Tania Bruguera: '9, estado', 2010

Tania Bruguera: '9, "estado"', 2010

El Cultural

Tania Bruguera, performer ambulante

Phronesis

26 marzo, 2010 01:00

Galería Juana de Aizpuru. Barquillo, 44. Madrid. Hasta el 1 de abril. 90.000 €

La phronesis es la virtud de la inteligencia práctica, traducida como “prudencia”; Tania Bruguera (La Habana, 1968) la ejerce para escenificar formas de interacción no autorizada con museos, galerías y centros de investigación de Europa y Estados Unidos, en un conjunto de performances que está realizando en las semanas que dura la exposición. Lunes, miércoles y viernes llega al lugar y a la hora establecidos e improvisa un pequeño acto de subversión o cuestionamiento. Para alguien que ha comido tierra, jugado a la ruleta rusa, repartido cocaína o metido caballos en la Tate Modern, estas acciones resultan modestas, con un grado de discreción poco habitual en ella. Se conciben como una sola pieza -90.000 euros- que tendrá tal vez como destino uno de esos museos con los que Bruguera mantiene una paradójica relación. Mientras reclama el “autosabotaje”, la actitud no complaciente con las instituciones y con el público, colabora a menudo con éstas. Es consciente de esa contradicción pero defiende que existe un momento de efectividad de la obra, antes de que sea asimilada. Y tiene razón. Pero, como habitual en bienales, centros de arte o galerías, y como docente en Chicago y en La Habana, donde dirige la Cátedra Arte de Conducta, sus actividades nacen casi siempre ya institucionalizadas.

En este periplo hace en cada lugar fotografías con su móvil -para burlar la prohibición de cámaras- y las manda al día siguiente a la galería, que las imprime y dispone en los huecos de la pared reservados a cada “estación” en su ruta. No hay espectadores o, como la artista prefiere, no están avisados de que lo que ven es una acción artística. La relación con el público queda desplazada geográfica y temporalmente, pues se produce a muchos kilómetros de distancia y días después. Y dificultada por la falta de explicaciones. Lamer una escultura, organizar una festiva sesión de tatuaje, robar el teléfono al director, poner “placas” de cartón, descolgar fotos de profesores, ejecutar un desfile militar privado sobre un pavimento de Sol LeWitt... Buena parte de las performances están más cerca de la broma que del drama. Siguen siendo actos políticos, pero de pequeño calado y en territorio amigo.

Se incluye en la muestra la pieza sobre Auschwitz vista en ARCO.