"¿En serio, querido tenis? Después de todo lo que te he dado. Después de entregarte mis días en la pista, desde tan pequeño que no podía ni con la raqueta. Después de entregarte mis noches, mis sueños, anhelando desde niño alzar al cielo esa copa dorada. ¿Este es el final que me tenías preparado?”

Supongo que preguntas como estas rondan la cabeza de Andy Murray desde hace meses.  ¿Qué hacer si tu pareja de toda la vida te ha dado un portazo en la cara y cada vez que quieres reconquistarla no hay estrategia que funcione? Podemos pensar que a Murray acabó por fallarle el físico, pero mi pensamiento es que el tenis es tan exigente, tan salvaje, que al mínimo descuido técnico, táctico o físico, te expulsará a patadas del circuito. Leí hace tiempo, no recuerdo dónde, que lo más difícil de las relaciones es darles el final que se merecen. Andy Murray, un deportista extraordinario, un tenista sublime, un super-clase, un ganador y, por encima de todo, un buen tipo, no merece este final. Andy debería poder elegir su final, un final al nivel de su carrera, y no verse obligado a forzarlo porque los dolores de cadera hagan insoportable su continuidad. 

La cadera del tenista, probablemente la articulación más compleja a la que se van a enfrentar los equipos médicos en la próxima década. Si antes eran los hombros los que nos traían de cabeza, ahora que el tenis se juega a una velocidad supersónica, las lesiones de cadera posiblemente se equiparen en cantidad a las de hombro… con la diferencia de que, generalmente, el hombro duele sobre todo en el saque, y la cadera duele para absolutamente todo.

Desconozco exactamente qué lesión padece Murray, que le hizo pasar por el quirófano, pero en tenistas es muy frecuente la lesión de impingement de cadera, con afectación del labrum (el “menisco” de la cadera). La articulación de la cadera es muy compleja, con muchas fuerzas tensiles musculares que traccionan en diferentes direcciones, generando descompensaciones. Además, en el tenis, con los golpes abiertos, se bloquea la cadera de la pierna de apoyo en rotación externa, para inmediatamente provocar una rotación a máxima velocidad en dirección contraria. Esto provoca mucha sobrecarga en la musculatura periarticular, y la irremediable degeneración del labrum. 

Murray, durante un entrenamiento en el Abierto de Australia.

Murray, durante un entrenamiento en el Abierto de Australia.

Para entender de forma sencilla el por qué es tan duro convivir con una lesión de cadera, solo hay que ver un partido de tenis durante cinco minutos. Velocidad endiablada de la pelota, desplazamientos rapidísimos de los jugadores, frenadas muy agresivas, cambios de dirección… Todo esto desarrollándose durante gran parte de la temporada en una superficie impensable en otros deportes: el duro cemento. Es parte de la tradición que el tenis se juegue sobre diferentes superficies, pero cuesta imaginarse a deportistas de otras disciplinas dejándose el físico sobre el cemento. Las articulaciones no son inmunes al impacto, y las lesiones se acentúan más en esta superficie. ¿Coinciden las retiradas de Rafa Nadal con los torneos en cemento por pura casualidad? ¿Es la pista dura la causante de un deterioro más acelerado de las articulaciones de los tenistas?

Sea como fuere, triste final para Murray. Confiesa que volverá a pasar por el quirófano, no ya para poder rendir tenísiticamente sino para poder mejorar su calidad de vida fuera de las pistas. Muy duro encontrarse tan mermado físicamente siendo un treintañero. Pero, por encima de todo, triste porque cualquier deportista merece poder elegir su retirada, y no verse forzado a ello por temas de salud. 

Hasta siempre, Sir Andy. 

 *** Blanca Bernal es fisioterapeuta, trabajó varios años para la WTA y en la actualidad lo hace en el World Padel Tour.