es una de mis referencias personales más fuertes desde que presenté Casa, de 2004, aquella especie de tiovivo que no gira y hecho a partir de puertas y ventanas. Hasta que no leí Moral del juguete, un texto de Baudelaire de 1853, no comprendí por qué hacía lo que hacía. Porque, más que la infancia, me interesa ese juguete que la define y que me lleva a plantearme si yo pasé una niñez placentera. De hecho, lo que me interesa es su fin.

P.- Entre las obras de la exposición, vemos una hecha con polvo y pequeñas escamas de jabón. ¿Qué le interesa de esos materiales?
R.- Estudios reconocen que el polvo que recogemos diariamente en nuestra casa proviene de nuestra piel. Sin darnos cuenta, cada día perdemos gran parte de ella. Esa mudanza de la piel me interesaba mucho, así que con el polvo que recogí de dos o tres semanas barriendo mi casa hice un cubo de Rubik, mezclando el polvo con jabón, que en la exposición vemos mediante una fotografía. El cubo, ese rompecabezas mecánico tridimensional, es un autorretrato.



P.- ¿Qué cambios hay respecto a su anterior exposición en la galería Fúcares, Dos de pino?
R.- En mi carrera ha habido pocos cambios drásticos. Siempre la imagino como una escalera de muchos peldaños, una idea que tiene que ver con eso del material pobre. Diría que quizás utilizo menos el objeto encontrado y más la biografía del objeto. Y muchas de mis obras están hechas con materiales nuevos, así pues, no necesariamente viejos. En todo lo que hago sigue estando cierto tinte autobiográfico y esa mirada a lo cotidiano. Aunque aquí, diría, he dado un paso más.

P.- Si hay un escenario importante en sus obras es la casa familiar del pueblo, en Villargordo, Jaén. ¿Sigue volviendo a ella creativamente hablando?
R.- Esa casa fue donde se despertó mi amor por el objeto cotidiano. Donde todo empezó. Sigue presente pero de otro modo que al principio. De hecho, hice una obra para el proyecto Hambre, en 2011, que puso punto y seguido en mi camino. Era un pequeño plano de la vivienda, que enterré en un cementerio en Madrid. No quería sacarle ya más partido.

P.- ¿Qué hace que se decante por un objeto y no por otro?
R.- Me dejo seducir por infinidad de ellos, desde una cesta de mimbre que envuelve una botella como un papel que encuentro tirado. Siempre estoy pendiente de lo que hay alrededor. Aunque yo nunca los elijo, son los objetos los que me eligen a mí. A veces, hay cosas que llevan años en mi estudio en silencio, pero hay un día que me dicen: ¡oye! ¡que ya me toca!.

P.- Hablemos de emociones...
R.- Es algo que me cuesta especialmente... En todas mis obras hay siempre una cierta pesadez, un malestar o una molestia. Siempre hay algo melancólico, aunque eso choca con mi estado vital, porque soy una persona positiva y sonriente. Lo que se dice 'relativamente feliz'. Recuerdo mi primera exposición, donde tenía unos dibujos muy oscuros. Era bastante dura, muy poco amable. Mi padre, que había visto pocas cosas mías, se quedó blanco. Recuerdo que me dijo: 'mira Jacobo, ¡o me engañas como persona o me engañas como artista'.

P.- ¿Y qué le contestó?
R.- Que seguramente el arte sirva para deshacerse de todos los fantasmas.

P.- ¿Sigue tan interesado en la escultura como al principio? Recuerdo que las llamaba "máquinas simbólicas"...
R.- Sí, para mí todo responde a una idea de esculturas, hasta los dibujos que hago y que enseño muy poco. En esta exposición presento dos collages grandes que para mí son esculturas. Máquinas para pensar... Lo que pretendo es que aquello que hago me acabe desbordando y deje de entenderlo, si es que alguna vez entendí algo. Es sólo cuando me desborda, cuando la obra está terminada y puede empezar a caminar. Lo importante es la capacidad de transmitir.

P.- Ya que la cosa de aprendizajes, haga pedagogía del arte. ¿Se entiende o no se entiende el arte contemporáneo? ¿Importa?
R.- Por supuesto que importa que se entienda. Los artistas tenemos una responsabilidad en este medio de comunicación. Si finalmente el receptor no entiende nada de lo que ve es que hemos hecho un monólogo, un diálogo para sordos. Aunque el espectador debe poner interés. Es fundamental. Es como el que dice: 'es que abro la sección de bolsa del periódico y no me entero de nada'. Es un lenguaje que requiere aprendizaje y esfuerzo.

P.- ¿Qué es lo próximo?
R.- El 20 de febrero inauguro una exposición individual en la Kunsthalle de Sâo Paulo, y tengo también un proyecto individual en la Fundación RAC, del coleccionista Carlos Rosón, en Pontevedra. Llevaba tres o cuatro años invitándome y por fin hemos concretado fecha. Será el próximo mes de septiembre. Y algunas colectivas también hay en agenda.