Image: Ruben Ochandiano

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El Cultural

Ruben Ochandiano

“Como creador es desconcertante el éxito de 8 apellidos vascos

10 mayo, 2014 02:00

Rubén Ochandiano. Foto: Javi Martinez

El madrileño aparca la interpretación con La evolución (será porque te amo), una obra que ha escrito y también dirige en el Teatro Galileo.

Juan Diego Botto, Tristán Ulloa, Sergio Peris-Mencheta... Cada vez son más los actores de trayectoria cinematográfica que, ante la escasez de producciones en España, proyectan su carrera hacia los escenarios y van más allá de la interpretación. Rubén Ochandiano (Madrid, 1980), actor de carrera impecable que ha trabajado a las órdenes de directores de la talla de Pedro Almodovar, Steven Soderbergh, Alejandro González Iñarrutu y Juan José Campanella, hace tiempo que amplió su radio de acción. En 2012 llevaba a cabo su propia versión de La gaviota de Chèjov, estrenándola en el Teatro Galileo. Ese mismo año publicaba su primera novela, Historia de amor sin título (Suma). En 2013 conseguía un gran éxito en las Naves del Español con su propia versión de la Antigona de Jean Anouilh, protagonizada por Nawja Nimri. Animal, su primer texto teatral original, fue llevado a escena en 2013 y publicado meses más tarde. Y, ahora, vuelve al Teatro Galileo con La evolución (será porque te amo), una obra que ha escrito y dirige y que nos habla de la familia y de la necesidad de dejar un legado.

Pregunta.- ¿Con qué sensaciones desembarcan en el Teatro Galileo?
Respuesta.- Venimos con la función muy rodada porque llevamos todos el mes pasado en el Teatro del Arte. Por ello llegamos con un poquito de suelo y solidez. El cambio de escenario nos ha obligado a realizar ciertas modificaciones respecto a la escenografía, la iluminación... Por eso sí que es cierto que la llegada al Teatro Galileo tiene sabor a estreno. Nos apetece mucho ver como la siente el público en el nuevo escenario.

P.- ¿De qué trata la obra a un nivel más profundo que el del argumento?
R.- La obra es realmente un entretenimiento, un divertimento. La pretensión final es que la gente pase un buen rato. Es una comedia ligera y fresquita que habla del amor y la paternidad. La historia trata de tres hermanos que son fruto de una madre pelícano que, aunque no aparece sobre el escenario, es el centro de sus relaciones. La genética también es importante en la obra pero como un pretexto para hablar de la familia.

P.- Es su primera comedia como autor. ¿Le ha resultado difícil desarrollarla?
R.- Realmente es el primer texto teatral que escribí, antes incluso que Animal. En ese momento estaba enamorado y supongo que miraba de este modo la vida. Después lo dejé algo aparcado pero hace poco tiempo viví una muy grata reconciliación familiar y me pareció una buena ocasión para retomarlo. Desde mi punto de vista, la comedia se debe manejar con el mismo rigor y seriedad que un texto dramático. En las obras que he estrenado anteriormente siempre me pareció importante dejar algún resquicio por el que entrara el sentido del humor. Aquí, sin embargo, quería encontrar las heridas de los personajes para que el humor brotara de ellas.

P.- ¿Cómo es su relación con los actores? ¿Su experiencia en la interpretación le ayuda a la hora de dirigir?
R.- Sí, claro que me ayuda. Mi formación me permite poner en primer término el aspecto interpretativo. La verdad es que disfruto mucho todo: eligiendo el vestuario, la escenografía, la iluminación... Sobre todo me motiva pensar en los actores con los que voy a trabajar. Normalmente intento adecuar el personaje al actor que elijo e intento crear una relación de pertenencia entre todos. Con Alejandro Casaseca ya había trabajado en Animal, Marta Gómez es una amiga de toda la vida con la que no había tenido la oportunidad de colaborar hasta este momento y Silma López ha estado en todo lo que he hecho siempre que ha estado disponible. De esta manera se consigue un código por el que ellos me conocen a mí y yo a ellos. Así la construcción de los personajes alcanza cierta hondura.

P.- En los últimos años ha probado la novela, la dirección de cine y de teatro, La evolución es la segunda obra que escribe... ¿Sigue estando la interpretación la primera de la lista?
R.- Sí. Tan en primera línea como todo lo demás. Quiero hacer proyectos que me apetezcan. Tengo para este verano dos rodajes de cine con los que estoy muy ilusionado. Hacía un par de años que no trabaja en cine y me apetecía mucho. Y en otoño dirigiré una versión de El jardín de los cerezos.

P.- Peris-Mencheta, Tristán Ulloa, Juan Diego Botto... Son varios los actores, entre ellos usted, que ante la falta de producciones en el cine español han desarrollado sus propios proyectos, principalmente en el teatro... ¿Ha agudizado la crisis el ingenio?
R.- Claro que sí. La falta de recursos nos ha puesto las pilas. Sin duda nos ha agudizado el ingenio y fruto de ello se han desarrollado proyectos muy ricos, más al margen y que han abierto brecha con el teatro más aburguesado. Creo que somos promotores de este movimiento en la escena. Sin embargo, lo que deseo es que, de aquí a un tiempo, este movimiento haya servido para algo y sobre todo proporcione cierto rédito económico. Todos los nombres mencionados realizan sus trabajos mediante cooperativas, con dinero propio... pero con lo que se gana no da para vivir. Culturalmente me parece riquísimo pero tendría que existir un modelo que permitiera su existencia y viabilidad. Los actores de la compañía lo tienen muy difícil para vivir de esto y no debería ser así.

P.- Hay lecturas positivas sobre el cine español a raíz del éxito de 8 apellidos vascos y Carmina y amén. ¿Cómo entiende este fenómeno?
R.- No he visto Carmina y amén pero Paco León es un director que me llama la atención. Es raro, personal, diferente... Me alegra que sea un éxito. En cuanto a 8 apellidos vascos lo primero que tengo que decir es que también me alegro mucho por todos los compañeros pero la película no me interesó nada y sí que fui al cine a verla. No entiendo al público español, a mí no me hizo ninguna gracia. Como creador es desconcertante que películas tan buenas como Todos queremos lo mejor para ella de Mar Coll pasen desapercibidas y que de repente esta película se convierta en un fenómeno. No sé hasta que punto es positivo que 8 apellidos vascos sea un pelotazo porque corremos el riesgo de que otro tipo de cine quede sepultado.

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