Image: Vicente Verdú

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El Cultural

Vicente Verdú

"Lo romántico del papel es que cuando imprimes algo no hay quien lo borre"

30 septiembre, 2014 02:00

Vicente Verdú

El escritor publica Enseres domésticos (Anagrama), un libro que reúne diferentes relatos sobre los objetos cotidianos que se encuentran en todas las casas

Hay objetos de la vida cotidiana en los que no reparamos y no les damos la importancia que realmente tienen. Para suplir esta ausencia Vicente Verdú (Elche, 1942) publica un libro de relatos titulado Enseres domésticos. Amores, pavores, sujetos y objetos encerrados en casa (Anagrama) en el que desgrana la función de cada uno de esos cachivaches que dan estatus o, por el contrario, se lo quitan, a los rincones de cada casa. En clave de humor reúne un compendio de diferentes historias sobre las sábanas, la ropa interior, el café o la escobilla del baño. "Siempre he sido muy semiótico y muy francés, por eso el libro está inspirado en Mitologías, donde hablaba de un filete y del Tour de Francia", explica el autor de Apocalipsis now.

Pregunta.- Enseres domésticos, un libro original de relatos que tienen que ver con todos los cachivaches de la casa. ¿Cómo surge la idea?
Respuesta.- La idea es una idea del día a día, toda mi vida he estado cerca de esas cosas cotidianas porque de una u otra manera, aunque no premeditadamente, he escrito sobre eso. Después, todo esto que hacían por una parte Azorín u Ortega, de cosas más cercanas, era un asunto que siempre me ha llamado la atención y me atraía hablar de ello.

P.- El libro se divide en diferentes apartados, todos ellos relacionados con las cosas que, inevitablemente, hacemos en casa
R.- El libro, si Dios quiere, será seguido por otro con la misma intención pero que hablo de otras cosas. Quería darle una estructura y los he reunido de acuerdo a algún elemento común que tenían consigo.

P.- Además, no solo son relatos con una base de ironía, sino que, a la vez, explica hechos como, por ejemplo, lo malo que es el café para el sistema
R.- Primero las cosas inmediatas a mí me despiertan más atención o interés. Y después, la escritura, por una parte, había que tratarla de una forma y lenguaje que sedujera, con un componente poético y, por otra parte, la ironía esa que anuncia las cosas que son más cercanas. Y el café, siempre a sido una cosa que para mí ha representado una lucha entre el bien y el mal. Me gustaba el olor del café y es una de esas muchas cosas que huelen mejor que saben, como el tabaco por ejemplo. Y porque siempre me ha sentado mal, me atraía lo que significaba, la herencia paterna y lo cultural pero me sentaba mal.

P.- Hace que nos paremos a pensar en las cosas más rutinarias en las que no reparamos en realidad. Y les damos un nuevo sentido o, más bien, nos planteamos cosas.
R.- Esa es la base del libro, que esas cosas más cercanas por el hecho de estar tan cerca no nos damos cuenta de ellas. Y a la vez tienen peso en nuestra vida, a veces a través del tacto, del olor, de la compañía, etc.

P.- ¿Cómo ha ido hilando unas historias y otras?
R.- Realmente no los he hilado, han ido surgiendo. He escrito sobre cosas que me llamaban la atención. Por ejemplo cuando hablo de la cama y de las sábanas podría haber incluido las almohadas, que tengo un relato sobre ello también, pero era demasiada cama. Si las cosas no van mal y este tiene aceptación habrá una segunda parte con cosas que ya están escritas y otras que están por escribir.

P.- El relato del periódico... el papel el objeto romántico de antaño frente a la inmediatez del diario digital. Para usted, ¿digital o papel?
R.- Yo soy de la generación del papel naturalmente y a pesar de que soy muy curioso y he vivido fuera de España y me he interesado, me quedo con el papel, más que nada es la compañía.

P.- A día de hoy el papel sigue dando más renombre que firmar en digital.
R.- Yo siempre he pensando que uno no sabía escribir o no podía sino publicaba en papel. Es como cuando uno pinta no, no sabe lo que pinta hasta que ve el cuadro. La escritura para mí es lo mismo, hasta que no la ves impresa no sabes realmente cómo escribes ni el valor que tiene. Porque cuando está impresa te colocas también en el lugar del lector y estás en mejores condiciones para juzgar. Aún tenemos más respeto al papel pero llegará un momento en el que la pantalla nos servirá de guía y de juez como lo hace ahora el papel.

P.- De todos modos todo apunta a la desaparición del papel
R.- No cabe duda.

P.- En ese momento, ¿el periodismo dejará de ser lo mismo?
R.- Pues sí, desde luego. Lo principal es que los medios condicionan muchísimo lo que haces y hacerlo en papel o digital condiciona la escritura, las ideas, la forma de expresar. Yo he sentido eso cuando en el periódico cambiamos de máquinas de escribir a ordenador y ahora a través de artefactos móviles, etc.

P.- Resulta interesante pensar en el periodismo de antes, cuando no existía nada más que un teléfono. ¿Guardamos una idea romántica de aquella época?
R.- La idea romántica es que cuando imprimes algo no hay quien lo borre y aunque es verdad que cuando lo lanzas ahí está, es más voluble. Ahora mandas una información y a continuación la modificas mientras que lo impreso se resiste más. La autoridad de la letra impresa que impresiona al lector e incluso te crees cosas que no te creerías tanto si las dijeras.

P.- ¿Tiene algún proyecto futuro entre manos?
R.- Estoy haciendo apuntes sobre la muerte que creo que ya me corresponde. Me resisto a decirlo pero será un libro de poemas. Empecé siendo poeta y escribiendo poesía y tal vez acabe de esa manera.