Image: Secun de la Rosa

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El Cultural

Secun de la Rosa: "El teatro vivo es el que entretiene, emociona y hace reflexionar"

El actor, autor y director representa su obra El disco de cristal en el Teatro Lara de Madrid hasta el 1 de noviembre

11 octubre, 2014 02:00

“Yo podía haber hecho mucha carrera. Lo que pasa es que cuando llegaron los modernos, los que cantábamos pop melódico nos las vimos muy putas”. El público no puede reprimir una carcajada al oír esta frase, pero en ella resuena la enquistada amargura de un intérprete frustrado, uno de los miles que alimentan las cunetas de las artes escénicas. Muy lejos ya de sus sueños de juventud, ansía, como tantos padres, paliar su frustración a través del talento de los hijos. Este es el planteamiento de El disco de cristal, una obra escrita, dirigida y protagonizada por Secun de la Rosa. Su cara es conocida por su faceta como actor, pero De la Rosa se ha consolidado en los últimos años como autor y director teatral. En todo este tiempo ha presentado sus propuestas con su propia compañía, Radio Rara, y también ha escrito y dirigido para otras, como sucedió en el caso del fenómeno The Hole, el espectáculo que recuperó el género del cabaret.

Pregunta.- Esta obra terminó de gestarse en la sala de Alberto San Juan.

Respuesta.- Alberto y yo somos amigos desde nuestros tiempos de estudiantes y hemos trabajado mucho juntos. Me pidió que hiciera algo experimental para programarlo un día a la semana en su Teatro del Barrio. Yo estaba escribiendo El disco de cristal y me pareció una buena oportunidad para probarla. Al principio se sorprendió, porque pensaba que le iba a llevar un monólogo o algo así, pero luego le gustó mucho, y tuvimos la suerte de que funcionó muy bien. Luego pasamos por el Arlequín, el Teatro Real Carlos III de Aranjuez y ahora la presentamos en el Teatro Lara.

P.- ¿Cómo se le ocurrió la idea para esta obra?

R.- Yo crecí en esa Barcelona charnega y bulliciosa de la Transición, la que se recuerda cuando se dice aquello de “Barcelona era una fiesta”. Se me ocurrió imaginar qué habrá pasado 30 años después con muchas de aquellas personas, algo mayores que yo, que tuvieron su momento de éxito. Gente sin herramientas emocionales ni ideología concreta que lo que quería era triunfar. El protagonista de la obra sacó un disco con 16 años y llegó al Madrid de la posmovida. Ahora es un cantante melódico cuarentón que toca con orquestas de medio pelo.

P.- Dice que le ha inspirado el teatro de Tennessee Williams.

R.- Siempre me ha entusiasmado el teatro de Tennessee Williams y, desde que era jovencillo, me ha influido mucho. Esta obra tiene paralelismos con El zoo de cristal, que trataba de una señora de la clase alta del Sur de EEUU venida a menos, igual que los cantantes que se ha llevado la marea. También se parece en el triángulo familiar, porque la protagonista de la obra de Williams tiene una hija a la que quiere casar y un hijo rebeldón.

P.- La obra plantea el eterno problema de los padres que quieren vivir la vida de los hijos. ¿Cree que es una actitud egoísta?

R.- Por la reacción del público, de compañeros y amigos, te diría que es un tema irresoluble. Los padres con hijos adolescentes se identifican con el padre y entienden que lo que éste quiere es ayudarles, aunque a veces les diga cosas terribles. Los más jóvenes, en cambio, piensan que el padre es un monstruo. El final de la obra es un acto terapéutico, porque se produce una separación y a veces desde la distancia uno puede querer más y mejor a sus seres queridos. Unos lo ven como un final triste, yo lo veo esperanzador.

P.- ¿El teatro puede ser social y divertido a la vez?

R.- El teatro debe tener una función social pero no tiene por qué ser una cosa sesuda. El teatro vivo es el que te entretiene, te mantiene alerta, emocionado y te hace reflexionar, todo a la vez.

P.- La madre, Merce, es una catalana que abanadona a la familia. ¿Hay un paralelismo consciente con el referéndum de Mas?

R.- No lo he pensado así. Cuando escribí este personaje investigamos mucho qué pasó con aquella gente que actuaba a finales de los 70 en lugares como el Cúpula Venus. Eran mujeres muy atrevidas, que hacían performance, striptease... como, por ejemplo, Christa Leem. Aquello fue la premovida. En la obra el padre se guarda el misterio de qué pasó con aquella mujer que le abandonó.

P.- Dice una frase terrible en un momento de la función: “El cielo de Madrid es muy bonito, porque se come el brillo de la gente que viene con sus sueños”. ¿Ha conocido a muchos damnificados por esta derrota?

R.- Todos los que nos dedicamos a esta profesión convivimos con ellos. Cuando entras en la escuela de interpretación, sabes que de los 40 de cada clase, muchos no podrán vivir de esto. Los casos dramáticos son los menos, la mayoría reconduce su talento hacia otras profesiones estupendas, pero también hay gente que no lo supera y se autodestruye. Esta profesión hace unas cribas muy duras. ¿Cuántos actores mayores de 60 años siguen trabajando en este país? No serán más de 80...