Image: José Martínez

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El Cultural

José Martínez

“En la España del siglo XXI sería un delito que los bailarines profesionales tuvieran que elegir el exilio”

5 junio, 2008 02:00

José Martínez, por Gusi Béjer

Es otra de las rutilantes figuras de la danza clásica que no es profeta en su tierra. José Martínez, murciano de origen y "estrella" del Ballet de la ópera de París, presenta el día 7, en el Principal de Alicante, Tradición y creación, espectáculo en el que colaboran bailarines de la compañía gala. Un repaso por la historia de la danza con obras de Petipa, Nureyev y Forsythe.

Pregunta: ¿Tradición y creación es una lección rápida para iniciar al público en la danza?
Respuesta: No pretendo dar lecciones a nadie, en todo caso soy yo el que debe saberse la lección y no defraudar al público. Las lecciones se toman en las escuelas, a los teatros se va a disfrutar del arte. El espectáculo es un conjunto de piezas y coreografías a modo de paseo por la historia de la danza. Se representan todas las épocas; los grandes coreógrafos como Petipa , Nureyev, los que han revolucionado la danza en el siglo XX como Forsythe y otros más jóvenes.

P.: ¿Sigue el modelo del espectáculo que recientemente se ha programado en la ópera de París con ballets de Balanchine, Nureyev y Forsythe en un mismo programa?
R.: ¡Sigo el modelo de todas las compañías "clásicas" del mundo! Actualmente un bailarín clásico baila todo tipo de coreografías, la época en la que había que elegir entre clásico y contemporáneo ya pasó a la historia... En esta temporada en la ópera de París he trabajado con Pina Bauch, Mats Ek, he bailado Raymonda y voy a bailar La Dama de las Camelias.

P.:¿Por qué los repertorios de las compañías son hoy más eclécticos, mezclan contemporáneo con clásico?
R.: En París tenemos público para todo y creo que si en España existiera una compañía "clásica de hoy", al público le gustaría ver un Lago de los cisnes, una Giselle y también un programa mixto con ballets de Balanchine, Robbins, Forsythe, Duato...

P.: ¿Con qué libertad cuentan los bailarines de la ópera para organizar espectáculos al margen de la Compañía como éste que ahora presenta?
R.: Los bailarines del Ballet de la ópera tenemos libertad para bailar en otras compañías siempre que no tengamos espectáculos en la ópera de París. Existe una prioridad pero no hay exclusividad.

P.: ¿A qué edad comenzó a bailar?
R.: A los nueve años. Mi primer espectáculo fue Grease, en el papel de John Travolta, claro. Con 14 años me fui a Cannes y cuatro años después entré a formar parte del cuerpo de baile de la ópera de París.

P.: Tengo entendido que en su Compañía sólo aceptan a bailarines franceses ¿cómo fue su entrada en la ópera?
R.: Se permite un cinco por ciento de bailarines que no sean franceses, así que no es fácil entrar. Yo, gracias al premio de Lausana, entré en la escuela y mi formación en Cannes fue bastante completa (me obligaban a ir al instituto -en francés, claro-). Así que, cuando llegué a París, no se me notaba que no era francés, me había integrado en la cultura francesa y mi forma de bailar también correspondía al estilo de la ópera. Mucha gente descubrió que era español cuando me nombraron bailarín "estrella".

P.: El Ballet de la ópera de París lo dirige hoy Brigitte Lefèvre ¿su labor consiste en ocuparse de la gestión del Ballet o también actúa como coreógrafa?
R.: Brigitte hizo coreografías en su día pero no en la ópera. Lleva 12 años dirigiendo la compañía y no está previsto que coreografíe para la misma.

P.: ¿Cómo se llega a ser una "étoile" ?
R.: Teniendo talento, trabajando muchísimo y estando en el lugar adecuado en el momento preciso.

P.: ¿Cree posible una compañía de ballet clásico en España?
R.: Es posible. A nivel artístico España tiene a los mejores bailarines del mundo, lo único que falta es el apoyo institucional. Se necesita que en el puesto clave esté la persona adecuada con la firme voluntad de crearla. En la España de este siglo XXI se cometería un delito si los jóvenes que quisieran seguir la carrera profesional de bailarines se vieran obligados a coger obligatoriamente el camino del exilio.