Image: Ignacio García May

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El Cultural

Ignacio García May

“Lo que hay en el teatro es mucho llorón suelto”

23 junio, 2005 02:00

Ignacio García May, por Gusi Bejer

Dramaturgo y director de la RESAD, Ignacio García May (Madrid, 1965) es uno de los pocos hombres del teatro español que dice lo que piensa; y suele ocurrir que lo que dice contrasta con los estereotipos ideológicos más extendidos en el mundo teatral. Versado en Shakespeare e Ibsen, fue un autor precoz, pues ganó en 1986 el Tirso de Molina con Alesio, una comedia de tiempos pasados. Ahora, firma la adaptación de El Viaje al Parnaso, de Cervantes, que la Compañía Nacional de Teatro Clásico estrena en el Festival de Almagro el próximo 7 de julio.

Pregunta: ¿Qué intentó Cervantes con El viaje al Parnaso?
Respuesta: Volvernos locos a todos y justificarse a sí mismo en una especie de elogio a los poetas para integrarse en él.
P: ¿Qué busca con su adaptación escénica?
R: Dos cosas: la primera, hacer Cervantes por placer y no por obligación cultural, que ya estoy bastante harto de esta avalancha sobre el Quijote. La segunda es hacer una obra divertida, por eso hemos cogido esta idea tan disparatada de la obra, en la que Cervantes idea una guerra que libran poetas en vez de guerreros y cuyas armas son los versos y los libros.
P: El equipo inglés de Julius Caesar señalaba la semana pasada que la tradición inglesa establece no tocar ni una coma del texto. ¿Ha hecho usted lo mismo?
R: Eso me parece más un acto de pedantería que de utilidad dramática. Ocurre que cada vez que viene una compañía de teatro inglesa parece que habla Dios. He visto muchos espectáculos ingleses donde no se respetaba el texto. No estamos en el año 1600 y hay muchas convenciones de entonces que ahora no tienen sentido.
P: En vez de tanta proliferación de adaptaciones teatrales inspiradas en el Quijote ¿no hubiera sido bueno dar a conocer su obra dramática? ¿O es que no es de calidad?
R: Realmente, la obra dramática de Cervantes no es muy buena y a mí esta celebración me parece una locura, porque es absurdo convertir la lectura de la novela en una obligación. Yo confío en que El Viaje al Parnaso sea un descubrimiento para el público; vamos a mostrar que Cervantes es muy divertido. Y respecto a la proliferación de adaptaciones, tiene una explicación sencilla: hay tantas porque los ayuntamientos se sienten obligados a subvencionarlas.
P: Como dramaturgo ¿se siente próximo a la fortuna que tuvo Cervantes o cree que ahora es mucho peor?
R: Los dramaturgos actuales siempre se pueden pasar a la televisión. Yo no me quejo de mi situación, aunque hay muchos otros que sí, pero creo que hoy tienen muchas más posibilidades que en la época de Cervantes. Lo que hay ahora es mucho llorón suelto y mucha gente con sangre de horchata.
P: Entonces, si viajáramos al Parnaso teatral de hoy, ¿qué encontraríamos?
R: No podríamos hacer la guerra entre los poetas, se sentarían a quejarse de lo triste que es su vida. Pienso que la guerra sería más fácil en el cine o en la televisión.
P: ¿A quién salvaría y a quién quemaría de nuestro Parnaso?
R: Me está pidiendo que haga la lista de Apolo. Usted lo que quiere es que me pase como a Cervantes, que al final de El Viaje al Parnaso casi le dan una paliza por elegir a unos poetas y criticar a otros.
P: ¿Es de los que cree que un mayor apoyo de las instituciones públicas arreglaría las cosas?
R: Definitivamente, no. No creo en el intervencionismo estatal, me parece catastrófico y, además, es una de las razones del desastre actual de la industria teatral. El silogismo es perverso: El Estado tiene la obligación de proteger a los artistas y la cultura, pero ¿quiénes son artistas? Todos. Por tanto, el Estado tiene que protegernos a todos. Eso no se sostiene.
P: Publicó un polémico artículo en El Cultural en el que criticaba la falta de criterio para programar los teatros nacionales, con la excepción del último periodo. ¿Ha ganado amigos o enemigos?
R: Me he quedado con mis amigos y he ganado algún enemigo.
P: Pero ¿han cambiado en algo las cosas?
R: No, a día de hoy.
P: También señalaba la política de algunos teatros municipales que programaban a golpe de talonario. ¿Quién se beneficia de esa forma de proceder?
R: Beneficia a la propia política que se hace a corto plazo, son fuegos artificiales. Una de las imágenes más patéticas que pueden verse hoy es visitar el que fue el recinto de la Expo.
P: Desde hace cuatro años dirige la Real Escuela Superior de Arte Dramático de Madrid (RESAD). Haga un diagnóstico de la pedagogía teatral.
R: En este momento, la RESAD está a la altura de cualquier escuela de Europa. Soy consciente de que soy la primera persona que lo ha dicho, porque hasta el momento nos hemos dedicado a quejarnos. Y no hablo solo de la RESAD, también del Institut de Teatre de Barcelona y de otras escuelas oficiales. Ahora ya no tiene sentido salir de España para una tener una formación en Arte Dramático.
P: Como autor, lo último que vimos suyo fue Los vivos y los muertos y ha publicado Los años eternos. ¿Tiene obra en capilla? ¿Qué prepara?
R: Mis vacaciones. Yo soy un escritor lento, voy en coche de caballos. Escribo una obra cada cuatro años. Ahora trabajo en una pero está muy poco avanzada.