Image: Juan Vicente Piqueras

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El Cultural

Juan Vicente Piqueras

"Europa nació en Grecia y ha vuelto allí a agonizar"

23 abril, 2013 02:00

Juan Vicente Piqueras en el acto de entrega del Premio Loewe 2012.

Esta tarde hará una lectura de sus poemas en el Real Jardín Botánico de Madrid.

Juan Vicente Piqueras (Valencia, 1960) se define como un "poeta rupestre que hasta ayer dibujaba sus poemas en una caverna". Gracias al flamante Premio Loewe que aún le cuelga del cuello, ha pasado "de desconocido a reconocido sin pasar por conocido". Esta tarde estará, en el marco de las celebraciones de la Noche de los Libros, leyendo algunos poemas de Atenas, su último libro, en el Real Jardín Botánico de Madrid. La tarde anterior nos atiende por teléfono, recién llegado al hotel. "Espera, que me quito los zapatos, que diré cosas dolorosas si me los dejo puestos... Ya."

Pregunta.- ¿Qué va a leer en el Jardín Botánico?
Respuesta.- Poemas de Atenas y algún inédito.

P.- ¿Qué le parece el sitio como fondo para sus palabras?
R.- No he estado nunca, pero me han enviado fotos. Es precioso, con todos esos castaños, uno de los árboles más característicos de Madrid.

P.- La lectura de poemas forma parte de las actividades del Día del Libro. ¿Cuál es su sentir acerca del futuro del libro, más allá del formato?
R.- El libro es una invención perfecta. Difícilmente sustituible, como el pantalón. Es la cultura condensada en algo que se puede tener en la mano, aunque sea en papel o en iPad. La transmisión de la memoria y el diálogo con otras personas a través del tiempo y el espacio es una necesidad.

P.- Dijo Álvaro García, el anterior ganador del Loewe, que Atenas "es una vuelta al romanticismo con la desesperación propia de nuestra generación". ¿Son buenos tiempos para la lírica?
R.- Eso son palabras mayores propias de cuando tienes que condensar un libro de 40 poemas en dos líneas. En cierta medida, sí, pero más bien mis poemas, y concretamente los de Atenas, son el testimonio, el temblor de alguien que asiste al fin de un mundo conocido. Aunque desde que el mundo es mundo estamos viviendo el final de los tiempos y a la vez el primer día de la creación.

P.- ¿Qué ha supuesto el Premio Loewe para usted?
R.- La paradoja de dejar de ser un desconocido para ser un reconocido sin pasar por conocido. Desde 1985 vivo fuera de España, publicando en la distancia, mandando mis poemas a premios y editores. Éste es el undécimo, pero no salgo en las antologías, siempre he estado un poco al margen. Con este reconocimiento mucha gente me leerá, porque Visor distribuye muy bien.

P.- Aldea, Atenas, Adverbios de lugar, Los caballos de Aquitania... Los lugares son importantes en su poesía. ¿Qué representan?
R.- Hay un verso que dice que los lugares son dioses anteriores a los dioses. Tienen una carga de magnetismo que hace que en ellos se construyan templos, se celebren romerías... Eso se siente en ciertos puntos y ciertos momentos concretos. Para mí eso es muy importante, como alma inquieta ando buscando un lugar que pueda llamar mío y aún no lo he encontrado. Ahora estoy en Argel, un territorio a priori hostil pero en el que he encontrado una constelación de gente que lo hace entrañable y maravilloso.

P.- En Atenas asistimos al hundimiento actual de Grecia. ¿Qué hay más allá, a nivel personal? ¿Qué hay de sus propias zozobras en él?
R.- Todo. Estos poemas tratan de un hombre que escribe y manifiesta sus zozobras. No es un libro social ni político, aunque el trasfondo sea la situación dramática que atraviesa Grecia. Es curioso: Europa nació en Grecia, era una doncella que raptó Zeus convertido en toro en una playa de Creta, y ahora vuelve allí a morir, o agonizar, o sangrar. Es una señal de que el continente no está unido. Si lo estuviera, el problema griego lo resuelve un banquero alemán en un pispás. Europa sigue siendo un sueño, un mito.

P.- ¿A qué poetas admira?
R.- Admiro mucho a la contemporánea Szymborska, a su capacidad para llegar a emocionar a través de la sencillez. Pero soy muy ecléctico, hasta los poetas que no me gustan, me gustan. Y de los que más me han marcado debo nombrar a Fernando Pessoa, Shakespeare, Vladimir Holan, y de los españoles, desde Quevedo a Claudio Rodríguez y José Hierro.

P.- Su poesía comparte esa sencillez que alaba a Szymborska.
R.- Ojalá. La sencillez es una conquista, algo a lo que aspirar, como manera emotiva de acercarse al otro. Es fácil decirlo pero no conseguirlo. Llamamos sencillo a un trozo de pan, al vino, al aceite, al queso, pero son elaboradísimas y complicadísimas. La sencillez del pan tiene una sofisticación extrema.

P.- Ha vivido en Roma, en Atenas, ahora en Argel. ¿Cómo se ve España desde la distancia?
R.- Muy mal. España, por lo general, despierta simpatías en los países por los que he pasado. Pero da pena y vergüenza que te digan "hay que cuidar la marca España" y al mismo tiempo salgamos en las portadas de todo el mundo por la corrupción.

P.- ¿Qué cree que le puede aportar Argel a su poesía?
R.- Argel tiene algo de retorno, de Ítaca. Todavía es "antes". Es como volver a mi pueblo. Está más cerca de España culturalmente de lo que parece, a pesar de la presión que ejerce la moral islámica. Tiene el mismo paisaje mediterráneo, con palmeras, nísperos, jardines, el mar, la bahía... Mis libros y yo somos muy mediterráneos. Soy feliz donde está el pan, el vino, el queso, una palmera y el mar enfrente.

P.- ¿Está escribiendo algo o el traslado y su nuevo cargo como jefe de estudios del Instituto Cervantes de Argel no le han dejado tiempo aún?
R.- He tenido poco tiempo para escribir. Para mí es una terapia y cuando no puedo hacerlo por más de una semana me pongo enfermo porque se me quedan las cosas dentro. Escribir es un proceso digestivo, en realidad.

P.- ¿Cómo es el centro de la institución en Argel?
R.- Funciona muy bien, el ambiente de trabajo es el mejor de todos los sitios en los que he estado. Cada vez tenemos más alumnos, pero nos faltan profesores y más espacio para satisfacer esa demanda. Nos estamos muriendo de éxito. Además del interés por aprender nuestro idioma, el Cervantes es para los alumnos un oasis, con un jardín muy bonito donde pueden hablar chicos con chicas, fumar, opinar, conseguir libros y ver películas... Es un pulmón de libertad.

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