Image: Carlos Pardo

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El Cultural

Carlos Pardo: “Los poetas son unos profesionales de la queja”

1 abril, 2011 02:00

Carlos Pardo. Por Gusi Bejer

Carlos Pardo (Madrid, 1975) es poeta, editor y organizador de Cosmopoética, el gran festival lírico que se celebra en Córdoba del 6 al 11 de abril con la presencia de figuras como Simic, Baricco o Nooteboom. Asegura que en esta cita ha aprendido a valorar la “autenticidad de la poesía” y nos presenta además su primera novela: Vida de Pablo (Periférica).

Pregunta: ¿Cosmopoética será este año una ventolera de versos en apoyo a la candidatura cultural de Córdoba 2016? Respuesta: Ventolera, “como la generación de las hojas”, que dijo un griego. Vienen Charles Simic, Baricco, Ledo Ivo, Joumana Haddad, Mircea Cartarescu, Cees Nooteboom y muchos más. P: ¿Cómo, se ha convertido, de nuevo, Córdoba, “lejana y sola”, en la ciudad de los poetas? R: Desde Pablo García Baena a Elena Medel, Córdoba es una ciudad de buenos poetas poco vanidosos y de un montón de no-poetas inteligentes dispuestos a escucharlos. Eso, y que tiene un Ayuntamiento de izquierdas. P: ¿Qué grandes momentos de esta edición no se va a perder? R: Como organizador -con Fruela y Curro Bernier- voy corriendo de un lado para otro. Pero no me perderé al gran Charles Simic ni al argentino (buenísimo... se va a publicar ahora en España) Fabián Casas. P: ¿A qué poeta echarán de menos? R: A José Watanabe, a Mahmud Darwix, a Edoardo Sanguineti, a Ángel González, a Carlos Edmundo de Ory, a Alan Sillitoe... R: ¿Cuál ha sido la mayor estrella que ha pasado por todos los Cosmopoética? R: Uff, aquí he aprendido a valorar la “autenticidad” de la poesía, el antidivismo de Mark Strand, Seamus Heaney, Ida Vitale, Henrik Nordbrandt y los de la respuesta anterior. Aunque también ha habido estrellas que no dejaban ver el cielo. P: Una anécdota de años anteriores, por favor. R: Un año, cada mañana durante el desayuno, el dedo imperativo de Derek Walcott gritán- dome “Fried eggs!” No puedo olvidarlo. P: El mejor recital de otras ediciones. R: Recuerdo, como revelaciones de “gran poesía”, una lectura de Zagajewski, otra involuntariamente impertinente de Antonio Cisneros y otra casi susurrada y con toses del cubano Lorenzo García Vega. P: De nuevo malos tiempos para la lírica pero, ¿acaso fueron buenos alguna vez? R: Los poetas son profesionales de la queja, así que si les hacemos caso los buenos tiempos son los que no hemos vivido. P: Y usted decida ahora serle infiel a la poesía y echar una cana al aire con la novela. ¿Quiere confesar? R: Confieso que estoy harto del exceso de profesionalización de la poesía, de tanta censura mental y de las peleas tontas disfrazadas de hermenéutica. Lo mío con la prosa es un romance en toda regla. P: ¿Vida de Pablo es la novela de un poeta o el poema de un oculto novelista? R: Es algo que he pensado sin atenerme a ningún género en concreto pero que, como tiene trama y va en prosa, se llama novela. P: Le ha salido una bildungsroman postmoderna. ¿Tal era la intención? R: ¿Si digo que sí quedaré pedante? Es una “novela de formación” con un aire a la Vida de Torres Villarroel o a Benjamin Constant, pero con temas y modos actuales. Así que no sé si es post o pre moderna. P: En una ocasión dice el narrador: “Me faltaban el afecto y los porros”. “Drogas y amor” que diría Extremoduro. La juventud ociosa no ha cambiado mucho, ¿no? R: En este país la juventud está condenada al ocio y los artistas a malvivir en la periferia del sector servicios, en los bares o de la publicidad. Es un tema que va para largo. P: ¿Qué estirpe es hoy más robusta en España, la de los poetas o la de los novelistas? R: La literatura más interesante siempre es la que no suena a literatura, sea del género que sea. P: ¿Y qué opinión le merece la pertinaz polémica sobre los premios de poesía? ¿Se publicaría hoy en España poesía sin premios o subvenciones? R: Los premios han sustituido a las subvenciones, aunque son menos estéticos, hay que ocultar que te los han dado... porque te linchan. Pero publicar poesía sin premio es un lujo que sólo pueden permitirse unos pocos. P: Díganos, como despedida: ¿Cuál será el libro soñado que nunca escribirá? R: Los que ya han sido escritos. La poesía de Robert Walser, por ejemplo.