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El Cultural

Mariscal

"Siento un enorme agradecimiento por Cobi"

28 septiembre, 2010 02:00

Javier Mariscal

La Pedrera recorre la trayectoria del diseñador en una exposición que se inaugura hoy

La trayectoria artística de Javier Mariscal (Almassora, 1950) prolífico creador que se hizo con el Premio Nacional de Diseño en 1999, se inicia hace cuarenta años, cuándo recién cumplidos los veinte se decide por hacer cine. Muy pronto cambia de idea al descubrir que le fallaba la técnica, decantándose entonces por el dibujo y el grafismo. A partir de ahí inicia su andadura como artista polifacético y multidisciplinar, al que su curiosidad insaciable y su afán por jugar y divertirse le ha llevado desde los estampados textiles al packaging, pasando por la imagen corporativa, la cerámica, el cómic, la ilustración, el diseño de muebles y objetos y la pintura y escultura. CatalunyaCaixa le dedica su primera gran exposición en La Pedrera, con un montaje atrevido y sorprendente que abarca toda su obra y que permanecerá abierto hasta el 30 de enero.

PREGUNTA.- ¿Hay vida después de Cobi?
RESPUESTA.- Por supuesto, pero siento un enorme agradecimiento por él. Este tipo de trabajos tienen una dimensión enorme, y tengo que hacerle justicia porque a raíz de Cobi me llovieron los encargos.

P.- Artista, diseñador, dibujante... ¿con qué se queda?
R.- Me siento dibujante antes que nada. Siempre me gustó dibujar y cuando descubrí que a través de eso podía expresar muchas cosas y comunicarme con los demás decidí que era lo mío.

P.- Sus creaciones tienen un sello inconfundible, ¿es bueno ser tan coherente con uno mismo o hay que reinventarse más a menudo?
R.- Suelen definir mi estilo de fresco y de naïf. No estoy muy de acuerdo con esto último. Como buen valenciano tengo mucha ironía y bastante mala leche. Sí, diría que mi estilo es explosivo y alegre, también rasgos muy valencianos. Me gusta provocar y romper moldes, y trato de crear algo distinto en cada uno de mis trabajos, pero es indudable que hay una manera de hacer y de mirar que está ahí. En realidad, el verdadero oficio de un diseñador gráfico ha de reconocerse en su ausencia de estilo.

P.- ¿Un truco para no repetirse?
R.- Ser curioso y dejarse influenciar por las cosas que a uno le gustan. A mí me han marcado Saul Steinberg y Matisse. Y mis propias vivencias, naturalmente. Yo vengo de un mundo feliz y agradable, porque mi padre era de derechas y vivíamos muy bien. Cuando tenía diez años hubo una gran inundación en Valencia que obligó a la remodelación de muchos bajos comerciales. Aparecieron como un bombazo el plástico, la formica, los neones y los fluorescentes. Desapareció el negro y el estilo remordimiento y surgió el bikini, el pick up y el rock and roll. Luego vino el pop art. Todo eso es lo que llevo en mi mochila.

P.- ¿Es difícil alimentar la creatividad?
R.- Yo la comparo con la gimnasia. Para tener la musculatura a tono hay que entrenarse, y con la creación pasa lo mismo. Hay quien sostiene que es necesaria una determinada acumulación de horas para obtener resultados. Bob Dylan debe tener muchísimas, igual que Picasso, los Beatles, Bill Gates y tantos otros. A partir de eso se logra una cierta destreza.

P.- ¿Sigue pensando que le pagan por divertirse?
R.- Totalmente. Me lo paso verdaderamente bien con mi trabajo, me da un "subidón" tremendo. Aunque también hay momentos de sufrimiento en los que me cuesta arrancar un encargo, o me entran las dudas de si alguien va a entender lo que hago o van a hartarse de mí.

P.- ¿Cuál es su ritual de trabajo como diseñador?
R.- El diseñador gráfico es un resolvedor de problemas, y tiene que conseguir dar una información a base de imágenes. Para ello hay que entender bien lo que pide el cliente, lo que necesita y porqué ha acudido a ti. Siempre empiezo por coger papel y lápiz y hacer esquemas, tomar notas y ordenarlas bien. Luego ya vienen las imágenes.

P.- ¿Cómo vive y trabaja Mariscal?
R.- Me gustan los espacios antiguos, porque son más poderosos, y necesito estar rodeado de luz natural y tener confort. Me encantan las plantas y vivir muy cerca de ellas. En Palo Alto, dónde está mi estudio, hay un jardín magnífico que he plantado con mis propias manos. Está lleno de flores, de palmeras y de árboles frutales, y es un lujo pasear por ahí a cualquier hora del día. Por lo demás, no tengo ningún apego a las cosas materiales.

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