El Cultural

Fluxus y la música (1): Carta blanca

18 septiembre, 2012 02:00

El Museo Reina Sofía celebra esta semana medio siglo de vida de una de las corrientes artísticas más importantes en este tiempo. En realidad se cumplen 50 años, no tanto del nacimiento de Fluxus (algo muy imprecisable), como de su bautismo y su acta de fundación como movimiento internacional, colectivo e intermedia. El artista de origen lituano George Maciunas se empeñó hasta conseguir agrupar a un ingente y variopinto número de artistas con demasiadas cosas en común como para no darle el nombre que había pensado para una revista de arte jamás editada: Fluxus, "flujo" en latín. Maciunas se apoyaba en la definición del filósofo Henri Bergson y su tesis de que la experiencia de la realidad se da en un flujo imparable y no instante por instante: Que se da del mismo modo en que experimentamos la música.

La conexión musical es completamente central a la hora de hablar de Fluxus. De hecho Fluxus puede ser considerado como el primer movimiento originado en el entorno de las artes plásticas que se integra en la creación musical y utiliza sus códigos, métodos de creación e interpretación y sistemas de abstracción. Al mismo tiempo es un agente de gran actividad a la hora de revolucionar nociones musicales que ha dejado una impronta enorme en artistas plásticos y músicos de todo tipo.

Si seguimos a Ken Friedman y Dick Higgins, podrían caracterizarse las obras Fluxus según la presencia de doce conceptos o nociones principales, de los cuales el último pero no el menos importante es la musicalidad. Para empezar porque abundantes obras Fluxus están diseñadas como partituras. El concepto es interesante porque implica que son obras plásticas que pueden ser "ejecutadas", realizadas de nuevo por artistas que no son su propio creador. La partitura es empleada como herramienta abstracta, al margen de cada interpretación. Las obras son ideas, como lo es la música de Mozart, que podemos experimentar simplemente escuchando a alguien tocando una de sus partituras.

Además este aspecto de la musicalidad entronca para estos artistas con otros aspectos importantes como la aplicación del experimentalismo (entendido como pruebas con posibilidades y anotación de los resultados) y el método científico (para que un experimento sea válido cualquier otro científico debe poder ser reproducido). Dice Ken Friedman: "La musicalidad implica que la misma obra puede realizarse varias veces, y en cada fase puede ser la misma obra, incluso si se trata de una realización diferente".

Las obras Fluxus a menudo se presentan con forma fundamental de eventos y han sido considerados como "conciertos de lo cotidiano" o"la música de la acción que anima las cosas". Hasta tal punto la relación de Fluxus con la música es esencial que el aniversario que se celebra en el Reina Sofía desde el próximo 21 de septiembre es el del festival Fluxus en Wiesbaden, que consistió en una parte importante en acciones performance y happenings de contenido sonoro-musical. Lo que ocurrió allí hace cinco décadas fue algo así, según uno de sus protagonistas:

"Interpretamos la ópera alemana Ja, es warnoch da (...) los 45 minutos más largos de mi vida que consistieron principalmente en sacudir una sartén a un ritmo regular y a lapsos prescritos (...) Inventamos una pieza supuestamente debida a un ficticio japonés, e improvisamos durante una hora (...) Vostell (...) tocó "Arghh", golpeó con un martillo algunos juguetes hasta hacerlos añicos, rasgó una revista, destrozó algunas bombillas en un cristal y lanzó tartas contra el vidrio (...) Un frenético caos. (...) En Danger Music n°3 afeitamos mi cabeza y lanzamos al público panfletos políticos; en Danger Music n° 17, en la que trabajamos algún tiempo con mantequilla y huevos, preparamos, en lugar de una tortilla, una papilla incomestible. Eso era lo que Wiesbaden necesitaba. Durante un tiempo volaron huevos por el aire cada dos minutos. Durante la ópera de Emmett Williams subieron desde el público algunos estudiantes, se plantaron allí con ramas de abeto y cantaron diversas canciones estudiantiles. Hicimos la rítmica con metrónomo de In Memoriam to Adriano Olivetti, de Maciunas: saludamos con nuestros sombreros, chasqueamos nuestros dedos, jadeamos, nos sentamos arriba y abajo, sacudimos las cabezas, etc. Así discurrió la cosa a lo largo de tres semanas. En las Piano Activities de Corner desmontamos un piano de cola y a continuación subastamos los fragmentos..."

Así se las gastaban los fluxus en 1962 en su intento de despertar nuevas formas de ver y escuchar, de sentir más allá de los convencionalismos de la experiencia.

Bisnietos de Satie y su Musiqued'ameublement, su música visual y ambiental. Nietos de Duchamp, quien en Erratum musical dividió un cartón en pequeñas cartas y escribió una nota en cada una de ellas, las puso en un sombrero y las extrajo una por una apuntando así la composición. Hijos de John Cage, con su equiparación de todos los sonidos audibles, su uso del azar, sus happenings y tratamiento del piano preparándolo y así transgrediendo los valores burgueses y descodificando el sonido en numerosas otras cosas, incluidas ideas.





Todos ellos adelantan la música conceptual, imaginaria de muchos artistas del entorno Fluxus. Música como tiempo y no necesariamente como sonido, porque, además, "siempre estamos oyendo algo", como expresaría George Brecht. Éste fue uno de los grandes creadores del grupo. Junto a él grandes nombres como Robert Filliou, que propone concebir "la vida entera como música", o La Monte Young que deja el mundo de la música "audible" y se dirige al de la "música visual" y de la acción en radicales composiciones. En Piano Piece n° 1 for David Tudor escribe en la partitura: "Lleve una bala de heno y un cubo con agua al escenario, con lo cual ha de comer y beber el piano. El intérprete podría luego dar de comer al piano o abandonar la escena para comer él mismo. En la decisión por lo primero la pieza termina cuando se le haya dado de comer al piano; en la decisión por lo segundo termina cuando el piano come o no se decide por ello."



Joseph Beuys y su idea de la plasticidad del ruido y el sonido como materiales plásticos. "Yo soy un emisor, yo irradio". Objetos, esculturas o instalaciones sonoros como Mechanical Music n° 1, donde Dick Higgins emplea aparatos domésticoseléctricos para provocar ruidos en lapsos irregulares y no programados. Joe Jones y sus máquinas con las que pequeños motores eléctricos tocan los instrumentos. Nam June Paik y sus discos de steak tártaro, pianos preparados, composiciones sexuales y óperas "sextrónicas", como "Symphony n° 5", donde hay partes pensadas para ser tocadasmuy alto al piano "con pene erecto".

En la próxima columna probaremos como el incesante rayo de Fluxus ha alcanzado de lleno a varios de los nombres capitales de la historia del pop. Hasta entonces.