Donald Trump y Gianni Infantino, presidente de la FIFA, en el Despacho Oval de la Casa Blanca

Donald Trump y Gianni Infantino, presidente de la FIFA, en el Despacho Oval de la Casa Blanca Reuters

Fútbol

Trump y el presidente de la FIFA se reúnen en la Casa Blanca y anuncian un visado 'exprés' para el Mundial 2026

El presidente de EEUU, por otro lado, volvió a amenazar con quitar la sede a ciudades que considera inseguras, como Seattle.

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La administración de Donald Trump ha presentado una estrategia contradictoria respecto al Mundial de la FIFA 2026 que será coorganizada por Canadá, México y Estados Unidos.

Por un lado, busca atraer público internacional mediante un programa de visados; por otro, amenaza con reubicar partidos de ciudades que considera problemáticas desde una perspectiva de seguridad y política local.

Este lunes, Trump y el presidente de la FIFA Gianni Infantino presentaron el FIFA Priority Appointment Scheduling System, conocido como FIFA PASS.

Se trata de un mecanismo diseñado para que los espectadores que adquieran entradas para el torneo puedan acceder a citas de entrevista de visado de manera prioritaria a través de un portal especial del Departamento de Estado estadounidense.

Según funcionarios de la administración, el sistema busca garantizar que los millones de aficionados esperados para el evento más importante del fútbol mundial puedan completar sus trámites migratorios sin demoras excesivas.

El secretario de Estado Marco Rubio enfatizó que aunque el programa facilita el proceso, mantiene los estándares de seguridad de la nación. "Las entrevistas de visado seguirán siendo exhaustivas", aclaró, dejando claro que la prioridad en las citas no equivale a una aprobación automática.

Para manejar el flujo esperado, el gobierno estadounidense ha asignado más de 400 funcionarios consulares adicionales en sedes diplomáticas alrededor del mundo.

Política migratoria restrictiva

Esta iniciativa aparentemente favorable se enmarca en un contexto de preocupaciones genuinas. La política migratoria restrictiva que la administración Trump implementó desde el inicio de su mandato generó dudas iniciales sobre si los aficionados extranjeros estarían dispuestos a viajar a Estados Unidos.

Sin embargo, los números desmienten estos temores: durante la primera fase de venta de entradas en octubre, FIFA comercializó más de un millón de entrada, una cifra que sugiere que el interés internacional en el torneo permanece intacto.

Sin embargo, la otra cara de la moneda es menos alentadora. En una aparición pública para anunciar el FIFA PASS, Trump volvió a amenazar con trasladar partidos del Mundial de ciudades que considera inseguras, centrando sus críticas en Seattle.

El presidente dirigió comentarios incisivos hacia Katie Wilson, la alcaldesa electa de la ciudad, calificándola como "comunista/liberal" y sugiriendo que si hay "signos de problema", FIFA debería reubicar los seis encuentros programados para el Lumen Field.

Las autoridades locales de Seattle rechazaron las afirmaciones de Trump. El alcalde saliente Bruce Harrell señaló que el crimen violento en la ciudad ha disminuido significativamente en los últimos años, incluyendo reducciones del 20% en delitos violentos y del 42% en homicidios.

El Comité Organizador del Mundial de Seattle, por su parte, mantuvo el enfoque operativo, asegurando que los preparativos avanzan según lo previsto.

La cuestión de si Trump posee autoridad para cambiar las sedes permanece sin claridad legal. Las ciudades estadounidenses tienen contratos directos con FIFA, no con el gobierno federal, establecidos años atrás. Con apenas siete meses hasta el inicio del torneo el 11 de junio de 2026, cualquier reubicación entraría territorios logísticos y legales complejos.

La FIFA no ha ofrecido respuestas directas sobre esta posibilidad, aunque Infantino, durante la presentación del FIFA PASS, priorizó el tema de seguridad sin comprometerse con un cambio de sedes.

Lo que emerge es una tensión fundamental: mientras Trump intenta proyectar una imagen de apertura para atraer al público mundial mediante el FIFA PASS, simultáneamente ejerce presión política sobre ciudades estadounidenses bajo el argumento de la seguridad, un movimiento que ha generado críticas sobre motivaciones políticas subyacentes.