El Cultural

Víctor Gómez Pin

“La filosofía tiene que luchar contra la estupidez”

26 octubre, 2006 02:00

Víctor Gómez Pin, por Gusi Bejer

A vueltas con la inteligencia y la dignidad, Víctor Gómez Pin, catedrático de Filosofía en la Universidad Autónoma de Barcelona, presenta estos días su último libro, Entre lobos y autómatas. La causa del hombre, último premio Espasa de Ensayo, una apuesta por un nuevo humanismo que combate por igual el franciscanismo que nos iguala a los animales y la fe irreductible en las nuevas tecnologías, incapaces, a fin de cuentas, de sentir.

Pregunta: ¿Por qué resulta necesario, a estas alturas del partido, defender la causa del hombre?
Respuesta: Porque realmente está en peligro por el antihumanismo imperante, entre lobos y autómatas. Porque es una discontinuidad enorme del proceso evolutivo, y no hay máquina ni animal más especial que el hombre.
P: Destruye en el libro el mito de la inteligencia artificial: ¿no hay inteligencia sin alma, sin lenguaje?
R: No hay razón alguna para desmontar a Descartes, que aseguraba que nunca ninguna máquina hablará contestando con sentido a todo lo que se diga en su presencia.
P: ¿Hasta qué punto la mitificación de la técnica, de internet, por ejemplo, resulta peligrosa?
R: Lo es cuando deja de ser instrumento al servicio de la dignidad humana y de la exigencia mínima de inteligibilidad. Cuando es un medio de manipulación o alienación.
P: ¿Pero la tecnología no nos iba a liberar de todas nuestras miserias?
R: No puede hacerlo si no está al servicio de la ciencia, y la ciencia, al servicio del hombre.
P: ¿Por qué le parece que poner un ordenador a cada estudiante puede resultar peligroso?
R: Porque creo que por sí mismo internet no remedia otras carencias.
P: ¿Qué está pasando para que en países tan avanzados como Japón se planteen la necesidad de un robot para cuidar a nuestros mayores?
R: Algo dramático: que esperamos que los robots nos otorguen en el futuro el cariño que ahora reservamos a nuestras mascotas.
P: Y ante este panorama, ¿cómo definiría qué es vivir bien, llevar una vida cabalmente humana?
R: Para mí vivir bien es restaurar la centralidad del hombre en la realidad, combatir el sometimiento de la mera supervivencia y, como decía Aristóteles, aspirar a la lucidez.
P: Su libro también des-monta el mito del hermano lobo o lo que usted llama el "franciscanismo"...
R: Mi libro es profundamente ecológico, pero defiende que hay que darle al animal su sitio sin que el hombre pierda el suyo. El animal es un colaborador, no un igual ni un sustituto.
P: Entonces, ¿cómo es posible que haya filósofos que comparen la compra de una mascota con la adopción de un niño y lo consi-deren un acto de gran calado moral?
R: Porque hemos llegado a un punto en que tal remedo de la condición humana parece posible, aunque ningún campesino del mundo aceptaría algo así. Hoy existe una falsa fraternidad absoluta que sustituye lo que nos duele por falsos posibles. En el fondo es un síntoma del fracaso de nuestra sociedad: por eso reivindico también ese humanismo que hoy atraviesa un mal momento.
P: ¿La necesidad de mascotas no revela la desoladora realidad de nuestra sociedad, con una soledad y desarraigo generalizado?
R: Desde luego, en el momento en que tratamos a los animales como sustitutos de personas. Es lo que yo llamo la enfermedad infantil del ecologismo.
P: Su libro no elude la manipulación genética: ¿también es una amenaza para el hombre?
R: En realidad depende de los usos, de los objetivos.
P: Si llegamos a los robots-humanos, ¿nos dedicaremos, como decía Aristóteles, a lo importante (ciencia, arte, filosofía)?
R: ése es el objetivo del ser humano, un fin en sí mismo. Le confieso que ahora mismo descubro un panorama desolador, apocalíptico en expresión de Saramago, de deshumanización, que hay que subvertir.
P: Entonces ¿la filosofía combate la simplificación que nos engaña sobre lo que pasa en el mundo?
R: Hombre, la filosofía tiene como objetivo luchar contra la estupidez, que es resultado de condiciones sociales. Nos inundan con falsos problemas, el desorden es total, no se sabe qué hacer. Y, vuelvo a Aristóteles, la naturaleza del hombre es ser lúcido.
P: ¿En qué sentido espera que su libro "no contribuya a la ciénaga."
R: En el de suscitar un debate abierto. Mi intención es criticar una situación de antihumanismo imperante, pero sin dogmatismos.
P: ¿Qué están haciendo los filósofos para dar confianza a la gente ante esta crisis de referentes?
R: Reflexionar de manera clara sobre problemas que conciernen a todos. Esa es su función. Sin filosofía no hay vida digna.
P
: ¿Qué papel juega en esta historia la globalización?
R: Depende de a qué llama-mos globalización. Estoy absolutamente en contra de la subordinación al capital, pero si se trata de generalizar las condiciones de dig-nidad del ser humano, soy totalmente partidario.
P: Hace años aseguraba que su obra estaba hecha "de harapos cosidos". ¿Con este libro ha alcanzado la alta costura?
R: Uf, si le soy sincero creo que sólo Marcel Proust es alta costura literaria.
P: ¿Comprende que Savater sea hoy día insultado en algunos pueblos vascos por sus ideas políticas?
R: No, pero en este asunto soy optimista, y creo que todo eso (los insultos, las amenazas) se va a acabar.